Juan Merino, como suele, tiró de sinceridad al término del partido. No criticó la labor arbitral, alabó los méritos del Granada, se mostró con los pies en el suelo cuando se le preguntó por las miras del equipo y apeló a su ambición para seguir una temporada más en el Betis.

Por partes. El temprano cambio de Jorge Molina por Cejudo e incluso luego el de Joaquín por Fabián. "Veía más cerca el 0-1 que el 1-0, aunque el Granada no creaba peligro y si alguien podía meter un gol éramos nosotros. Pero a Dani Ceballos y a Fabián les costaba crear y pensé que podía ser mejor jugar algo en largo. Luego tenía preparado el cambio de Joaquín porque vi que el partido se iba a decidir en detalles, necesitábamos desborde y Fabián estaría cansado del jueves. Es cierto que lo hice cuando mejor estábamos pero creí que era bueno meter a Joaquín con el equipo enchufado", explicó.

Horas después jugaban Sporting y Athletic, en la frontera entre Europa y el descenso. "En el tramo final de Liga siempre cuesta más ganar los partidos, estamos en buena línea y es mucho mejor para nosotros que haya más equipos implicados. Con el susto que tengo y con lo que vengo pasando día a día, de momento miro para abajo para distanciarnos y tener tranquilidad; ahora no estoy para mirar hacia arriba", se sinceró.

Más allá del Betis, está el propio entrenador: su futuro. "Me es igual lo que tengan pensado o lo que quieran hacer en el club. Sólo pienso en que tenemos que ir a Bilbao a ganar y no en si salgo reforzado o no. Es muy difícil ser entrenador de élite y yo lo soy donde quiero, un privilegiado. Lo difícil es mantenerse y voy a hacer todo lo posible para ello", sentenció.