Los obispos sevillanos piden una biblia en cada casa para profundizar en el Evangelio

Asenjo y Gómez Sierra fijan las prioridades pastorales del curso en los jóvenes, la formación del laicado, los pobres y la familia.

Santiago Gómez Sierra, obispo auxiliar, y Juan José Asenjo, arzobispo.
Santiago Gómez Sierra, obispo auxiliar, y Juan José Asenjo, arzobispo.
Juan Parejo

07 de septiembre 2011 - 05:03

Los obispos sevillanos, Juan José Asenjo y Santiago Gómez Sierra, han fijado en una extensa carta cuáles deben ser los objetivos del curso pastoral que ahora empieza. Entre las recomendaciones, el arzobispo y el obispo auxiliar se suman a la petición del reciente sínodo en el que se ha formulado el deseo de que cada casa disponga de su propia Biblia: "Qué bueno sería que nuestras familias concluyeran la jornada leyendo unos fragmentos de los libros sagrados y orando juntos. En la palabra de Dios encontrarán la luz y la fuerza para seguir siendo la escuela del más rico humanismo". Entre las prioridades del año se encuentran los jóvenes, la formación cristiana del laicado, la caridad con los pobres y la atención prioritaria a la familia.

A la luz de la reciente Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, los obispos destacan las muchas "potencialidades" de los jóvenes sevillanos: "Hemos de aprovecharlas y encauzarlas pues constituyen un germen vivísimo de esperanza que deberían desembocar en la formación de grupos parroquiales alentados y acompañados por los sacerdotes".

El segundo reto es la formación cristiana del laicado, en el que también tiene protagonismo la parroquia "como ámbito privilegiado para la formación de adultos". Destacan en la misiva dos instrumentos: el Itinerario de formación cristiana para adultos y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, una institución cuyo plazo de matriculación comenzó el lunes pasado.

El servicio a los pobres sigue siendo una absoluta prioridad de la Iglesia. "No podemos relajarnos". Asenjo y Gómez Sierra realizan una reflexión sobre las situaciones que se desprenden de la actual crisis: "Es grande el dolor, el sufrimiento y la desesperanza de los pobres, los parados, los inmigrantes, los sin techo, y de cientos de familias que sufren las consecuencias de esta gravísima situación social de la que no adivinamos el final". Destacan el esfuerzo de Cáritas, religiosos, o hermandades, pero advierten del riesgo de "secularización" que tienen las instituciones caritativas y de acabar convirtiéndose en ONG. Subrayan que "eclesiásticamente son algo más, mucho más", y profundizan en la necesidad de potenciar su identidad.

Para la familia, se marcan el objetivo de "robustecer la conciencia de familia y ayudarla para que sea el santuario doméstico de la Iglesia". Ante la crisis que vive la familia, los obispos afirman que "la Iglesia tiene la responsabilidad ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual para fortalecer la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos". En la misiva también se tiene un recuerdo agradecido a los movimientos en defensa de la vida.

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