El placer del café con 'seseo': así es Plasér, la nueva cafetería de Sevilla donde el café se sirve por un agujero
En pleno centro histórico, este pequeño local ha logrado lo impensable: convertir una pared en el punto de encuentro más fotografiado de la ciudad
¡Marchando un café!: Sevilla celebra el Día Mundial de esta bebida en clave de especialidad
En una de las calles más transitadas del casco histórico de Sevilla, entre tiendas de recuerdos y el eco constante de las Setas, hay una pared blanca con un agujero. No hay mesas ni sillas ni terraza ni camareros que saluden desde dentro. Solo una oquedad, casi improvisada, y un letrero metálico que enumera las bebidas que pueden salir de ella: cafés, tés, matchas, frappés. Detrás, se escucha la voz de alguien que pregunta con naturalidad: "¿Qué te pongo, corazón?"
El lugar se llama Plasér, con ese seseo que en Sevilla convierte el sonido del placer en una seña de identidad. Abrió el 25 de septiembre y en apenas dos semanas se ha convertido en el secreto a voces de la ciudad. Las redes sociales hierven con vídeos de manos que asoman por el muro para entregar cafés coronados con espuma. Las colas, discretas pero constantes, delatan la curiosidad de vecinos y turistas que no quieren irse sin mirar por el agujero.
Miguel, uno de los fundadores, lo cuenta con una mezcla de sorpresa y vértigo: "Queríamos que tuviera éxito, pero no imaginábamos que fuera tan rápido. En dos semanas ha sido una auténtica locura, pero estamos muy contentos".
Él y su socia son sevillanos, y descubrieron la idea navegando por internet: cafeterías minimalistas en otras ciudades que servían café a través de una pared, una suerte de coffee window para tiempos impacientes. "Nos gustó la estética y la idea de traer algo así aquí", dice Miguel. "Creíamos que Sevilla era el lugar perfecto".
El mural colectivo hace que Plasér sea más especial
La pared se ha convertido en un lienzo colectivo. Los primeros en escribir sobre ella fueron amigos y familiares durante la inauguración. Después, los mensajes se multiplicaron: firmas, dedicatorias, dibujos, palabras en chino y hasta nombres de lugares improbables. "Nos han firmado personas de Las Vegas, de Alaska… cosas que ni entendemos", cuenta Miguel riendo.
Sus bebidas: bonitas y de alta calidad
Pero más allá del gesto, hay café. Y del bueno. Plasér trabaja con Inefflable Coffee, un tostadero sevillano de café de especialidad que se ha convertido en referencia entre los baristas locales. "Desde el principio quisimos tener buena materia prima", explica Miguel. "No queríamos que todo fuera solo estética. Detrás del agujero hay mucho trabajo, un café estudiado y una carta que cuidamos cada semana."
Además del espresso o el clásico cappuccino, Plasér ofrece matchas con toppings, frappés y bebidas vegetales de avena, soja o almendra. Los hay con siropes, con toques dulces y, en ocasiones, con guiños al postre: un café tiramisú, por ejemplo, servido con galleta. "Hay clientes que están probando toda la carta, uno cada día", dice Miguel. “Y repite muchísima gente. Los que son de aquí, claro. Los turistas se llevan la experiencia”.
Lo que significa este modelo de negocio
El fenómeno también habla de una Sevilla en transformación. Una ciudad que, sin renunciar a su identidad, está aprendiendo a dialogar con la globalidad del diseño y el café de especialidad. Si hace unos años las colas eran para los helados de temporada o los cruasanes virales, ahora lo son para ver qué hay detrás de un muro blanco. "Sevilla es muy visual", dice Miguel. "Y al final esto entra por los ojos. Pero luego la gente se queda por el sabor".
Plasér es, en el fondo, un gesto simple: un agujero en la pared que sirve café. Pero en su sencillez hay algo más profundo, una pequeña metáfora del placer contemporáneo: mirar, compartir, probar, seguir caminando. Sin mesas ni prisas, pero con una historia detrás.
Hay clientes que están probando toda la carta, uno cada día
Miguel sonríe cuando se le pregunta por el futuro: "Queremos ir incorporando novedades cada semana, nuevas bebidas, quizá algo de comida. Pero poco a poco".
De momento, Plasér ya ha logrado algo que muchos persiguen y pocos alcanzan: convertir lo cotidiano en experiencia. Que pedir un café se convierta en un pequeño acto de descubrimiento. Y que, por unos segundos, Sevilla mire, literalmente, a través del placer.
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