Fragmentos

Juan / Ruesga / Navarro

Noches en el Alcázar

EL próximo miércoles, día 30, comienza una nueva edición del ciclo de conciertos Noches en los jardines del Real Alcázar, que en los últimos diez años han amenizado los veranos de Sevilla. Una actividad musical de calidad, apreciada por muchos y que cubre de forma continuada los meses de verano hasta mediados de septiembre. Es un claro ejemplo del desarrollo de una buena idea, que poco a poco, si altibajos ni grandes titulares, ha ido calando en la ciudad y conquistado un sitio en el panorama cultural sevillano, para disfrute de locales y visitantes. Y que se mantiene años tras año. La temporada de este verano abarca 75 conciertos de variados géneros musicales, siempre con el rasgo definidor en los grupos actuantes de la singularidad de su oferta musical y la calidad de su interpretación. Música antigua, música clásica y otras músicas (blues, flamenco, jazz, etcétera…) componen la variedad de géneros. Y veladas homenaje a grandes creadores, como Diego Velázquez, Isaac Albéniz, Frederic Chopin, Robert Schuman y otros.

Si tuviéramos que ingeniar un espacio con los máximos atractivos para desarrollar una actividad musical al aire libre, difícilmente podríamos preparar un lugar con las cualidades paisajísticas y ambientales de los jardines del Alcázar. Y si además es en las noches veraniegas, aún se aprecia mejor que fueron creados para el placer de los sentidos. De origen musulmán, pero más claramente de herencia renacentista, con acertadas actuaciones a lo largo de los años, sus arquitecturas, arboledas y plantas nos acogen y envuelven en un paraíso cerrado, protegido, interior, que a veces nos sorprende que esté a tan pocos metros del bullicio de una ciudad. Y en las próximas noches podremos disfrutar de unas sensaciones únicas de frescor y mezcla de colores y fragancias.

Recrearse en los jardines del Alcázar es uno de los privilegios de fácil acceso que tenemos los sevillanos a nuestro alcance. Muchas veces he recorrido los jardines del Alcázar de Sevilla, de niño con mis padres y después con mis hijos. Y en paseos cómplices con mi pareja, solo por estar un rato. Un huerto de limoneros que me atrae con fuerte encanto, algún estanque, las pequeñas glorietas de arcos de ciprés y el recóndito acceso a los Baños de Doña María de Padilla son mis lugares preferidos. Y la magia de las tapias que lo circundan, donde las enredaderas que asoman, y las altas copas de árboles y palmeras permiten adivinar que más allá del muro hay un pequeño paraíso. No en vano, las más antiguas culturas de la humanidad nos contaron que el paraíso era un jardín entre desiertos.

Al final de la tapia del paseo de Catalina de Ribera, al lado de una placa de cerámica que recuerda a Gustavo Adolfo Bécquer, una pequeña cancela, la Puerta de la Alcoba, dará paso a los jardines y al recinto de los conciertos. Un pequeño paseo entre arriates y las miradas cómplices y satisfechas de otros asistentes nos acompañan. Todos sabemos que vamos a disfrutar de un estupendo concierto y una velada agradable en los jardines del Alcázar.

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