Sevilla

Y el ático ya cae

  • La capilla del Baratillo se librará en breve de la contaminación visual del ático ilegal levantado sin licencia sobre el número 15 de la calle Adriano

S IETE años después. Siete años han tenido que pasar. Siete primaveras con sus siete Semanas Santas pasadas por agua. Siete años como siete puñales del número sabio por excelencia. Siete amaneceres de Miércoles Santo de la Piedad sobre rosas rojas. Siete tardes azules con ese olor a Baratillo jugueteando por la cúpula para delirio de los sentidos. Siete años para que comience el derribo del horripilante ático del número 15 de la calle Adriano, un ático más envalentonado que un velador sobre una acera, un ático intimidatorio para con una capilla supuestamente catalogada y protegida, un ático construido sin licencia sobre la casa de hermandad, un ático que surgió como un champiñón feo, como una seta de la Encarnación en su versión del Arenal, como tantos surgieron en los años de bonanza económica, cuando las hermandades recibían subvenciones de la misma Gerencia de Urbanismo (urbanismo morado) que ahora tiene arañas empadronadas en la caja de caudales. Aquellas subvenciones no volverán, al igual que las golondrinas, el bollo del cofrade a untar. Urbanismo no paraba obras ni demolía, pero soltaba los dineros con alegría de carroza cabalgatera. Siete años para poder recuperar ese trozo de cielo robado a lo cateto, en plan aquí estoy yo y me paso por el Arco del Postigo la catalogación de monumento de la Plaza de Toros de la Real Maestranza que obliga a tutelar especialmente los cambios urbanísticos en el entorno del edificio. No hay dinero en la Gerencia. Y es la propia Gerencia la que ha mandado a sus inspectores varias veces poniendo 2.900 euros de multa coercitiva por cada visita en la que comprobaban que el ático seguía levantado. Los inspectores de la Gerencia tienen ahora hambre de multas y de la necesidad han hecho virtud. Siete años ha tenido que esperar una cofradía para que comience a restituirse la estética alterada, para que luego digan que las cofradías son un poder fáctico. Tururú. Hasta un gobierno del PP le cambia ahora el rótulo de la calle a una cofradía, como en La Calzá. Y tienen que pasar siete años para soñar con recuperar los cielos que perdimos por culpa de un adefesio arquitectónico, símbolo de los años de perros atados con longaniza. Bien está lo que bien acaba y buena está la longaniza. Guau, guau.

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