Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Profesores

EL jueves pasado se aprobó la ley de educación de este Gobierno, llamada en este caso Lomce. Viene siendo habitual que cada partido que vuelve al Gobierno alumbre la suya y fulmine la anterior. Como quien marca el árbol en la sabana política jugando con los pequeños, o como hacen esos leones que de un zarpazo matan a los cachorros de hembras solitarias, para fecundarlas ellos. "Con la educación no se juega", dirán jugando a legislar. Quizá se creen la milonga hecha axioma que dice que el problema de este país -o sea, el paro- es que no generamos buenos profesionales porque nuestra enseñanza es mala, y que nuestros graduados no satisfacen las necesidades de las empresas patrias, por mucho que, cuando salen fuera, suelen ser bien apreciados. Pero ésa es harina de otro costal lleno de piedras que tirarse: si es más deficitaria la enseñanza o lo es la estructura económica y empresarial. En esta misma semana otra noticia educativa nos ha sorprendido (es un decir, nada nos sorprende ya mucho, y en el fondo era algo esperado): "Crecen las amenazas y falsas acusaciones de padres y alumnos hacia los profesores". El enemigo en casa, nunca mejor dicho... en la casa del niño, o niñato, según. En el cuarto de los padres. Yo los he visto: madres y algunos padres que van a recoger a sus pequeños al cole y hacen tertulia despellejando al tutor de turno delante de sus hijos, que así van creciendo en la falta de respeto al profesor, y de paso en la maledicencia de manada. A ver quién cuenta la cosa peor del profe en el corro de ocasión. También padres que proyectamos nuestra negligencia, incapacidad o absentismo educativos en los docentes. Y algunos llegan a la calumnia de andar por casa, o a la amenaza, o directamente al puñetazo o el tirón de pelos. Los docentes en este país ganan mucho menos que en cualquier país decente con el que pretendamos compararnos, y su consideración social, como se ve, es escuálida, si no negativa: "Muchas vacaciones es lo que tienen, y encima todo el día de baja".

Un conocido, hace años, cuando no nos imaginábamos que intercambiar unas frases con tu hijo en casa iba a significar tener que quitarle el móvil como quien le retira una droga, llamaba a estos niños que después fueron adolescentes y después jóvenes "los dueños del mando a distancia". Unos pollitos que se enrabietaban por que su padre quería ver el telediario, que al final no veía, entregando la cuchara al déspota en pañales. De aquellos polvos, estos lodos. Y eso no se arregla con leyes.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios