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El curioso motivo por el que algunos edificios de la plaza de la Encarnación de Sevilla parecen 'derretirse'

La Plaza de la Encarnación.

La Plaza de la Encarnación. / Antonio Pizarro

La plaza de la Encarnación de Sevilla y sus zonas aledañas son algunos de los puntos de la ciudad con más historias que contar. Se ve en las fachadas de muchos edificios, que, al contrario de muchos edificios modernos parecen algo irregulares (y más si se comparan con la modernidad y acabado de las Setas que se encuentran muy cerca). Esto se explica por varias razones, como da a conocer la sevillana Mar M. Muñoz a través de su cuenta en Instagram @lost_in_Seville

El tiempo, un enemigo que dota de carácter a los edificios más antiguos de la ciudad

En un vídeo publicado en Instagram de @Lost_in_Seville, Mar M. Muñoz hace referencia a los desniveles que presentan algunos edificios de la zona de la plaza de la Encarnación, "con ventanas torcidas y pórticos irregulares que parece que se están cayendo, como derritiéndose". La creadora de contenido ha decidido investigar partiendo de uno de los edificios con más historia de la plaza: el antiguo convento de Regina Angelorum, que hoy es hogar del hotel Casa de Indias.

Como explica en su publicación, algunas de las fachadas (así como otros elementos arquitectónicos como las escaleras) no pueden cambiarse por ser parte del patrimonio de la ciudad, ya que algunos cuentan con unos cuatro siglos de antigüedad. A eso se le suma que el tiempo no pasa en balde y diversos cambios en el terreno, como "roturas de cañerías, intervenciones cercanas", entre otros, también influyen en las fachadas de la zona y en cómo han cambiado.

El edificio por su parte, acogió durante un par de siglos el convento de Regina Angelorum, que perteneció a la orden de los dominicos. Fue fundado en el siglo XVI como parte de lo expresado en el testamento de Leonor Manrique de Lara y Castro, esposa del marqués de Ayamonte y el convento y su iglesia comenzaron a construirse en 1553 gracias a la hija de la marquesa, Teresa de Zúñiga y Manrique de Lara. Como muchas otras construcciones de la ciudad, fue exclaustrado durante la ocupación francesa que tuvo lugar en el siglo XIX y a día de hoy, tras una rehabilitación, es hogar de un hotel.

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