PARECE que el alcalde Zoido ha entendido la necesidad de luchar por el Metro como una prioridad de las más prioritarias. Una ciudad de las dimensiones y población de Sevilla, por mucho que sea el paraíso de los carriles bici de España, no podrá tener un transporte digno sin un Metro en condiciones. Esto se empezó a plantear hace como 50 años, y de momento sólo hay una línea 1 que es un aperitivo de Metro, insuficiente, al servir para desplazamientos en recorridos muy concretos y limitados (para ir de San Juan de Aznalfarache al Prado de San Sebastián, pongamos por caso). Pero inútil para miles y miles de sevillanos.

Si Zoido quiere enarbolar una bandera, para poner las cosas en su sitio a Susana Díaz, aquí tiene una evidencia. La presidenta de la Junta es sevillana y además de Triana (a donde no llega el Metro todavía). Resulta que la Junta está construyendo dos líneas de Metro en Málaga, a pesar de los recortes, mientras el de Sevilla está paralizado. Reivindicar este Metro no es un capricho en tiempos de crisis, sino que debe formar parte de las inversiones básicas en infraestructuras del Gobierno andaluz, tan dedicado de palabra a buscar el bienestar social de la ciudadanía.

Las batallas de Zoido a veces se dirimen por caminos confusos. Hay que elegir bien el motivo para confrontar. Y sobre todo pelearse con los otros más que con los suyos. Eso significa que le debería interesar poco entrar en batallitas de capitalidad con el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; o con la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, por la Zona Franca y el Puerto. Porque eso no lo va a rentabilizar. Y, por el contrario, Susana acrecienta su prestigio sin despeinarse (y sin gastarse un euro en casi nada), porque le basta con las buenas palabritas, que le salen gratis. De momento, en el Pleno municipal del viernes, Zoido puso al PSOE y a IU en la incomodidad de votar que no, y sólo se aprobó con la mayoría del PP. Y, aunque eso no significa que el PSOE e IU de Sevilla se opongan al Metro, es un síntoma de que no les entusiasma.

Es cierto que el Metro no se debe conquistar a base de una guerra entre el Ayuntamiento y la Junta, sino mediante el acuerdo entre ambas administraciones. Pero esos acuerdos a veces no se consiguen sin poner antes los argumentos encima de la mesa, sobre todo porque en este caso están muy claros. El Metro requiere un empujoncito, ponerlo otra vez de actualidad. Y tomárselo todos más en serio.