como en botica

josé / rodríguez De La Borbolla

Cataluña, los viajes y las alforjas

TRAS el viaje referendario de Escocia, con victoria del "no" a la independencia, se abre en el Reino Unido un periodo de rediseño institucional. Habrá sus más y sus menos: qué nuevas competencias se atribuyen a Escocia y Gales, cómo quedarán las instituciones y las competencias de Inglaterra, que ahora toma nota de su relativa lejanía, como territorio y nación distinta, de la administración de la vida cotidiana de sus habitantes, etcétera. El viaje escocés no ha llegado a buen puerto, pero parece que puede servir para que Escocia llene sus alforjas con nuevas competencias y responsabilidades. (A propósito: ¿se han fijado ustedes en que ningún político nacionalista catalán ni ningún medio de comunicación catalán hacen referencia a que el independentismo ha sido derrotado? Sólo hablan de que los escoceses han votado, sin mencionar los distintos puntos constitucionales de partida. Otra manipulación más).

Primera conclusión: el nacionalismo siempre plantea retos rupturistas por cuestión de alforjas. Así, en Cataluña, donde normalmente, mientras las cuestiones de pelas, pesetas o euros han marchado adecuadamente para los bolsillos de sus clases dirigentes, mientras a esas clases dirigentes les bastaba con la explotación del mercado español -convenientemente protegido de la competencia exterior mediante aranceles- las aspiraciones catalanistas se veían "responsablemente" moduladas. Así, por ejemplo, sucedió, a partir de 1714, y durante los siglos XVIII y XIX, mientras el mercado español y el americano-hispano estuvieron "reservados" para los industriosos catalanes mediante distintas fórmulas, impositivas, arancelarias y políticas. Con dinero a la butxaca, todo es seny y entendimiento.

Y cuando llegan las vacas flacas, todo es rauxa y levantamiento de banderas. El carácter "epiléptico" de Cataluña, como lo denominaba Gaziel, resucita en situaciones de crisis institucional o económica. Desde allí se hace verdad permanentemente el refrán que tanto utilizaba mi tía Poder (sí, mi tía Poder: María del Gran Poder, o "Poderita", como la llamaban sus hermanos): "Donde no hay harina, todo es mohína", solía decir. El nacionalismo, de donde sea, nunca tiene jartura, es insaciable: siempre quiere más y más harina; siempre quiere llenar sus alforjas, más y más y más.

Segunda conclusión: el viaje independentista escocés va a llenar sus alforjas de cosas que, en España, ya están en las alforjas de las distintas nacionalidades y regiones. ¿Por qué? Pues porque su nivel de autogobierno es notoriamente inferior al nivel de los territorios españoles. Se podría decir que "para ese viaje escocés no hacían falta tantas alforjas". Seguramente, se podría haber llegado al mismo punto hablando, negociando y pactando razonablemente, sin tener que llegar a rupturas, amenazas, encandilamientos temporales de tanta gente de buen corazón, ni frustraciones vitales colectivas que no se sabe cuánto durarán, ni cuánto dolerán, ni qué otras heridas provocarán. Pero esas cosas no les importan a los defensores de identidades eternas y superiores: la Nació está por encima y la pela va por el subsuelo.

Aviso: lo de la pela va a estar difícil sin contar con Europa. Y sin contar con España. ¿Qué mercado español va a tener garantizado, con productos sustituibles y menos competitivos que otros? En fin…¿Quiénes les van a llenar las alforjas? ¿Y de qué? ¿Y a costa de qué y de quiénes? ¡Ojo al parche!

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios