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Crítica Teatro

Concha Velasco dice adiós

La vida por delante. De Romain Gary. Adaptación: Xavier Jaillar. Dirección: José Maria Pou. Intérpretes: Concha Velasco, Rubèn de Eguia, Carles Canut, José Luis Fernández. Escenografía: Llorenç Corbella. Lugar: Lope de Vega. Fecha: jueves 21. Aforo: Completo.

Noche de estreno en el Lope de Vega y noche de despedida. La pequeña crónica de sociedad de esta noche es que Concha Velasco se despide de los escenarios sevillanos. Una despedida con matices, claro. Al finalizar la obra -se pueden imaginar: el público, su público aplaudiendo y vitoreando a la actriz- Concha Velasco tomó la palabra y, brevemente, agradeció a los asistentes, elogió a sus compañeros, sobre todo al joven Rubèn Eguia, y le dijo adiós, al menos en estos trances, a nuestros escenarios. Alegó que una gira de 200 funciones es muy cansada y que el papel de Madame Rosa es hermoso pero exigente, un gran personaje con el que quiere, después de casi un año interpretándolo, despedirse. Luego, pidió al público unos aplausos por bulerías que empezaron a resonar rápidamente y ella dio varias revoleras con la bata. Aquello era contagioso y demostraba, por si no nos habíamos enterado, que aquella mujer que teníamos todos delante era una gran artista.

Así que su público estaba allí, y estaba encantado porque esta obra empieza y acaba en Concha Velasco. Es un papel perfecto para mostrar su vis cómica -jaleada a veces con devoción- y dejar constancia de que también está cómoda en registros dramáticos. Ella eligió el texto y lo hizo de acuerdo a sus cualidades artísticas. Es un papel de lucimiento insertado en un texto que no deja de ser una lección doméstica, una pequeña enseñanza moral de andar por casa, o sea, sin grandes palabras ni verdades rotundas.

Sí, el texto es un poco aburrido muchas veces y es complicado salvar algunos momentos de bajísima tensión, que se solventan casi siempre con las buenas actuaciones de Carles Canut, que hace un doctor Katz verídico, metido en su traje de médico responsable y amigo bondadoso; José Luis Fernández, que hace un corto papel más que destacable como padre imprevisto de Momo, el niño que ha criado Madame Rosa (Concha Velasco); y Rubèn Euguia, que interpreta el papel de Momo, y al que, justamente, le han caído muy buenas críticas por esta actuación, nada fácil y apenas sin descanso durante las casi dos horas de espectáculo. Momo es un adolescente un tanto ingenuo que Rubèn logra hacer comedidamente, sin que parezca una parodia y manteniendo, además, un fuerte acento árabe-francés-catalán, que choca al principio pero nunca molesta. Bien. Hay aquí un actor.

No quedan localidades para ver La vida por delante, y los actores saldrán todos los días bailando por bulerías.

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