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Almuerzo solidario en Pineda para colaborar con la misión de José Javier Parladé

  • 20 cocineros sevillanos preparan sus mejores platos en la IV edición de Top Chef Amsudán este sábado, 13 de abril, a fin de recaudar fondos para la ONG Amsudán

  • Parladé, misionero comboniado, ha destinado 48 años de su vida a ayudar a los más necesitados en Sudán del Sur

El misionero José Javier Parladé con los menores a los que atiende en Sudán del Sur.

El misionero José Javier Parladé con los menores a los que atiende en Sudán del Sur. / M.G.

El denominado Top Chef Amsudán celebra este Sábado de Pasión, 13 de abril, su IV edición en el Hipódromo del Real Club de Pineda de Sevilla. Se trata de un almuerzo en el que la recaudación irá destinada a la ONG Amsudán (Ayuda a Misioneros de Sudán) donde el misionero sevillano José Javier Parladé lleva 48 años ayudando a los más necesitados en Sudán del Sur. 

El evento consiste en que un total de 20 cocineros amateurs cocinarán cada uno un plato en el Hipódromo de Pineda. Los asistentes podrán llegar a partir de las 14:00 y el cuchareo comenzará a las 15:00. Después de la comida habrá música en directo con la actuación de Los Caminantes y un DJ para animar la tarde.

El precio de la entrada es de 45 euros e incluye comida y bebidas. Las invitaciones se pueden adquirir en la tienda Lester (C/ Muñoz Olivé, s/n), a través del teléfono 637 838 097 y en el propio Club el día del evento.

José Javiér Parladé en Sudán del Sur. José Javiér Parladé en Sudán del Sur.

José Javiér Parladé en Sudán del Sur. / M.G.

Se trata del cuarto año que se celebra este cuchareo solidario en colaboración con José Javier Parladé, misionero comboniano que ha destinado 48 años ayudando a la durísima situación en la que se encuentra este país africano, a través de la organización Amsudán.

Gracias a la ayuda recibida, la ONG ha construido 16 escuelas primarias, 10 iglesias, dos escuelas secundarias, un jardín de infancia, centros de formación para adultos, centros para la mujer, un centro de acogida para niños y una casa para monjas.

La misión del padre Parladé

"¿Cómo es mi vida? Una constante aventura. Y a mí me gustan las aventuras". Con una vitalidad fascinante a sus 77 años, José Javier Parladé, nacido en Sevilla, vive a diario su mayor pasión: ayudar a los más necesitados. Implicado desde hace 48 años en la odisea de Sudán del Sur, donde las guerras, las hambrunas, la ambición por el petróleo y la corrupción convierten la supervivencia en un reto diario.

El padre Parladé, que siempre soñó con ser misionero, le ha dedicado gran parte de su vida a los sudaneses. Llegó a lo que todavía era Sudán en 1972, tras haber estudiado Árabe durante dos años en la Universidad de Damasco (Siria). Ha vivido durante décadas las guerras interminables, incluso experimentó la prisión.

También vivió momentos de triunfo y esperanza junto a los sudaneses cuando obtuvieron la independencia. "Todo esto lo he vivido con la gente y lo hemos sufrido juntos. Juntos hemos tenido que escapar muchas veces y juntos nos hemos escondido cuando nos bombardeaban", cuenta Parladé. Para él, Sudán del Sur se convirtió en su familia y su tierra. 

Cuando llegó a Sudán, lo primero que hizo fue construir una choza para vivir en ella y preparar un gran agujero por tierra para refugiarse de los aviones cuando iban a bombardearlos. Después construyó una escuela y una capilla para los domingos. A partir de ahí, fue construyendo más escuelas y actualmente se han escolarizado más de 10.000 niños

José Javier Parladé en Sudán del Sur José Javier Parladé en Sudán del Sur

José Javier Parladé en Sudán del Sur / M.G.

