Etapa 10 del Camino Olvidado: Guardo-Puente Almuhey | León nos da la bienvenida
Un recorrido que puede considerarse de transición, sin excesivas complicaciones y una distancia que no alcanza los 20 kilómetros.
Etapa anterior: Cervera de Pisuerga-Guardo
Inicio del Camino Olvidado desde Bilbao
La novena etapa fue un verdadero desafío, con sus 40 kilómetros que parecieron interminables. Afortunadamente, la décima jornada del Camino Olvidado ofrece cierto respiro. Su distancia no supera los 18 kilómetros y su perfil tampoco es excesivamente exigente, aunque reserva una pequeña sorpresa al final.
El trayecto entre Guardo y Puente Almuhey marca además el último cambio de provincia en este gran recorrido. A mitad de etapa, entraremos en León, el territorio donde pasaremos más tiempo y donde disfrutaremos plenamente de sus impresionantes paisajes montañosos.
Otra variante
En esta jornada, existe una variante mucho más larga y ondulada. Desde Guardo, busca el Collado de Torales para pasar de Palencia a León. Si bien podría ser más vistosa, supone un rodeo considerable que alarga la etapa hasta los 31,7 kilómetros. Considerando el agotamiento de la jornada previa y que más adelante nos esperan numerosos tramos montañosos, quizás sea prudente reservar algo de fuerzas.
Como se mencionó en la descripción de la etapa anterior, el albergue de Guardo se ubica al final de la población, en una ladera rodeada de árboles. En la jornada previa parecía una situación incómoda, pero ahora la veremos con otros ojos: nos permitirá abandonar la localidad rápidamente. Desde la puerta del hospedaje, tomamos la vía de servicio que asciende junto a la subestación eléctrica y cruzamos la CL-626 para internarnos en un precioso robledal.
El sendero en este primer tramo asciende hasta la Ermita del Cristo del Amparo, ganando unos 100 metros de altitud en un kilómetro y medio. A medio camino, atravesamos un cortafuegos y, unos metros después, un cartel nos indicará la opción de desviarnos brevemente hacia la Fuente del Peregrino. Vale la pena visitarla y llenar la cantimplora con su refrescante agua. El recorrido nos conduce finalmente a una amplia explanada de hierba con numerosos merenderos y la mencionada ermita en el centro.
Andamos por el camino asfaltado hasta la rotonda de acceso al recinto. Tras cruzar de nuevo la CL-626, nos situamos en el lado opuesto. Evitamos el carril que delimita el desangelado Polígono de Campondón, tomando una vereda que nos lleva por el lateral. Poco a poco nos adentramos en un pinar replantado, con los árboles dispuestos en perfectas líneas paralelas. Pasado un amplio cortafuegos, pisamos el firme del carril mencionado anteriormente. En la próxima encrucijada, giramos en ángulo recto y salimos por la pista de tierra.
Enfilamos una larga recta por un terreno muy llano. A la izquierda, nos acompaña otro enorme pinar replantado, con hileras de troncos que se pierden en el horizonte. A un kilómetro aproximadamente del cruce anterior, llegamos a una zona que puede generar confusión. Es crucial seguir la pista de tierra que avanza en paralelo al carril asfaltado de la derecha. Así, no tendremos posibilidad de perdernos.
A cierta distancia, nos separamos de esta referencia. Nuestra guía será la linde del pinar de la izquierda. A la derecha, la vegetación aparece y desaparece, o se agrupan matorrales y árboles variados. En el kilómetro 6, nos topamos con un cruce. El ramal de la derecha sube a una granja; debemos seguir de frente, por el Valle del Arroyo de los Pontones. Una enorme pradera se abre a la derecha, mientras que los pinos repoblados continúan a la izquierda.
A 700 metros, encontramos una bifurcación: hay que seguir por la derecha hasta desembocar en un camino más amplio. Lo recorremos hacia la izquierda unos metros hasta dar con la primera salida a la derecha. Tomamos este nuevo sendero.
La superficie se vuelve algo más irregular. Rodeamos una loma mientras nos orientamos progresivamente hacia el norte. Terminamos en una carretera local que nos conduce a San Pedro de Cansoles, la última localidad de Palencia. Cruzamos la localidad por su zona sur. Junto a la Iglesia de San Pedro, veremos una curiosa escultura dedicada al peregrino. Aquí debemos desviarnos a la izquierda hasta dejar atrás las casas. Nos mantenemos unos 500 metros por el carril asfaltado antes de desviarnos a la derecha para descender al Valle del Valcuende.
Serpenteante, la vereda evita ascender a los cerros bajos que nos rodean, mientras el paisaje despliega un entorno muy bucólico. Una larga recta se encargará de internarnos en territorio leonés. No seremos conscientes del cambio de provincia hasta llegar al pueblo de Valcuende, donde varios carteles nos confirmarán que estamos en León y que aún nos faltan 267 kilómetros para llegar al final del Camino Olvidado en Villafranca del Bierzo (450,1 km hasta Santiago). La aldea es muy pintoresca, con casas de piedra. Dejamos a la izquierda la Ermita de San Juan Bautista y una curva nos sitúa sobre el asfalto de la carretera LE-4709. Por ella, pasamos por encima de la vía del tren y a 200 metros salimos por el sendero estrecho de la izquierda.
El paisaje se vuelve más agreste y solitario hasta que el sendero se interna en trinchera dentro de un denso bosque. Mucho cuidado al medio kilómetro con un cruce algo confuso. En la intersección, seguimos de frente, pero pronto el sendero se desdobla. Hay que caminar por la derecha. Pasado un gasoducto, el flanco derecho comienza a mostrar una vegetación más rala. Tras dos kilómetros dentro del bosque, alcanzamos Cegoñal. El pueblo está dividido en dos por el arroyo homónimo. En la primera parte, debemos buscar la Iglesia de San Julián y, junto a ella, tomar el puente y la calle que siguen de frente. Al fondo, giramos a la izquierda.
El último tramo de esta etapa, de unos dos kilómetros, sigue el lateral de la empinada ladera de la Solana Tras La Conta. Nos mantenemos a media altura de su falda, por un sendero con tendencia a bajar suavemente y siempre rodeado de árboles. Atravesaremos en dos ocasiones tres cortafuegos.
En cierto momento, tendremos una visión clara del final de la etapa. Pero antes, tendremos que descender del cerro: esta es la sorpresa final que adelantábamos al comenzar esta guía. La ladera en esta zona se queda despejada, pero la trocha se pierde al poco de ver una señal metálica del Camino Olvidado. Vamos a tener que bajar unos 70 metros de altura en muy poca distancia y campo a través. Mucha precaución al decidir la trazada porque es posible que en algunas partes la inclinación sea muy pronunciada y nos haga caer.
Abajo del todo, nos reencontramos con nuestra queridísima CL-626. Por su arcén, cruzamos el río Cea por un puente y, al otro lado, vamos hacia la izquierda para entrar en Puente Almuhey.
El pequeño pueblo que pone fin a esta etapa se extiende entre las vías del tren, la carretera autonómica y el río. Lo más interesante es su puente romano-medieval y la Ermita de Nuestra Señora de las Angustias, de estilo románico del siglo XIII y de una sola nave con bóveda de cañón. Su excelente albergue se encuentra junto al ayuntamiento.
Hacemos aquí la primera parada en la provincia de León, territorio que cuenta con el mayor número de etapas de este Camino Olvidado y con los escenarios más espectaculares. En la próxima etapa comenzaremos a sentir la montaña.
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