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Los orígenes de la festividad de la Virgen de los Reyes

Los músicos de la Municipal en la procesión de la Virgen de los Reyes

Los músicos de la Municipal en la procesión de la Virgen de los Reyes / Juan Carlos Vázquez

Esta primera quincena de agosto marca el inicio la que es una de las celebraciones religiosas más destacadas de la capital hispalense: la Asunción de la Virgen María y la veneración de la Virgen de los Reyes Coronada, motivo de una procesión multitudinaria por las calles de Sevilla acompañada de otros ritos varios que se prolongan desde el día 4 de este mes, con un primer besamanos, hasta el día 22, cuando se devuelve la Virgen a su retablo, en la Capilla Real de la Catedral.

Los orígenes de esta festividad, por otra parte, están llenos de misterio, existiendo diversas hipótesis al respecto, que van desde lo histórico hasta el ensueño y la leyenda.

Diversas hipótesis respecto al origen

La teoría más realista y con base en la historia de la Corona española, reza que esta imagen fue un regalo a Fernando III de Castilla de su primo hermano, Luis IX de Francia, con motivo de la reconquista de la ciudad de Sevilla.

La leyenda, transmitida de generación en generación por autoridades religiosas y monárquicas, cuenta una historia muy diferente, directamente relacionada con el éxtasis religioso y las apariciones y visiones. De acuerdo con ella, la Virgen de los Reyes apareció en los sueños del monarca castellano, garantizándole su protección y mostrándole su destino de conquistar Sevilla el día antes de su toma.

Tras esta visión, San Fernando pidió el comienzo del proyecto de una talla en su honor, materializando así su eterno agradecimiento a la Virgen en cuestión por guiarle en su causa.

No obstante, todos los intentos de los escultores asignados por el propio monarca cayeron en saco roto, puesto que ninguno de ellos hacía, a criterio del mismo, justicia a la imagen que se le presentó en sueños y le transmitió la voluntad divina de salir triunfante de su campaña en territorio hispalense.

Así fue hasta que, de acuerdo una vez más con la leyenda, comenzó a sonar música celestial en el lugar donde se estaba llevando a cabo la talla expresamente pedida por la Corona, lo cual atrajo la atención de una sirvienta que se encontraba en las inmediaciones.

Al mirar por la cerradura de esta sala, la sirvienta pudo ver a los trabajadores ocupados de esculpir esta talla cantando plegarias a la Virgen, lo cual instó a la misma a comunicarle lo sucedido al rey San Fernando.

Cuando el monarca llegó a la mencionada ubicación, quedó atónito al contemplar la imagen exacta, tal y como había soñado, de la Virgen de los Reyes, y los que se creían escultores eran en realidad tres ángeles, directos de los cielos, que se habían ocupado de esculpir a la perfección una talla idéntica a la imagen que guio a San Fernando días antes.

Lo más peculiar de toda esta historia es que aún en la actualidad no se ha podido encontrar una explicación para dilucidar el método que los escultores siguieron para construir esta talla en un periodo tan breve de tiempo, por lo que incluso se llegó a considerar un milagro en tiempos del obispo Don Remondo (siglo XIII).

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