Pensionistas: el pilar de las familias en tiempos de crisis
Un jubilado sevillano cobra de media 2.760 euros menos al año que un madrileño. Reciben la tercera pensión más alta en Andalucía, 948 euros al mes, detrás de gaditanos y onubenses.
José Díaz es un jubilado sevillano que desde hace más de cuatro meses da de comer con su pensión a ocho personas. Gracias a que su paga llega a los 1.400 euros mensuales puede obrarse este milagro. Casos como el de él se repiten en bastantes casas, donde la pensión se ha convertido en el salvavidas de numerosas familias con escasos ingresos a consecuencia de la sangría del paro. La jubilación de la que disfruta José Díaz, no obstante, supone una excepción si se compara con la media de la provincia, donde dichos ingresos no alcanzan ni los 950 euros, lo que complica aún más la situación a la que se enfrentan muchos hogares.
De hecho, la jubilación que percibe un sevillano sigue estando por debajo de la media española, que a 1 de enero de 2014 -los datos más recientes- se fijaba en 990,96 euros, es decir, casi 43 euros mensuales más que en esta provincia. Esta diferencia se hace mayor si se multiplica por los 12 meses del año: más de 500 euros. Un dinero que repercute claramente en la calidad de vida de las personas mayores.
En este sentido, los jubilados gaditanos son, dentro de la región, los que disfrutan de una paga más alta. Al mes reciben 1.036,16 euros, con lo que superan en casi 100 euros la media de la comunidad, establecida en el último informe del Ministerio de Empleo y Seguridad Social en 901,70 euros. Detrás de Cádiz, Huelva se posiciona como la provincia con la pensión más alta por jubilación (953,49 euros), seguida de Sevilla (948,15) y Málaga (918,18). Los pensionistas almerienses son los que obtienen los ingresos más reducidos, 800 euros, una cifra que los coloca a la cola de las jubilaciones de todo el conjunto territorial, incluso por debajo de los de Cáceres (803,7), la penúltima provincia española en este ranking.
Para entender las diferencias hay que acudir a las explicaciones de expertos como Joaquín Aurioles, profesor titular de Teoría Económica en la Universidad de Málaga (UMA), quien indica que los desequilibrios territoriales en las pensiones reflejan la base económica que sustenta a cada provincia. Así, en el caso de Almería, el hecho de que la media de las pensiones para quien haya dejado de trabajar sea tan baja obedece a la importancia que adquiere en dicha provincia el sector agrario y el alto número de personas que están dadas de alta como autónomas. Tanto uno como otro reciben después una baja pensión puesto que durante la vida laboral -especialmente en el caso de los que desarrollan labores agrícolas- tienen una baja cotización. "La jubilación es recibir lo que durante los años de trabajo se ha aportado al sistema, de ahí que los que mejores pensiones consigan sean los del sector industrial o quienes hayan ocupado un puesto en una gran empresa". Son palabras del profesor Aurioles que sirven para entender la diferencia abismal con las pensiones de Madrid, donde al año un jubilado percibe de media 2.760 euros más que un sevillano. Si la comparación se realiza con Vizcaya, la brecha anual supera los 3.650 euros, cantidad que supone un balón de oxígeno para las maltrechas economías domésticas de estos años.
Volviendo a Andalucía, las explicaciones de Aurioles también sirven para entender el hecho de que Cádiz corone el ranking regional de las jubilaciones. "Esta provincia siempre ha tenido la base industrial más amplia de la comunidad y las empresas de mayor tamaño se han instalado en ella. Algo que también aclara que Huelva y Sevilla se coloquen en las siguientes posiciones. En el caso de Málaga, la industria ha empezado a tener un desarrollo bastante reciente, pero el protagonismo en esta provincia lo ha ostentado siempre el turismo, cuya cotización es menor, y por tanto, también la jubilación de la que se benefician posteriormente", señala el profesor de la UMA.
En el caso concreto de Sevilla, Aurioles detalla que en esta provincia, aunque el componente agrario adquiere bastante importancia en la economía, el modelo que desarrolla es muy distinto al almeriense, donde predominan los minifundios, lo que contribuye a la proliferación de trabajadores del campo en régimen de autónomos. En Sevilla, por contra, el latifundio aún tiene mucho peso, por lo que la mayoría de los que se colocan en dicho sector lo hacen como asalariados, que cobran una mejor pensión al jubilarse.
"El sistema de pensiones genera una gran desigualdad entre territorios y Andalucía sale claramente perjudicada", mantiene este experto, quien aboga por introducir alguna compensación para que provincias con una economía próspera -como es el caso de Almería- no se vean luego perjudicadas a la hora de la jubilación. "En muchas comunidades nos critican que contribuyamos poco al sistema de finanzas, pero también han de fijarse en que después somos los que menos recibimos cuando se acaba la vida laboral", apostilla.
La crisis ha agudizado estas diferencias. En un mercado laboral cada vez más precario las personas mayores se han convertido en el pilar económico más sólido de las familias. Muchos hijos y nietos tienen algo que llevarse a la boca gracias a la paga de los abuelos. Ejemplo de ello es la situación que vive José Díaz. Este sevillano se prejubiló por enfermedad en Tussam en 1986. Jamás pensó que a los 74 años iba a vivir la pesadilla en la que lleva anclado desde septiembre. En su casa residen ocho personas que comen gracias a la "buena" pensión que le ha quedado: 1.400 euros, un dinero que le resulta insuficiente a mediados de mes por la cantidad de necesidades que surgen.
Al matrimonio formado por su mujer y él se suman dos nietos de 25 y 21 años a los que alberga ren su casa -en la barriada Madre de Dios- desde que murió su hijo, el padre de ambos. Ninguno trabaja. A ellos se añade el matrimonio de su otro hijo de 45 años, que se ha quedado en paro, como su mujer, y que tienen dos niños de 14 y 7 años. Esta familia se tuvo que trasladar a la casa de los abuelos cuando el banco les quitó su piso por impago de hipoteca. A todos se les ha acabado la prestación por el desempleo y la ayuda social. El único ingreso que entra en este hogar de 45 metros cuadrados es la pensión de José Díaz.
La situación se ha vuelto tan crítica que amenaza ya con perder el poco patrimonio que le queda a José Díaz. "Tuve que avalar a mis hijos. Ahora, con tantas personas a las que atender, no puedo hacer frente a estos pagos. El banco ya me ha enviado una carta en la que me informaba de que el pasado 22 de enero me embargaría los bienes. Cada día me levanto mirando el buzón para saber si he recibido otro correo con una nueva noticia. Lo siento, pero antes de darle el dinero al banco tengo que garantizar que mi gente no pase hambre", relata José Díaz, que a final de mes acude a Cáritas de su parroquia para abastecer de alimentos el hogar. "Son los únicos que me han ayudado. A partir del día 15 de cada mes los 1.400 euros se agotan y si no fuera por la bolsa que me entregan, nos llevaríamos días sin comer nada".
Para este sevillano, los últimos meses han supuesto volver a las condiciones que conoció en su dura infancia: "He regresado a la posguerra, cuando vivíamos hacinados en las casas, a las cartillas de racionamiento. Cuatro personas durmiendo en una pequeña habitación. Y si no fuera por mi pensión, a saber cómo estaríamos ahora".
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