Espanyol-Sevilla · El otro partido.

Mal de fondo, brindis al sol y once de pretemporada

  • Emery prometió luchar por el quinto puesto, pero se desdijo con la convocatoria y con el equipo titular. Llorente y Konoplyanka confirman su sino junto a los ilusionados canteranos.

La declaración de intenciones de Unai Emery en la previa del partido en Cornellá no engañó al Espanyol ni a sus rivales directos en la lucha por la permanencia. La promesa de luchar por el quinto puesto, con la coletilla de que "la Liga es lo que da de comer", fue otro brindis al sol del entrenador sevillista, que hizo lo que debía: lanzar un mensaje obligado de ambición y no arriesgar lo mínimo ante lo que su equipo se juega el jueves. El último partido serio que ha disputado en este tramo decisivo el Sevilla fue el derbi. Ahí no arriesgó Emery y tiró de lo mejor que tiene para amarrar el triunfo. Con la máxima rivalidad no se juega. En Cornellá, el Sevilla ofreció un partido de pretemporada: los fichajes de relumbrón del verano, los canteranos y algún futbolista necesitado de volver a sentirse tal. Pero sobre esa necesidad de reservar energías yace el mal de fondo de toda la temporada. El Sevilla juega a contraestilo fuera de casa.

Un solo dato ilustra sobre ese mal de fondo que ha venido arrastrando el equipo de Emery cada vez que ha jugado lejos de Nervión. Mucha posesión de balón y ninguna profundidad. Al contrario que en casa, donde muchas veces ha cedido con descaro el balón al contrario, el Sevilla salió dispuesto a mandar en el partido con el esférico. Pero el resultado fue el mismo que casi siempre. El pimpampún de El Molinón fue un espejismo. Que el Sevilla pagase con el infortunio de un gol ilegal en el último minuto su atrevimiento de soltarse todos los corsés ante el Sporting puede que le diera la razón a Emery a la hora de configurar la convocatoria y el once titular, con los que se desdijo sobre ese anunciado entusiasmo por luchar por el quinto puesto. Era mentira y él lo sabía, más aún tras lo acaecido a Krohn-Dehli en Lviv.

El dato es harto ilustrativo: el 58% de posesión del balón y ni un solo tiro a puerta. Se podría hablar casi de ningún remate, aunque Llorente sí que intentó uno en el minuto 11, en el primer palo, que se le marchó fuera a pase de Curro; éste probó luego con una volea altísima; e Iborra le quitó una falta para un perfil claro de zurdo con el canterano dispuesto a lanzarla. Poco más hubo en la primera parte. En la segunda, aún menos. Un disparo lejano y desviadísimo de Coke y una falta mal lanzada por otro especialista menor, Pareja. Exceptuando un buen balón vertical de Iborra a Llorente al que no llegó éste por falta de oficio o brío, poco más se pudo anotar en la libreta de un partido en el que el Espanyol agradeció la anodina e inocua puesta en escena de este Sevilla que es tan buen huésped.

La ventaja de puntos sobre el Valencia y el hecho de que éste deba visitar el Bernabéu el próximo domingo contribuyó a que Emery exagerara en su idea de no arriesgar nada. Incluso les dio sitio a dos futbolistas que parecían hasta fuera de concurso, Figueiras y Fazio. Luego les dio entrada a dos de los que sí participarán en la semifinal del jueves, como titulares o suplentes, Coke y Konoplyanka. Antes le había dado la alternativa a Pareja, cuyo regreso al fútbol de competición un año y poco después de su grave lesión debe servir de acicate para Krohn-Dehli.

Llorente hizo mutis por el foro en el minuto 68, siete después de que compareciera Konoplyanka. Las dos estrellas del verano volvieron a confirmar su sino, demostrar que lo caro no siempre es lo mejor. Al menos, levantarían las pajarillas de los canteranos: "Yo jugué con los futbolistas más caros de la historia del Sevilla".

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