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Cataluña y la frivolidad de los independentistas

CATALUÑA vivió ayer un nuevo capítulo de la tragicomedia política que vive desde las pasadas elecciones autonómicas celebradas el 27 de septiembre. Cuando todo el mundo esperaba que la asamblea de la CUP convocada en Sabadell iba a despejar al fin la incógnita de si la formación anticapitalista iba a apoyar o no la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat, se produjo un rocambolesco empate a 1.515 votos entre los partidarios de ambas posturas. Actualmente, no hay ningún indicio de que dichos resultados, por muy increíbles que parezcan, estén distorsionados, por lo que hay que darlos por buenos y considerarlos como una prueba más de lo complicada de la situación en el antiguo principado.

Aunque hay quienes opinan ya que este empate significa que la CUP dará finalmente algún tipo de apoyo a Mas, los dirigentes de la formación aseguraron ayer que habrá que esperar a su consejo político para tomar una decisión definitiva. Una vez más, los anticapitalistas vuelven a darle una patada hacia delante a la cuestión mientras la sociedad a la que dicen servir sigue sin Gobierno estable pese a los graves problemas políticos, económicos y sociales que padece.

Cataluña lleva ya tres meses sin poder despejar la incógnita de su gobernabilidad debido a la manifiesta irresponsabilidad y frivolidad de la clase política independentista con Mas al frente, quien debería darse cuenta de una vez de que su vida política se ha acabado y facilitar unos nuevos comicios para reordenar la situación. Es hora de que el pueblo catalán vuelva a votar.

Teniendo en cuenta que Cataluña es una de las regiones locomotoras de España y de que vive un convulso proceso soberanista, la prolongada situación de incertidumbre puede considerarse como altamente lesiva a los intereses del conjunto del país. Los daños, en algunos aspectos, podrían ser irreversibles. Por eso, es de vital importancia que los políticos de Madrid tomen nota de lo que está ocurriendo y eviten a toda costa que el problema se reproduzca a escala nacional. España no se puede permitir estar al albur de los planteamientos peregrinos de formaciones radicales con vocación de volar el sistema. Tanto PP como PSOE deben llegar cuanto antes a un acuerdo satisfactorio para ambos que dé estabilidad al país. Una situación similar a la catalana extendida por todo el territorio nacional nos llevaría al borde del precipicio. Es hora de que demuestren que son partidos responsables.

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