Vista desde lejos, la estampa tenía la seriedad de una orquesta sinfónica: un numeroso grupo de personas vestidas de riguroso negro, salvo algún que otro olvidadizo, colocados desde de la una y media en las escalinatas del monumento a la Inmaculada de la Plaza del Triunfo. Al acercarse un poco, los carteles blancos explicaban esta llamativa manifestación, poco ruidosa pero animada. En el Día Mundial del Turismo, las cinco organizaciones oficiales de guías turísticos de Sevilla decidieron que sus asociados hicieran las visitas vestidos de luto para protestar por el intrusismo que sufre el gremio.

Después de haber contado a los visitantes las historias de don Juan y de Fígaro por el barrio de Santa Cruz y la obligatoria visita al Alcázar, los guías se reunieron para denunciar una situación que afecta a 280 trabajadores. Según explicó Concha Zalve, una de las asociadas a estas entidades, en los últimos tiempos han proliferado muchas empresas y páginas web que ofrecen visitas gratuitas a cargo de personal no cualificado y sin la acreditación oficial que extiende la Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía. Este tipo de compañías ofrecen sus servicios por el precio de la propina que el turista quiera dejar al guía. Por este motivo, los trabajadores de esas empresas no tienen por qué declarar los ingresos que reciben ni pagar ninguno de los impuestos que los profesionales acreditados abonan.

Para convertirse en guía no hay que tener determinados estudios, sino aprobar unos exámenes establecidos por la Junta. La principal demanda de los afectados es una mayor implicación de las autoridades en las inspecciones, aunque la administración autonómica les remite a los dos funcionarios que tienen en toda la provincia. El turismo es un motor económico que hay que cuidar, y para ello, quizás habría que preocuparse de vigilar mejor quiénes son los encargados directos de vender Sevilla a los guiris.