Chiclana florece en verano

La costa de Chiclana se transforma todos los veranos. Cada temporada es impresionante el número de personas que se trasladan desde distintos puntos de la geografía española hacia el litoral para poder disfrutar del mar.

La costa chiclanera atrae a miles de turistas, tanto nacionales como extranjeros. Sin duda, el turismo nacional es el que da vida a comercios, restaurantes y todo tipo de establecimientos que resurgen como setas de cara a los meses estivales. Así, no es difícil salir a cenar a algún chiringuito y que en la mesa de al lado haya vascos, madrileños, extremeños o sevillanos. Y eso que durante los meses de verano, los alquileres de las playas de Chiclana se disparan, llegando a suponer la quincena hasta tres mil euros.

Pero la cosa no acaba ahí. Además de los turistas de otras provincias, las playas se llenan de chiclaneros, gaditanos o isleños que gozan de un chalé o un apartamento a pie de playa y que año tras año no fallan en su cita con la costa chiclanera, de extraordinarias playas como La Barrosa y Sancti Petri.

El verano es, por tanto, el maná para los comercios que se asientan en esta zona, tanto es así que por ese motivo el litoral aumenta el número de sus ofertas hosteleras y comerciales. Este año, como viene siendo habitual, muchos locales y restaurantes que permanecen cerrados durante el invierno abren sus puertas con la llegada del calor de la época estival y de un turismo de sol que conlleva la llegada de miles de visitantes.

Ya en junio, los locales comerciales que permanecieron cerrados durante el resto del año, comienzan con las labores de limpieza y rehabilitación preparándose para los meses fuertes de julio y agosto. De este modo, la Barrosa y el Novo cambian de aspecto durante los meses de verano. Más gente, más establecimientos, más ofertas, más de todo. Algunos locales conseguirán mantenerse el resto del año, pero son los menos. Y los que lo logran, en julio y agosto aumentan sus ganancias entre un 100% y un 300%.

Sin duda, los lugares más visitados son los bares, restaurantes y chiringuitos, sobre todo los que ofrecen tapas, ya que es una forma más barata de comer y al mismo tiempo se pueden variar los sabores en una misma comida. Pero no hay que olvidarse del ocio, y por ese motivo la presencia de bares de copas y discotecas crece. Cada año la oferta hostelera es mayor, y por ello los nuevos locales deben ofrecer distintas alternativas, aportando algo llamativo y diferente. De esta forma están surgiendo locales dedicados a cócteles, chill out, pubs con una amplia variedad de ginebras y que a primera hora de la mañana se reconvierten en cafeterías para sacar más partido a estos meses de vacas gordas.

Pero no hay que olvidar que,sin lugar a dudas, los lugares más codiciados son los que están a pie de playa. ¿A quién no le gusta pasar del calor de la arena a una terracita con una bebida fría en la mano? Y es que no hay nada como poder sentarse a disfrutar de una comida y al mismo tiempo escuchar el mar de fondo y ver cómo rompen las olas.

Decenas de tiendas ponen toda la carne en el asador con una amplia gama de productos y artículos, en la mayoría de los casos, relacionados con la playa. Ropa playera, chanclas y, por supuesto, juguetes para los niños como son las palas, cubos o carretillas, entre otros, y los no tan niños, que se mueren por una colchoneta bien grande, para, además de bañarse con ella, poder tumbarse después de comer a dormir una siestecita bajo la sombrilla.

También hay que hablar de los ultramarinos que ahora en verano abren todos los días y, más de una vez, salvan de un apuro. Este tipo de comercios tienen de todo lo imaginable, en algunos casos con un precio superior a un supermercado más grande, pero al estar cerca de casa y de la playa siempre son más cómodos y van genial a la hora de comprar la botellita de agua o el paquete de patatas para bajarnos a comer a la arena.

Eso sí, La Barrosa sigue siendo un buen negocio junto a la imaginación de los comerciantes que amplían su oferta. A día de hoy podemos encontrar de todo y para todos: un estanco, un lugar de loterías y apuestas del Estado, tiendas de ropa, peluquerías, ferreterías, tiendas de deporte, incluso entidades bancarias. Y lo que no falta ningún año, los puestos de artesanía que abren todas las tardes. Tanta es su aceptación que se montan a la entrada del Novo y en la segunda pista de La Barrosa.

Lo mismo pasa en Sancti Petri. Los comerciantes aprovechan las instalaciones deportivas y su ubicación estratégica para ofrecer a los usuarios actividades durante el verano, siempre relacionadas con el mar, y excursiones para visitar el Castillo de Sancti Petri. Esta oferta va en aumento y se pueden hacer cursos de buceo, kite surf, o canoa y alquilar equipos para todo lo relacionado con los deportes marítimos y acuáticos, incluso hidropedales con los que uno puede disfrutar del mar de una forma alternativa.

Es posible que éstos no sean los mejores años para los comerciantes y hosteleros, ya que la gente tiene menos dinero y no gasta tanto como en otras épocas, pero es innegable el poder que tiene la época estival en la costa chiclanera. No se puede discutir el hecho de que si cada año abren nuevos comercios de cara al verano, debe ser porque obtienen beneficios. No hay más que pasear por la playa para poder darse cuenta de que sólo estamos en julio (que no es el mes más fuerte) y las playas ya están repletas de gente.

Los comerciantes y hosteleros de Chiclana tendrán que esperar a que finalice el verano para hacer cuenta de los beneficios obtenidos, pero, de momento, las playas están llenas, es difícil encontrar alguna casa que todavía no se haya alquilado, en los restaurantes no se ve una silla vacía al mediodía y en los bares de copas trabajan sin descanso por las noches. Se ve claro, Chiclana florece en verano.