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Rutas de senderismo

Etapa 3 del Camino del Estrecho: El Lentiscal (Bolonia)-Tahivilla

Un aerogenerador con la Sierra de la Plata al fondo.

Un aerogenerador con la Sierra de la Plata al fondo. / Emilio J. De los Santos

El Camino del Estrecho se despide del mar de momento. Lo hace en una etapa de contrastes entre costa, montaña baja y llanura. Unos 18 kilómetros separan El Lentiscal de Tahivilla, siendo lo más destacado el tránsito por la Sierra de la Plata.

Mirando al oeste tenemos la Punta Camarinal y la Duna de Bolonia. En esa dirección, tomamos la calle principal de El Lentiscal hasta una curva a la derecha. Aquí dejamos el asfalto para enfilar el camino de tierra que pasa cerca de un chiringuito. Por un camino de tablas, a la izquierda, nos adentramos en el arenal. Por la playa rodeamos el Arroyo del Alpariate, que puede presentar más o menos agua según lo que haya llovido.

Avanzamos por una pasarela de madera que va paralela a la playa. Avanzamos por una pasarela de madera que va paralela a la playa.

Avanzamos por una pasarela de madera que va paralela a la playa. / Emilio J. De los Santos

Pasado un aparcamiento, a la derecha, observamos que arranca otra pasarela de madera, esta vez en paralelo a la orilla. Pasamos otro grupo de casas y nos aproximamos a las ruinas de Baelo Claudia, en concreto vamos por el límite próximo a las antiguas fábricas de salazones. Superado el Arroyo de las Viñas, nos despedimos de las tablas para internarnos, por la derecha, en un frondoso pinar.

Pasamos junto a las ruinas de las conserveras de Baelo Claudia. Pasamos junto a las ruinas de las conserveras de Baelo Claudia.

Pasamos junto a las ruinas de las conserveras de Baelo Claudia. / Emilio J. De los Santos

Cuidado en este tramo por la Colada del Camarinal porque tiene partes muy difusas. La referencia más clara que tendremos es la doble valla que delimita el recinto de Baelo Claudia. Avanzaremos por un terreno arenoso en ligero ascenso y con mucho matorral durante unos 800 metros. Tras dos portelas, acabamos encontrando la carretera CA-8202. Vamos hacia la izquierda ya por el asfalto. Así acabamos entrando en la población de Sierra de la Plata.

Atravesamos un bonito pinar por el lateral del vallado de las ruinas. Atravesamos un bonito pinar por el lateral del vallado de las ruinas.

Atravesamos un bonito pinar por el lateral del vallado de las ruinas. / Emilio J. De los Santos

Ante las primeras casas, doblamos a la derecha y, en 300 metros, otra vez a la derecha en la bifurcación. Nos mantenemos un buen tramo por un carril asfaltado (en mal estado). La subida es constante, pero bastante suave. La serpenteante carretera deja al lado izquierdo una pronunciada pendiente ascendente y en el otro flanco una panorámica impresionante de toda la Ensenada de Bolonia. Las vistas mejoran a cada paso. Tras una ese, rebasamos un conjunto de casas dispersas: Casas del Rancho del Helechal y, justo después, el Caserío de la Sierra de la Plata. Por aquí llevamos ya 4 kilómetros de la etapa.

La carretera nos ofrece bellas panorámicas de la Ensenada de Bolonia. La carretera nos ofrece bellas panorámicas de la Ensenada de Bolonia.

La carretera nos ofrece bellas panorámicas de la Ensenada de Bolonia. / Emilio J. De los Santos

Sin salirnos del carril principal, continuamos pasando junto a las construcciones aisladas del Cortijada del Realejo y, acto seguido, las del Cortijo de Gloria. La formación rocosa a nuestra izquierda será cada vez más vistosa y escarpada: veremos una elevada pared de roca que da cobijo a unas buitreras

Pasamos a los pies de un imponente macizo rocoso que alberga algunas buitreras. Pasamos a los pies de un imponente macizo rocoso que alberga algunas buitreras.

Pasamos a los pies de un imponente macizo rocoso que alberga algunas buitreras. / Emilio J. De los Santos

Últimas rampas coronan el Cerro de la Rosa Grande (294 metros). Arriba del todo, el carril asfaltado dobla a la derecha, pero nosotros lo abandonamos por la izquierda. Penetramos en una zona con una vegetación muy abundante. En algún claro, si nos orientamos al norte, ya podremos ver los molinos del campo de aerogeneradores de Facinas y Tahivilla. Llevamos 8 kilómetros de la etapa.

