opinión

Antonio Muñoz

Las cabañuelas, según Zoido

PARA aquellos que no lo sepan, las cabañuelas son un conjunto de métodos tradicionales que pretenden predecir el tiempo atmosférico. Para lograrlo, el supuesto "experto" se basa en indicadores tan "sumamente fiables" como la forma de las nubes, la dirección del viento, el rocío de la mañana, o el granizo. Casi nada… El comportamiento de los animales (hormigas, gatos o gallos), incluso de las personas (picor en una cicatriz) y hasta el de objetos (crujidos de muebles, olor de los desagües) son señales "inequívocas" para estos "eruditos" de cómo será el clima a lo largo del año.

"Lamentablemente", hoy en día la meteorología considera estas técnicas como una pseudociencia, poco creíble. Algo de lo que, sin duda alguna, no tengo más remedio que disentir. Porque, como se suele decir, la realidad es muy tozuda.

Hoy por hoy, en la ciudad de Sevilla las cabañuelas se han convertido en una herramienta "fundamental", para poder entender de qué va, adónde nos quiere llevar, qué pretende hacer con la ciudad de Sevilla el alcalde y su equipo de gobierno del Partido Popular. Y me explico,con algunos ejemplos:

Zoido se definió en campaña electoral como el "alcalde del empleo". Dicho y hecho: en un año el número de parados ha subido en Sevilla con casi 10.000 personas más.

Zoido anunció que la instalación de Ikea estaría resuelta en poco tiempo. A ello sólo le han sucedido anuncios de retrasos y comunicaciones contradictorias. Si le sumamos, además, las propuestas de parking en la Alameda, la Gavidia, cambios de usos para los cines del casco antiguo... Sólo hay un calificativo para lo sucedido: esperpento. De un modelo de ciudad planificado y ordenado en el PGOU, al urbanismo a la carta.

El modelo fiscal de Zoido, de existir, ha resultado absolutamente caótico. El programa del PP afirmaba que "bajar los impuestos municipales es una obligación ineludible de cualquier gobernante responsable". Esa bajada prometida (y con la que arañaron algunos votos, no lo olvidemos) se ha traducido en la realidad en subidas como las del IBI. A las que habría que añadir, por ejemplo, las del bonobús o el impuesto de basuras de más de un 8%.

Zoido hace gala también de una transparencia ejemplar. Día tras día obstaculiza que la oposición tenga vía libre en el acceso a la información de los expedientes, como el de los "enchufes" en los distritos. Oposición a la que ha expulsado de los órganos de gobierno de Fibes, o casos como el querer hacer un Consejo Económico y Social monocolor que avale sus políticas. En resumidas cuentas, la opacidad y la lógica del azar son las únicas normas que rigen este gobierno (por llamarlo de alguna manera) del PP.

Ante esta forma de gobernar, a los sevillanos no nos queda más remedio, por tanto, que intentar vislumbrar, qué pretenden estos "alquimistas" instalados en la Plaza Nueva. Qué traman y qué conocimientos telúricos poseen que a nosotros, los demás, los meros mortales, se nos escapan. Estamos abocados, pues, a entender las cabañuelas para entender el proyecto de ciudad del alcalde.

Y aplicando tan singular herramienta concluimos que, con sólo conocer cómo han evolucionado los primeros 12 días de determinado mes, se puede "perfectamente" aventurar cuál será la evolución politicometereológica del gobierno en éste su primer año. Sin programas ni promesas: con hechos o, me temo, con ausencia de ellos.

Veamos: la primera decisión de Zoido fue derogar el Plan Centro del anterior equipo de gobierno socialista e instituir una comisión de investigación para determinar todas aquellas "tropelías" que aquél había, supuestamente, cometido: videocámaras trucadas, desfases presupuestarios y un largo etcétera de acusaciones de fraude. Pero un año después seguimos sin conclusiones de dicha comisión. A eso, que es importante en tanto muestra una manera de entender la política, la propaganda y la transparencia añádanle todo lo que he comentado al comienzo de este artículo.

Bien haría el absolutista (por mayoría) señor Zoido en no sumergirnos más a los sevillanos en el pozo de ignorancia en el que pretende hundirnos, si no quiere que, de tan a oscuras, ya ni las "inequívocas" señales de las cabañuelas, que sólo los suyos ven, sean suficientes para iluminarnos el camino.

A ver si, en lugar de ello, dejaremos de exigirles luz y pasaremos a exigirles responsabilidades. Que para eso se les votó. Aunque a ellos, a la vista de los hechos, esto parece no importarles demasiado. Así son ellos.

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