Señales para la alerta

El exceso de euforia tras el derbi y la confianza en la solvencia en casa, peligros en la visita del Málaga. Los de Gracia no pierden desde noviembre.

Unai Emery accede al campo de entrenamiento junto a Tremoulinas y Kakuta en la tarde de ayer.
Unai Emery accede al campo de entrenamiento junto a Tremoulinas y Kakuta en la tarde de ayer.
Jesús Alba Sevilla

15 de enero 2016 - 05:02

Mientras la afición disfruta los profesionales trabajan. Eso siempre ha sido así, pero quizá es un aserto que cobra más trascendencia en una semana como la que vive el sevillismo. El cuerpo técnico que dirige Unai Emery está con las orejas tiesas desde que acabó la eliminatoria de Copa, un enfrentamiento ante el eterno rival que tuvo un epílogo en el que se desató la vena fiestera con cierta lógica. La goleada y la superioridad mostrada ante el Betis ha disparado la euforia entre una afición que disfrutó como nunca en las gradas del Sánchez-Pizjuán con el 4-0 del pasado martes.

Y eso, en cierta manera, preocupa al entrenador guipuzcoano en la visita de un rival difícil. Todas las señales marcan que hay que extremar el estado de alerta, pues a la euforia desmedida se une la confianza que hay en la solvencia que el cuadro nervionense ha mostrado o está mostrando en los partidos de casa. Eso hace que muchos aficionados casi den por ganado el partido del sábado, pues es verdad que la inercia como local ha sido bastante positiva: el Sevilla acumula ocho victorias consecutivas en el Sánchez-Pizjuán, un escenario intacto desde que pasó el Manchester City (1-3) y que en la Liga garantiza la suma de los tres puntos por parte de los locales desde el 20 de septiembre, cuando ganó en Nervión el Celta de Berizzo (1-2). Igualmente ocho encuentros ligueros desde entonces ganando al calor de su público.

Igual que en las derrotas y en los malos momentos la labor del entrenador es tratar de aislar a sus futbolistas de lo que se palpa en el entorno, Emery en esta ocasión insiste en que la concentración tiene que ser máxima y las confianzas, mínimas ante un rival que llega en un excelente estado de forma. No en vano, su técnico, Javi Gracia, ha sido designado por la LFP mejor entrenador de diciembre, mes en el que el Málaga se catapultó en la tabla con cuatro victorias seguidas, dos de ellas ante enemigos que, por ejemplo, son los únicos que han ganado en Nervión, Atlético y Celta. El cuadro costasoleño, aparte de la tensión con la que vive un encuentro al que le da tintes de máxima rivalidad por la cercanía geográfica, llega crecido y sin conocer la derrota desde el 21 de noviembre, cuando cayó en Cornellà ante el Espanyol. Si bien es verdad que por medio protagonizó un descalabro copero frente al Mirandés (0-1), en la Liga los de Gracia suman siete jornadas sin perder. Tras su última derrota sumó dos empates ante Granada en casa (2-2) y Athletic fuera (0-0), para seguidamente enlazar los cuatro triunfos que lo han aupado a la décima plaza: 1-2 al Rayo, 1-0 al Atlético, 0-1 al Levante y 2-0 al Celta. La semana pasada, el Málaga sumó otro punto en Las Palmas.

Es normal que fuera esperen otra demostración de fuerza, pero dentro saben que no será sencillo.

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