ADEMÁS, mediante un alarde de ingeniería financiera, sortearon el amargo cáliz de convertirse en sociedades anónimas, o sea. La desigualdad es tremenda y la Liga es una bicefalia sin ninguna posibilidad de vuelta atrás, de permitir que se parta de la parrilla de salida con ciertas posibilidades de competitividad. Es tremendamente injusto, y aquí se ha resaltado repetidamente, cómo se reparten los dineros de la televisión y cómo habría que ir a un reparto más equitativo, pero de eso a pedir que los dos colosos se exilien para jugar en otras ligas... Un disparate sideral aunque haya salido de la sesera del presidente del Sevilla.

También se ha insistido aquí que la magnitud de Barça y Realísimo no tiene una génesis demostrable, que si fue antes el huevo o lo fue la gallina, que si se produjo por obra de una publicidad de años o si esa publicidad llegó por la fuerza intrínseca de ambos. He ahí la cuestión, pero la verdad es que a estas alturas de la vida, las cosas son como son y no como sería deseable para que la Liga fuese más reñida. Según Del Nido, su club no se vende por una pringá y amenaza con el exilio de los dos colosos sin haber consultado qué opina la mayoría sobre una Liga en que no estuviesen los dos clubes que más apoyo social poseen, que más gente está pendiente de ellos.

Hay que centrarse en lo injusto del reparto y obviar los pensamientos en voz alta del presidente del Sevilla. Lo primero debería ser de obligado cumplimiento en beneficio del espectáculo, pero eso es algo que habría que lograr mediante el consenso entre el que paga y esos que han de consentir en recibir menos. He ahí la cosa, que los ricos se resignen a serlo menos para que los pobres no lo sean tanto. ¿Será eso posible? ¿Tragará Florentino en dejar de recibir para fortalecer a sus rivales? Motu proprio seguro que no y, desde luego, a ver quién convence a las televisiones de que con los dos grandes exiliados los dineros van a asemejarse a los de ahora. La vida, amigo mío.