Imagen única de la Virgen del Rocío por el Año Jubilar
La procesión extraordinaria duró cerca de ocho horas y resultó todo un éxito por la belleza de cómo fue portada la Patrona
La Virgen del Rocío, en su procesión extraordinaria del Año Jubilar, ofreció durante cerca de ocho horas a una imagen singular luciendo la ráfaga llamada de punta. Trasladaba así a la devoción de las abuelas, a esas estampas amarillentas que regalan una devoción de siglos. Eso es lo que ha querido buscar la Hermandad Matriz de Almonte -lo dijo su presidente, Juan Ignacio Reales-, regalar a los más jóvenes esa mirada distinta a la Virgen del Rocío, en esa imagen hermosísima que muestra en muy contadas ocasiones al culto en su santuario. Así lucía la Virgen en su peana desde las pasadas Jornadas de Pastoral Juvenil que se unían a las mundiales que el papa Francisco presidió en Brasil. Desde entonces la Virgen había descendido de su camarín, preparada para la procesión de ayer. A los jóvenes se les quiso mostrar esa para ellos nueva imagen de la Virgen, enraizándola a la vez en una devoción de siglos.
Se inició el rosario a las doce de la noche, en ese momento que va de un día a otro, de una generación a otra para estar al lado de Ella. Y sigue el Ave María desde la ermita, junto a la Virgen del Rocío, mientras la comitiva recorre el camino tradicional, para recordar el bicentenario del voto de Almonte del llamado Rocío Chico. Una liberación de las tropas francesas en la guerra de la independencia, pero vienen ahora también a la mente las muchas otras ocasiones reiteradas en la historia de favores de la Virgen a su pueblo. No era un día de trajes de flamenca, no era romería, sino jornada de plegaria y agradecimiento. Es la devoción diaria como la Hermandad Matriz quiere ofrecer más allá del binomio Rocío-romería.
En el interior de la iglesia, sin pasillos y sin embargo con bastante tranquilidad, pues no había la bulla de la romería, la reja de la Virgen se veía custodiada por los almonteños que desde un primer momento estaban agarrados a ella. A la una de la madrugada un primer intento que apaciguó el santero. Mientras en la calle la comitiva del rosario procesional se dirigía hacia la ermita. A la 1:08 se produjo el salto, no había llegado aún el Simpecado por lo que se esperó hasta que estuviera delante de la Virgen y empezar así la procesión. Se nota que hay un movimiento en la peana, pero se aguanta hasta la 1:14, que se ve el Simpecado en la iglesia se abre paso con toda comodidad hasta el altar cuando parece besar a la Virgen. Una imagen distinta, cercana y emocionante; y ya sí, el paso empieza su caminar, la Virgen sobre la peana de su paso, sin su palio de ocho varales, echo que hizo que fuera su caminar más liviano para los hombres de la Virgen que la mantuvieron siempre en alto, lo que sin duda es otro de los deseos constantes de la Matriz, evitar que la Virgen tenga que descansar en el suelo. El momento esperado era verla enmarcada en la concha peregrina de su blanco santuario, iluminado por los fuegos artificiales.
Ofrecía estampas hermosas sobre el fondo de la noche, navegando delante de la explanada de su santuario. El recorrido fue un repicar de campanas, júbilo en la aldea en un agosto muy distinto y emocionante. Los flashes de las cámaras de fotos motivan los destellos de la plata mientras se acercan a los niños hasta la Virgen. Un recorrido sin los simpecados de las hermandades filiales, pero sí palmas y alegría esperando en las casas que las hermandades que tienen la suerte de estar en el itinerario de siempre de la procesión. Y un campanil le daba el testigo a otro en la espera y así sucesivamente en una melodía especialmente rociera. Las campanas eran una llamada ansiosa de su presencia. Cercana a la seis de la mañana la Virgen llegaba a la casa de las camaristas y allí la hija subida a las andas le dedicó una salve y vivas y, muy especialmente, al pueblo de Almonte.
Huelva permanecía a la espera, se escuchaba su campanil. En el Real se vivió una estampa al menos curiosa, la Virgen con su ráfaga de punta frente a la otra de la de la coronación que se veía en su monumento. Aquí un grupo de tamborileros le rezaron la salve. Los móviles grabando en plena noche parecían velas encendidas. A las 6:43 estaba llegando a la casa d ella Hermandad de Huelva para tres minutos después enfilar la calle la Romería hacia el eucaliptal y llegar a la explanada de Gines. Entre un mar de plegarias, la Virgen se acercó a muchas casas donde se le cantó o se le ofrendó con lluvia de pétalos de flores. Rayando las ocho de la mañana, con todo el día abierto y descubierta aun más la belleza de la Virgen, oculta por la noche, el vicario parroquial de Almonte le rezó la salve en la explanada de Jerez.
Se presumía que pronto se produciría la recogida y a las 8:15 se abrían las puertas de la ermita que, como la capilla votiva permanecieron cerrada durante la procesión, de esta forma y en cuestión de seguridad era una medida que daba tranquilidad después del susto de la falsa bomba en la pasada Jornada de la Juventud
Desde la calle Carreta enfilaba hacia la casa de la Matriz y fue entonces cuando el sol iluminó su rostro. De aquí hacia la recogida todo fue muy ligero hasta quedar posada en su altar, eran las 8:51; se había subido al paso las camaristas y los sacerdotes. La ermita era todo un retumbar de palmas y vivas, de ambiente de fiesta y alegría. La última salve, la del párroco José García, ponía el colofón a la procesión.
Concluía así la cuarta procesión de la Reina de las Marismas en los últimos cuatro meses, tras la procesión por el pueblo de Almonte, el pasado 5 de mayo, y su posterior ida hacia El Rocío el día 12 del mismo mes y la anual del Lunes Pentecostés, el día 20.
La jornada concluyó en la tarde noche con la solemne función del voto del Rocío Chico que presidió el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco. El Año Jubilar por este bicentenario continuará hasta el 8 de septiembre, para cuando está prevista su clausura.
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