El pueblo de Sevilla con origen prehistórico que viste de cal a toda Andalucía

Este municipio es el único de Sevilla que mantiene su actividad en los hornos de cal

Comida fusión a base de tapas en este bar del centro de Sevilla

Morón de la Frontera
Morón de la Frontera / turismosevilla.org

A 65 kilómetros de Sevilla, en la comarca de la Sierra Sur, se encuentra una de las localidades con más pasado de Sevilla, famosa por su historia, sus tradiciones y por ser la mayor productora de cal de toda la provincia. Se trata de Morón de la Frontera, un pueblo cuyo origen se remonta al Paleolítico por el que han pasado fenicios, romanos, visigodos y musulmanes.

En la actualidad y ya con el título de ciudad desde hace más de un siglo, Morón es famoso por sus casas blancas, sus monumentos, su tradición flamenca y su gastronomía, por lo que se ha convertido en un lugar perfecto para visitar dentro de la provincia sevillana.

Su historia

A pesar de que se han encontrado restos arqueológicos del Paleolítico como dólmenes, los orígenes de Morón como entidad de población civilizada se remontan a los fenicios. Tras su paso por el actual municipio, también se tiene constancia de la existencia de romanos y visigodos en estas tierras gracias a los restos encontrados en el centro de la ciudad y sus alrededores. De esta etapa, se han hallado sarcófagos y ladrillos decorados.

En el transcurso de la dominación árabe, del año 716 al 1240, su población se desarrolló favorablemente, desbordando los muros de la ciudadela fortificada. Tras la caída del califato y la incorporación al sistema de reinos de Taifas, en el siglo XI, Morón alcanzó su mayor apogeo, hasta llegar a convertirse en capital de uno de estos reinos. Fruto de ello se construye el castillo, sede de dicho reino taifa.

En el año 1240 Morón de la Frontera pasaría a manos cristianas con la reconquista de Fernando III el Santo. Tras ello, Morón vive durante más de dos siglos como ciudad fronteriza, de ahí que sea conocido como «de la Frontera». En 1253, Alfonso X el Sabio entrega el castillo y la villa moronense al Ayuntamiento de Sevilla, tras lo cual pasa a manos de la Corona y a la Orden de Alcántara, quienes se la van turnando sucesivamente durante varios años.

En 1461, la Orden de Alcántara permuta Morón, el Castillo de Cote y Arahal por otras propiedades. De este modo, la villa moronense pasa a pertenecer a los Téllez Girón, condes de Ureña, de cuyo linaje proceden los duques de Osuna. Éstos la controlarían hasta el siglo XVII, en el que se abolen los señoríos. Ya en el año 1894 Morón de la Frontera ostentaría el título de ciudad.

La cal de Morón

Si por algo es conocida la ciudad de Morón es por su tradición con la creación de cal, la cual ha sido sustento y seña de identidad de este territorio. La cal es el resultado de la cocción de la piedra caliza a una elevada temperatura, por lo que se necesita, para ello, un horno y unos maestros artesanos que hayan adquirido la cultura y los saberes necesarios para ello, generalmente por transmisión familiar.

Y es que, aunque se tiene constancia de la existencia de hornos de cal en varias localidades sevillanas, como Montellano y Arahal, el único lugar en el que esta tradición sigue activa en la actualidad es en Morón de la Frontera, concretamente en las caleras de la sierra de Montegil. La cal no solo se ha empleado para blanquear los edificios y cubrir los materiales pobres sino también para la arquitectura y ornamentación de construcciones tradiciones. Históricamente, la cal de Morón de la Frontera, ha sido una de las más prestigiosas en la comarca, tanto por la cantidad elaborada como su gran calidad. En consecuencia, la actividad de calero ha sido una de las más importantes en el municipio.

Hornos de cal de Morón
Hornos de cal de Morón / turismomoron.es

Ya desde época romana, la cal se mezclaba con el mortero en la construcción para reforzar las casas. En época musulmana esta tradición se mantendría, hasta el punto de que el cimiento de la Giralda se construiría con mortero hidráulico y posiblemente fue usada la cal de Morón por la cercanía entre el municipio y la ciudad. Esta cal adquirió tanta importancia que era llevada a lomos de los burros por toda Andalucía, formando parte de la empleada en los famosos pueblos blancos de Sevilla y otros lugares de la región.

Hoy en día la cal de los tradicionales hornos moronenses se utiliza por lo general para pintar, aunque también se vende para los morteros de revestimiento, mientras que la cal de la moderna industria de Morón se destina a la química, minería y fundiciones, principalmente.

Qué ver y comer en Morón de la Frontera

Más allá de la tradición calera en Morón de la Frontera, que se puede conocer durante una visita al Museo de la Cal que hay en la localidad, este pueblo cuenta con algunos lugares de interés que merece la pena conocer. El más famoso de ellos es el Castillo, pero más allá de esta emblemática construcción, también destacan la Iglesia de San Miguel Arcángel, conocida como «la pequeña catedral» de la Sierra Sur, el Paseo del Gallo, el palacio de los Condes de Miraflores o la Iglesia de San Francisco de Asís, declarada Bien de Interés Cultural.

Morón de la Frontera
Morón de la Frontera / turismosevilla.org

Respecto a su gastronomía, destacan las carnes de caza, las aceitunas de mesa o los dulces típicos de esta localidad. En el Convento de Santa Clara puedes degustar ‘los batatines’, a base de batata de California y almendras, o ‘las frutitas’ hechas con pera y melocotón. Morón es una localidad con esencia e historia. Recorrer sus calles, adentrarse en su pasado y acercarse a sus vecinos y vecinas es un plan perfecto para conocer uno de los lugares con mayor encanto de la provincia de Sevilla.

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