La Arquitectura de Aníbal González (III)
PRÓXIMA ENTREGA Miércoles, 28 de marzo.
DEL amplio estudio de Alberto Villar Movellán sobre la Plaza de España, reproducimos los siguientes párrafos:
"Las torres se cimentaron en 1923, con un sistema de pilotes hincados que luego se unieron en superficie por una gran losa de hormigón armado. La construcción se adjudicó en 1924 a Vías y Riegos de Zaragoza, S. A., a pesar de que algunos miembros del Comité no creían oportuno el momento para comenzar las obras.
La construcción siguió básicamente el proyecto original de 1914, con un sentido ecléctico entre renacimiento y barroco semejante al que informa al resto del conjunto. Sin embargo, aunque el proyecto había causado general complacencia, la realización en cambio suscitó una fuerte oposición, sobre todo por parte de la Academia de Bellas Artes. La idea primaria de las torres hay que buscarla en la Giralda; en efecto, Aníbal dispone un núcleo interno y otro externo de planta cuadrada y con ascensión por rampas. Pero la estética externa tiene menos relación con el famoso alminar. Como el mismo autor afirma, el estilo es "moderno inspirado en el barroco español y en los inimitables ejemplares existentes en Santiago de Galicia, Valencia, Zaragoza, Écija, etcétera"
Ahora bien, el repertorio es bastante más amplio que el del neobarroco. La composición se resuelve con un sistema de terrazas que recuerdan la torre bajorrenacentista de Hernán Ruiz III en la Catedral de Córdoba. Pero el cubo principal está tomado de Santiago, sobre todo de la Torre del Reloj, de Domingo Antonio Andrade, aunque Aníbal sustituye por pilastras platerescas los característicos pinjantes de Galicia. A ello hay que añadir otros temas platerescos, como el balcón de la Casa de las Muertes de Salamanca, y barrocos, como las volutas de transición entre cuerpos de la torre de Santa Catalina de Valencia, etcétera. Sobre el gran basamento, resuelto en la fachada interna como un arco de Triunfo de tres vanos, solución que también aparece en otros sectores, se desarrolla una terraza en la que arrancan los cuatro cuerpos altos con sus correspondientes elementos balconados: balcón de las flores, con las torrecillas angulares que alojan las escaleras: terraza de las columnas, mirador de los azulejos, del que arranca el cuerpo cilíndrico; y balcón de las pilastras, sobre las volutas de transición al último cuerpo.
Lo que origina la polémica con las torres es su altura, el hecho de que, como señaló Juan de Zavala, su presencia deja una huella imborrable en el conjunto urbano de aquella Sevilla dominada solo por la Giralda. La Academia no protestó oficialmente, pero hizo constar su disgusto "por considerarlas, costosas, innecesarias y poco bellas".
Aníbal estaba delicado de salud, pero a la hora de presentar su dimisión ante el comisarlo Regio pesaron dos razones muy fuertes: la política desconsiderada de Cruz Conde con los sevillanos y la situación derivada del Real Decreto del 10 de marzo de 1926. Además, el arquitecto tenía un carácter impulsivo y tenaz a un tiempo, de modo que no se volvía atrás después de tomar una decisión como aquella".
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