EL PP andaluz ha resuelto -o le han resuelto- el problema de sucesión, abierto prácticamente desde que Zoido tomase el relevo de Javier Arenas, ya que el alcalde de Sevilla, casi desde el primer momento, se autodescartó como futuro candidato a la presidencia de la Junta, dejando claro que su prioridad era la alcaldía sevillana. El proceso, evidentemente, no ha sido el ideal, ni pasará a la historia como un modelo a seguir de estrategia política. Pero lo cierto es que ya ha terminado y comienza una nueva etapa para los populares andaluces que, a partir de primeros de marzo, tendrán al frente al malagueño Juanma Moreno Bonilla, todavía secretario de Estado en el Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales quien, desde el principio, figuraba entre los nombres que se barajaban, aunque no en primera fila.

Tras la elegante retirada de José Luis Sanz quien, a pesar de ser personalmente el más perjudicado en todo este asunto, no ha dado ningún paso en falso y ha salido con dignidad y sin perder la compostura, Juanma Moreno se ha encontrado, no sólo con el camino expedito, sino con el máximo respaldo público de todas las organizaciones provinciales. Esto se explica no sólo por la disciplina de partido, que también, sino porque para todos ha sido un alivio el poder salir de tantos meses de transitoriedad. Ya se sabe lo que hay y, en adelante, tendrán otras cosas de las que preocuparse, pero no de quién va a ser el número uno.

Entre esas cosas de las que tienen que preocuparse, está como urgente la de reorganizar internamente el partido y, de forma especial, configurar un nuevo estilo de relación entre la calle San Fernando y el resto de las provincias, que tiene que adaptarse a las nuevas exigencias, las circunstancias políticas y las personas. Esas relaciones, mientras que se consolidan los liderazgos, tendrán que basarse en el diálogo y el acuerdo. Es decir, en la horizontalidad consensuada y no en la verticalidad impuesta.

Es evidente que lo que está ocurriendo en el PP también afecta al PSOE, porque Susana Díaz ya sabe a quién se tendrá que enfrentar en las urnas. Y estoy de acuerdo con lo que el jueves pasado escribía en estas páginas el maestro Aguilar. Es decir, que la presidenta y sus colaboradores más cercanos no descartan un adelanto electoral para el próximo otoño. Pero, para esto hay una condición y es que el PSOE sea primera fuerza en Andalucía en las próximas europeas, rompiendo la tendencia de las tres últimas elecciones. Esa es la próxima batalla.

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