crónica personal

Pilar Cernuda

El Sahara, menos escollo

NO hay más que echar un vistazo a la prensa marroquí para advertir que el problema del Sahara es hoy menos escollo en las relaciones con Marruecos que meses atrás o años atrás.

Quizá porque Mohamed VI sabía perfectamente la posición de Rajoy y de su gobierno, o quizá porque Rajoy sabía perfectamente que esa posición no coincidía con la de Mohamed VI, los dos evitaron meter el dedo en el ojo de su interlocutor. En cualquier caso, los marroquíes han tomado nota de que el nuevo presidente español ha seguido la costumbre -que no norma- de sus antecesores y ha inaugurado su agenda de viajes al extranjero con una visita a Marruecos, y tanto Mohamed VI como el primer ministro Benkiran han agradecido el gesto evitando cuestiones espinosas. Y sin hablar de Ceuta y Melilla, por supuesto, aunque en honor de la verdad habría que decir que tanto Mohamed VI como Hassan II habitualmente se han guardado de mencionar las dos plazas españolas en sus encuentros con el rey Juan Carlos o los distintos presidentes españoles, y que la cuestión surgía cuando algún periodista -generalmente español- preguntaba por la opinión sobre el futuro de esas dos ciudades.

Mohamed VI está condenado a entenderse con España, como España está condenada a entenderse con Marruecos. Son múltiples los intereses comunes, desde la pesca hasta las inversiones industriales, agrícolas, hoteleras y tecnológicas españolas en ese país, y además al rey de Marruecos le importa ahora más que nunca llevarse bien con los países de la Unión Europea. Eso significa ayuda al desarrollo económico además de apoyo político, y el desarrollo significa trabajo, y el trabajo significa disminución del malestar social. Mohamed VI mira hacia Europa, pero mira también a sus vecinos del Magreb, y las consecuencias de la "primavera árabe" han sido hasta ahora tan penosas que parece que se han abortado las inclinaciones de los descontentos a seguir en esa línea, pero el rey marroquí tomó buena nota antes de que se conociera el resultado de las revueltas sociales y tomó iniciativas de gran calado, con cambio de la Constitución incluido, que pararon el posible golpe.

De ello habló con Rajoy, así como de la necesidad de llevarse bien. ¿Que hubo llamada previa del rey Juan Carlos para limar posibles asperezas? Pues es probable, pero en cualquier caso tanto Mohamed VI como Mariano Rajoy optaron por el sosiego y la serenidad en las relaciones entendiendo los dos que la posición sobre el Sahara les separa. El Sahara ha sido y es una espina permanentemente clavada en la piel de los responsables de las relaciones exteriores españolas. Y hay que tratarla con pomada analgésica mientras no se pueda extirpar.

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