Tarde de cucaña y noche de Santa Ana a la orilla del río

Santa Ana y San Joaquín eran, según la tradición cristiana los abuelos de Jesús. La Velá vive hoy su día grande. La noche ha sido más luminosa que ninguna otra del verano y la torre de la parroquia con el nombre de la abuela santa ha brillado con un espectáculo de luces y música. Esa misma tarde, unos abuelos explicaban a sus nietos de 3, 5 y 9 años, qué era la cucaña. Ellos miraban fijamente el dedo de Carmen intentando adivinar el paño al final del palo engrasado por el que algunos muchachos –y otros no tan jóvenes–intentaban trepar. Esas historias de las abuelas que hablan de cucañas, moñas de jazmines, avellanas verdes, una Velá que se repite y que cada año se renueva.

La noche del viernes se notó en la calle Betis. La bulla se repartía por las casetas, la plaza del Altozano y el Puente de Triana. Música, puestos de cacharros y quincallas, todo lo que hace de la Velá una fiesta con sello propio y donde no faltan ni el concurso de pesca en la Zapata, ni el ajedrez en San Jacinto, 33, ni las charlas.

Esta noche, a las diez, será la entrega de reconocimientos. Los hijos predilectos son Ángel Vela Nieto y el Pueblo Gitano y la trianera del año, Paz Alarcón Delgado. Como trianeros de honor: José Moreno Vega, Emilio Gayoso Figueras, Ana Pérez Bermúdez, José Antonio Vidal Durán, Juan Traverso Manzano y Amparo Rodríguez Babío. Además el premio Niculoso Pisano ha recaído en Alfonso Pleguezuelo Hernández y el de la Trayectoria Empresarial ha sido para José Manuel Crespo Cejudo. Las instituciones honoríficas reconocidas han sido a Casa de Valencia y la Hermandad de las Aguas y como premio a la solidaridad, el proyecto Esperanza y Vida de la Hermandad de la O. Un nutrido ejemplo de que en Triana saben que siempre hay que agradecer lo bueno que se hace por hacer un barrio mejor. Hacia la media noche, un espectáculo de fuegos artificiales dará por concluida la Velá de 2025.