EL sistema se descuajaringa, la regeneración es inaplazable, muchos esquemas para la sociología del ir tirando ya no valen, las prioridades son un baile de máscaras y seguimos en dilemas e inercias fuera de juego. Todavía mucha gente no quiere creerse la profundidad de los cambios en curso. La empanada mental es extensible a todos los sectores. En la autodenominada Sevilla alternativa también los hay que no son capaces de sostener sus buenas iniciativas sin depender de la subvención de turno, en un momento de máxima restricción en las arcas públicas.

Se anuncia la suspensión del estupendo certamen Alamedeando, previsto del 16 al 19 de septiembre, porque la Asociación La Matraka, su organizadora, no va a disponer de ayuda de la Delegación de Juventud del Ayuntamiento. Lo que toca en esta época es que ideas como Alamedeando (magnífica urdimbre de gastronomía, conciertos, talleres infantiles y otras actividades culturales y lúdicas gratuitas) se continúen celebrando como sea, sí o sí, y planten cara a la crisis económica y anímica. Por convicción, por orgullo, por bemoles. Incluso con una pancarta bajo las Columnas de Hércules que diga: La subvención ni está ni se la espera.

Es tiempo de fortalecer la identidad a partir de la adversidad. De mantener vivas las llamas y no apagarlas. Hacemos votos porque se celebre el cuarto Alamedeando. Con absoluta y dignísima modestia, pero hágase, que no desaparezca del calendario de la ciudad.

La otra cara de esta moneda es el cambio exigible a todos los departamentos de la Administración: sean estrictos y equitativos en el no. Sin doble vara de medir para arrimar el ascua a su sardina. En el Ayuntamiento de Sevilla, Zoido y su equipo han de confirmar su promesa: igualdad de trato a los sevillanos que simpatizan con la izquierda o con la derecha. Y si con buen criterio le dicen que no a la Sevilla de Alamedeando, también tendrán que decirle a la Sevilla de derechas que no hay ni un euro para velás y verbenas rumbosas.