La música, un lenguaje universal

Pablo J. Vayón

12 de junio 2014 - 05:00

Festival de Primavera de Juventudes Musicales y la Real Maestranza de Caballería. Yedam Kim, piano. Programa: Obras de Mozart, Chopin, Albéniz, Bach-Petri y Bach-Busoni. Lugar: Salón de los Carteles de la Real Plaza de Toros de Sevilla. Fecha: Martes 10 de junio. Aforo: Casi lleno.

Persiste en muchos comentaristas y aficionados esa idea de que los pianistas asiáticos son formidables atletas de su instrumento pero en general carecen de la expresividad de sus colegas europeos o americanos. Paparruchas. De Mitsuko Uchida a Yuja Wang hay infinidad de ejemplos que desmienten ese tópico vinculado al más rancio determinismo nacionalista.

La coreana Yedam Kim fue un buen ejemplo en su concierto del Festival de Primavera del martes, que empezó con un Mozart soberbio y acabó con una apoteósica interpretación de la monumental chacona de la Partita para violínsolo nº2 de Bach en la versión de Busoni. Un Mozart de articulaciones ágiles, alado, chispeante, con esa gracia inmarcesible que se asocia siempre al salzburgués, con un control sobre el tempo interior de la música que se hizo mágico en el Andante cantabile, de líneas sobrias, admirablemente contrastadas con la florida exuberancia del final.

Chopin se volcó del lado del virtuosismo en el fulgurante Rondó Op.16, obra que se abre con una amenazante Introducción en modo menor que Kim logró hacer gravitar sobre toda la obra. La Balada nº1 sonó acaso algo pegada a la letra, un punto mecánica, sin ese punto último de poesía que hace la grandeza de la música chopiniana.

Una brillantísima Triana de Albéniz, en la que no se echó en falta ni color ni sustancia, precedió al Bach delicadísimo arreglado por Egon Petri (BWV 208) y a la efusión de hondura, potencia, virtuosismo y sensibilidad de una chacona para el recuerdo, tras la que la Campanella de Liszt de la propina sonó, más que innecesaria, inconveniente.

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