Abandonamos el camino principal por una zona con mucha vegetación. Abandonamos el camino principal por una zona con mucha vegetación.

Abandonamos el camino principal por una zona con mucha vegetación. / Emilio J. De los Santos

Un agradable tramo da paso a otro giro a la derecha. Toca bajar tras pasar una puerta (una flecha amarilla deja claro el camino). El descenso, de unos dos kilómetros, es más pronunciado que la subida. Los primeros compases van por plena ladera, entre arbustos. El camino está claro, pero hay que tener cuidado si el suelo está mojado porque el barro dificulta la pisada. Si damos con alguna bifurcación, debemos ir siempre ala derecha. Poco a poco vamos perdiendo altura por la falda. Accedemos a los terrenos de El Acebuchal.

Tras esta puerta empieza el descenso. Tras esta puerta empieza el descenso.

Tras esta puerta empieza el descenso. / Emilio J. De los Santos

Cuando se aplane algo el perfil, superamos el Arroyo Hondo para tomar a la derecha una cañada de tierra más dura y ancha. Se trata del Cordel del Armachal. Atravesamos una valla y alcanzamos una encrucijada. Vamos a la izquierda.

El perfil se relaja: nuestro objetivo son los generadores. El perfil se relaja: nuestro objetivo son los generadores.

El perfil se relaja: nuestro objetivo son los generadores. / Emilio J. De los Santos

El sendero cambia de orientación al oeste. A nuestra izquierda tenemos la Sierra de la Plata que acabamos de atravesar y a la derecha, el parque eólico. Nos mantenemos así un kilómetro antes de virar a la derecha, atravesar una pesada puerta metálica y adentrarnos en los terrenos con interminables hileras de aerogeneradores. El trazado desaparece, pero queda claro que hay que proseguir por la ladera de la Loma de los Mosquitos, el cerro que tenemos justo delante. Arriba, damos con un carril de mantenimiento del grupo de molinos. Seguimos este camino hacia la derecha.

Esta cancela nos da acceso al parque eólico. Esta cancela nos da acceso al parque eólico.

Esta cancela nos da acceso al parque eólico. / Emilio J. De los Santos

El paisaje ha cambiado de forma radical. El verdor de la Sierra de la Plata queda atrás. Ante nosotros se extiende una llanura a lo largo muchos kilómetros: a la derecha, podremos ver Facinas, a los pies de la Sierra de Fates; de frente, distinguimos Tahivilla y más allá la Sierra Blanquilla; a la izquierda, está la Sierra de Retín.

Una amplia llanura con el parque eólico extendiéndose kilómetros y kilómetros. Una amplia llanura con el parque eólico extendiéndose kilómetros y kilómetros.

Una amplia llanura con el parque eólico extendiéndose kilómetros y kilómetros. / Emilio J. De los Santos

El carril atraviesa con decisión estos amplios y ondulados terrenos mientras deja a cada lado las hileras  de los aerogeneradores que prácticamente se pierden en el horizonte. Al bajar de la Loma de los Mosquitos, dejamos a la izquierda un suave promontorio (Cerro de Juan Romero) y un poco más adelante unas construcciones. El carril da un giro de 90 grados hacia la derecha. 

El final lo marca una desquiciante recta de casi cuatro kilómetros antes de Tahivilla. El final lo marca una desquiciante recta de casi cuatro kilómetros antes de Tahivilla.

El final lo marca una desquiciante recta de casi cuatro kilómetros antes de Tahivilla. / Emilio J. De los Santos

Nos aguarda el Camino de la Dehesilla, una recta por asfalto de casi cuatro kilómetros. Mucha paciencia aquí y cuidado si hace calor. Será un entrenamiento para un tramo horrible que hay en la próxima etapa.

Tahivilla se articula alrededor de su parroquia. Tahivilla se articula alrededor de su parroquia.

Tahivilla se articula alrededor de su parroquia. / Emilio J. De los Santos

Poco más le queda a esta jornada. Tahivilla nos da la bienvenida con su cementerio. Una vez superado, doblamos a la izquierda para entrar en su núcleo urbano, que se articula alrededor de la Parroquia de San Isidro Labrador. Todos los servicios están por esta plaza. Pese a su pequeño tamaño (algo más de 400 habitantes), cuenta con un pequeño albergue de peregrinos de donativo.

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