Vivir en Sevilla

Del todo, de la nada y de lo demás

  • El sevillano José Miguel Pereñíguez presenta su traslación de un refranero del siglo XVI al lenguaje visual

  • La Sala de la Provincia onubense expone su proyecto becado con la Vázquez Díaz

"¡ea, buen señor, buen ánimo; buen ánimo, que todo es nada!". Zanjaba así el hidalgo Don Quijote con los duques su peripecia a lomos de Clavileño, rocín de madera, ocasional montura para un caballero presto a darlo todo por salvar de su supuesto hechizo a la bella Dulcinea. Y en esa desazón del propósito no alcanzado, Cervantes pone en su boca parte de una sentencia popular en la época: "Todo es nada lo de este mundo, si no se endereza al segundo".

El mismo dicho lo había recogido antes un humanista sevillano, Juan de Mal Lara, en su recopilación del refranero español de su tiempo en Philosophía vulgar, de 1568. La misma obra a la que un artista nacido 400 años después en su misma ciudad consagra su proyecto Todo es nada, que toma de esa máxima a la que recurrió Don Quijote entre las descarnadas burlas a que le someten en el capítulo 41 de la segunda parte.

La novela más grande jamás escrita en lengua alguna recoge la sabiduría popular de la España de Cervantes, también, como no podía ignorar, a través de los refranes. Pero José Miguel Pereñíguez no se centra en esa sino en la obra de su paisano Juan de Mal y en esos aforismos que él se encarga ahora de "traducir" en objetos.

Porque la suya, dice, es más una labor de traducción que de arte. Porque más que una reinterpretación es una traslación al momento actual en un lenguaje distinto. En este caso, de la palabra a la expresión plástica. "Entronca con cierta práctica mía de traducir a un lenguaje visual, objetual, cosas que están en otro lenguaje, como en este caso el escrito, o como también la música puede ser".

Asegura Pereñíguez que le gustan los retos de ese esfuerzo por la "traducción", insiste en el término. No las desprecia pero sí entiende menos exigentes las obras que reflejan "la imagen sobre la imagen". Dicho así parece un galimatías, pero es más sencillo. Y tampoco es planeado ni casualmente pretencioso.

"Tengo tendencia a que se me crucen los cables con algo y quiera hacer alguna cosa, aunque no sea evidente lo que eso pueda dar de sí". Es lo que le ocurrió con ese descubrimiento particular que fue Philosophía vulgar. De hecho se planteó trabajar en la idea de "emular o reconstruir los recursos retóricos" que encontró en cada refrán original y adaptar "o simbolizar parte del contenido". Tampoco, advierte, es que el planteamiento inicial se vea ahora en las obras resultantes, en el todo que forma la exposición de la Sala de la Provincia de la Diputación de Huelva.

"Puede que haya tenido en muchos casos un desarrollo más alejado del referente inicial", admite. La relación que encontrará el público entre el texto del refrán del XVI y la obra definitiva que le acompaña "es muy sutil". No deja de ser su propia interpretación visual de cada sentencia. Y, también por eso -y por aligerar la muestra de la "retórica arcaica" del XVI para no castigar a los visitantes-, no se acompaña de los textos de Juan de Mal, que hacían lo propio de palabra. Lo mismo que el artista ahora, casi 450 años después, lleva a este trabajo apoyado por la Diputación en 2015 con la beca Daniel Vázquez Díaz a la creación.

El diputado onubense Antonio Beltrán ejerció de anfitrión en la inauguración de la muestra que da forma al proyecto. En los circuitos artísticos andaluces es conocido el prestigio de esta convocatoria anual, "una apuesta de esta institución por estimular la creación artística" convertida ya en "gran aliciente para los jóvenes artistas", entre los que se considera, subrayó Beltrán, "una ayuda eficaz a la producción artística y ejemplo de reconocimiento y fomento de la creación en las artes plásticas, especialmente en estos tiempos de crisis".

Hace un mes fue la artista jiennense Bea Sánchez quien presentó su proyecto Girls just want to have art, becado también en 2015 con la Vázquez Díaz, en la misma convocatoria que José Miguel Pereñíguez (Sevilla, 1977), que toma ahora su relevo en la Sala de la Provincia de la Gran Vía.

"Realmente es un estímulo para los artistas jóvenes porque a muchos les cuesta exponer. Yo mismo entiendo que la exposición es la forma en que se cierra el círculo, cuando las obras cobran un sentido total, en todo su conjunto, complemento unas de otras". Por eso Pereñíguez estaba en la inauguración en pleno "momento de subidón", viendo sus propias obras con el esplendor que no alcanzan en su propio estudio. La propia instalación en esta exposición será la última pieza del puzle, que permitirá entonces mostrar su proyecto en un catálogo en el que la sala será el escenario final de su epopeya popular.

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