Cofradias

En recuerdo al padre

PERTENECE a esa generación de sevillanos que, siendo niños, salían de nazareno en la cofradía familiar sin necesidad de ser hermanos. Adolfo Martínez Caro y sus hermanos e hijos, y sobrinos -uno de ellos- tienen el inmenso honor de ser el nazareno que ocupa la manigueta delantera derecha de la Soledad de San Lorenzo. Y tiene ese honor por un privilegio a perpetuidad que le concedió la hermandad agradecida a su padre, el genial artista Santiago Martínez, diseñador del paso procesional de la Virgen de la Soledad, entre muchas otras obras. La vinculación de su familia con la cofradía de San Lorenzo es a través de la familia Petit: "Antonio Petit García fue el hermano mayor que le dio un gran impulso a la hermandad cuando estaba en momentos bajos. Su hermano Manolo se casó con María Caro y de ahí nace la rama Petit Caro".

Santiago Martínez Martín (1890-1979) era pintor, profesor titular y director de la Escuela de Arte de Sevilla y, durante algún tiempo, catedrático interino de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. En 1947, la hermandad convocó un concurso para hacer un nuevo paso a la Virgen. Se presentaron varios artistas, entre ellos, Castillo Lastrucci, pero resultó elegido el proyecto de Santiago Martínez. "Él era hermano de la Amargura. En aquel momento se hizo de la Soledad y apuntó a sus cuatro hijos".

Su hijo Adolfo tenía entonces 14 años y pudo vivir en primera persona cómo fue el proceso creativo del innovador paso en el que su padre lo diseñó completamente todo. "El paso es muy completo y muy novedoso. Sobre todo por la iluminación que presenta. Santiago Martínez era discípulo de Sorolla. Empezó muy joven con él y a partir de ahí empezó a emplear una nueva luz en su pintura. Él se dio cuenta que a los pasos les faltaba iluminación. Y se la puso".

El proceso de creación del paso fue complejo. Desde el encargo de 1947 hasta el estreno en la Semana Santa de 1951. Todo el diseño corresponde a Santiago Martínez. Dibujó todos los elementos del paso y los bustos de los santos. Como no le agradaron las esculturas en barro que le proporcionaban terminó haciéndolas él mismo. "Yo veía a mi padre dibujar en papel. Lo hacía a escala real. Todo lo dibujó sobre lo que entonces se llamaba papel de forrar. Una vez hecho el dibujo el maestro Curro venía a nuestra casa de la calle Monsalves a recogerlo y lo iba tallando en su carpintería. Conservamos una foto del primer gubiazo en la que está mi padre, el maestro, Antonio Petit García y José Rueda". Los materiales, bocetos y dibujos que se conservaban del paso en la familia fueron donados a la hermandad.

El paso resultó ser una auténtica revelación, una obra maestra de Santiago Martínez. Destacaba por muchos detalles, pero dos de ellos llamaron sobremanera la atención cuando se estrenó en 1951. La iluminación y las azucenas blancas que tenía dibujadas. "Mi padre lo llamaba el paso de las azucenas. También se le llamó el de la luz". Santiago Martínez no cobró nada por aquella obra y la hermandad, agradecida, acordó retribuirle de manera simbólica: "La hermandad le dio a la familia el honroso privilegio de ocupar a perpetuidad la manigueta delantera derecha del paso". Desde entonces, un Martínez ha ocupado este puesto. La última vez que lo hizo Adolfo Martínez fue en 2013. Este año le toca a la cuarta generación. Será un biznieto de Santiago Martínez el que continúe con esta tradición.

Santiago Martínez era un artista de una talla inconmensurable y es autor de importantes obras y monumentos, aunque por diversas circunstancias no cuenta con el debido reconocimiento de una ciudad por la que hizo mucho. Es el diseñador de la fuente Híspalis (Puerta de Jerez), de la glorieta de los Hermanos Álvarez Quintero (Parque de María Luisa), de la glorieta García Ramos (Jardines de Murillo), o del altar monumental de la iglesia del Corpus Christi. Pintó en innumerables ocasiones a la Virgen del Rocío -suyos son los cuadros de la parroquia de Almonte y el de la capilla de Palacio (Coto del Rey en Doñana)-. Fue el autor de dos carteles de las Fiestas de Primavera. Fue teniente de alcalde hasta que dejó el cargo porque prefería dedicarse a su trabajo y a su familia. Cuenta con calles dedicadas en su pueblo natal, Villaverde del Río, en Olivares, lugar de veraneo, y en La Palma del Condado, localidad a la que se sentía muy vinculado por las tertulias artísticas que organizaba don Ignacio de Cepeda, vizconde la Palma. Pero a pesar de todo ello, Sevilla tiene una deuda pendiente con él: "Él contribuyó mucho a la ciudad. Fue una persona sencilla y huía de protagonismos. Hasta la familia real y los políticos de su tiempo tienen retratos hechos por él, pero el alterne con esas personas no era algo que buscara, le llegaba por su buen hacer. Yo creo que sí. Sevilla le debe algo". Una deuda pendiente que es de justicia satisfacer.

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