Lo único que José Javier Parladé tenía era una choza y un colchón. Una vez, llegó un sacerdote y le trajo dos sillas y una cama, pero al poco tiempo los guerrilleros se llevaron el colchón.

Nunca tuvo ni una bicicleta, recorría a pie kilómetros y kilómetros. Pasó 12 años en Mabán, en los cuáles cuando él llegó no había ni una sola comunidad cristiana. Cuando se tuvo que ir ya había 91 comunidades. Cada una con su escuela, con su cooperativa, con una organización para ayudar a los más pobres. Todo gracias a los voluntarios. "Allí sí que me acostumbré a llorar con los que lloraban y a reír con los que reían. A reír siempre al final porque el optimismo es lo que nunca se debe perder", expresa el sacerdote.

"Mayor dit", que es como le conocen por esas tierras, ha vivido en las chozas con los sudaneses, ha comido con ellos, ha trabajado en el campo con ellos, ha pasado hambre con ellos y han compartido momentos de aventuras juntos. "¿Qué he hecho? Pues nada, quererlos y dejarme querer". Parladé cuenta que, a pesar del hambre que pasaban y del sufrimiento que vivían, allí saben reírse y gozar de la vida.

La educación en Sudán del Sur, está regulada por el ministerio de Educación. Los recursos son bastante limitados, en algunas escuelas, sólo el maestro tiene un libro mientras que los alumnos siguen la lección con lo que el maestro escribía en la pizarra. Aún así, la educación está avanzando y hay algunas escuelas donde suele haber un libro para cada dos o tres alumnos. El padre Parladé explica que, aunque la gente es muy agresiva, los sudaneses respetan las escuelas. 

La labor de Amsudán ha permitido, entre otros, la construcción de escuelas y capillas. La labor de Amsudán ha permitido, entre otros, la construcción de escuelas y capillas.

La labor de Amsudán ha permitido, entre otros, la construcción de escuelas y capillas. / M. G.

Las consecuencias de la guerra 

Los jóvenes de Sudán del Sur han nacido en la guerra y han vivido en ella hasta ahora. Una guerra entre dos líderes políticos del primer gobierno nacional pasó a ser una guerra entre sus dos tribus, y después se extendió a todas las tribus. "A los dirigentes, por corruptos, ya nadie los cree. Empezando por nosotros", afirma Parladé.

Parladé cumple con su misión en Sudán del Sur desde hace 48 años. Parladé cumple con su misión en Sudán del Sur desde hace 48 años.

Parladé cumple con su misión en Sudán del Sur desde hace 48 años. / M. G.

También aclara que hay países que no colaboran con ellos ni los ayudan, porque su dinero desaparece nada más llegar. "Allí, todos nos sentimos atrapados en esta situación y realmente no sabemos cuándo se podrá salir de ella".

Durante uno de los peores momentos que vivió el padre Parladé durante la guerra en Sudán, el Obispo le escribió diciéndole que no podía permitir que el siguiera viviendo en aquella situación tan peligrosa. En ese momento, los ancianos sudaneses se reunieron y le dijeron que si él se iba, se les acababa la esperanza que les quedaba. Parladé respondió al Obispo que la gente se había opuesto a dejarle ir y si él se lo permitía, prefería quedarse con ellos. "Al final el Obispo me dijo que me comprendía y que el también habría decidido lo mismo porque el pastor no deja a las ovejas cuando el lobo está por allí", declara el misionero.

Sobre de dónde saca las fuerzas de flaqueza para iniciar cada nuevo día, el sacerdote confiesa que las fuerzas las encuentra en Dios, ya que es la vida que eligió y la vida que siempre le ha gustado. "También influye mucho la pasión que sentimos por la gente. Ahora que soy ya viejo son más frecuentes los momentos de cansancio, y a veces también de pesimismo, pero nunca se me ocurriría cambiar esta vida por otra", concluye Parladé.

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