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XX aniversario del Teatro de la Maestranza y la ROSS

El imperio de los sentidos

  • La Sinfónica y el espacio escénico celebraron su cumpleaños con un concierto especial

Sinfónica de Sevilla. Concierto conmemorativo del 20 aniversario. Solistas: Raquel Lojendio y Mariola Cantarero, sopranos; María José Montiel, mezzosoprano; Jordi Domènech, contratenor; Alfredo García y Ángel Ódena, barítonos. Coro Nacional de España. Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza. Escolanía de Los Palacios. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: Pedro Halftter. Programa: Fragmentos de 'Atlántida' de Manuel de Falla /Ernesto Halffter; 'Carmina Burana' de Carl Orff. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Jueves 28 de abril. Aforo: Lleno.

Este tipo de recitales de aniversario se plantea siempre como una fiesta abierta a un público amplio, por lo que suelen llenarse con programas de cierto tirón popular. Es desde luego una lástima que la idea original (una Atlántida puesta en escena por La Fura dels Baus) no pudiera llevarse a efecto por carencias presupuestarias, pero en su lugar, Halffter encajó, con fragmentos de la gran epopeya falliana, los célebres Carmina Burana de Orff, obra de valores musicales acaso discutibles, más allá de su riqueza rítmica (inspirada en Stravinski) y su gran exuberancia sonora, pero que resulta muy apropiada para un festejo, sobre todo, cuando se trata de poner en valor la vigencia de una institución teatral. Los textos goliardescos medievales usados por Orff hablan del gozo de vivir, del placer de los sentidos, de la llama imparable del deseo, del estallido de vida de la primavera, una gran metáfora de lo que han significado orquesta y teatro para la ciudad.

La batuta de Halffter supo ser contenida en Falla, donde hay tanto esencialismo y tanto despojamiento interior, y se desató en una visión de los Carmina Burana muy contrastada entre los números más brillantes, algunos de los cuales sonaron algo pachangueros (excesos del metal y la percusión), y los más delicados y sensuales, a los que quizá faltó un último punto de morbidez y exquisitez, aunque también supo el maestro madrileño tirar de rubato para remarcar el contorno sinuoso de algunos temas.

La unión de dos coros voluminosos, siempre problemática, quedó muy bien resuelta, mejor en general la parte femenina, con gradaciones dinámicas más precisas, por más que hubiera algunos pequeños desajustes y desequilibrios. Impecables una vez más los niños de Los Palacios.

Entre los solistas, cabe destacar la estupenda voz, honda y espléndidamente proyectada, de Montiel, con pequeños apuros en un pasaje en que los graves de Falla parecen pedir una contralto de las de antes. Elegante Lojendio y suficiente García en su breve cometido. En la obra de Orff, Ódena mostró, a despecho de cierta tirantez, talante dramático y buen fraseo, aunque el falsete no acabara de funcionarle. Primorosa Cantarero en sus estratosféricos agudos y muy eficaz Domènech en su sarcástica encarnación del cisne asado. Como fin de fiesta, Manuel de Diego se unió para el tópico Brindis de La Traviata, que me sirve para cerrar con otro tópico: que cumplan muchos más.

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