El Colegio Highlands de Sevilla se ha llevado el botín literario de los premios de relato corto Fernán Caballero en su octava edición. Reunido el jurado ayer en el hotel Inglaterra, eligió por mayoría como mejor relato de este certamen para escolares el titulado Quiero que vivas, escrito por Fernando Galobart Fernández-Cotta. Victoria Lobo Lucena, alumna del mismo centro, consiguió el accésit con el relato El silencio esconde demasiado ruido.

Otros dos alumnos de Sevilla, Magdalena Gutiérrez de San Miguel, alumna del colegio Entreolivos, y Elena Sokolowski Barrón, del Colegio San Fernando (Maristas), verán sus relatos, La rosa de Ivanov y La historia paralela, respectivamente, publicados como finalistas, junto al único representante de un centro de fuera de Sevilla, Juan Marco Domínguez Fernández, autor del relato La Pajarera y alumno del IES Diego de Guzmán y Quesada de Huelva.

Quiero que vivas es una apuesta militante por la vida. La narración corresponde al ser que vive dentro de la placenta de su madre, objeto de una agresión. El original narrador va descubriendo al lector el entorno de personajes y circunstancias que rodean a su madre, un pulso entre la creación del alumbramiento y el afán destructor que lo precedió.

En el relato titulado El silencio esconde demasiado ruido hay un narrador en ciernes. Apunta maneras en el título, en el desarrollo de la trama, en la descripción de los personajes. Entra y sale en la historia, une y separa. Todo a partir de un comentario de texto. Uno empieza a tararear dónde se meten los chicos del 17. Flota en el texto la soledad del adolescente, conexión quizás subliminal con el protagonista de El guardián entre el centeno de Salinger, relato lleno de personajes con la edad de los participantes en este concurso literario convocado por la Fundación de Cultura Andaluza que preside José María García-Blanco.

En La rosa de Ivanov sólo aparece el nombre de un escritor, Oscar Wilde, pero en esta sugestiva historia moscovita late la estirpe de los mejores escritores rusos. La relación misteriosa entre una niña y un adulto con un final emotivo e imprevisible.

El niño que vivía en una favela y tenía un abuelo que se llamaba como Pelé. Éste podría ser el subtítulo de La historia paralela, una historia muy bien contada con un notable trasfondo solitario. Una favela brasileña, un viaje a Boston y un niño que asiste atónito al relato de su abuelo.

Mayoría sevillana en el podio del Fernán Caballero, pero prácticamente ninguna historia transcurre en esta ciudad. Hay hasta una crónica de la final de la Liga de Campeones que el 24 de mayo del año pasado disputaron en Lisboa los dos equipos de Madrid.

La Pajarera es el relato que escribe el protagonista del relato titulado La pajarera. Un recurso habitual en literatura. Una historia que cobra una no buscada actualidad por el trágico final de la jornada escolar en un instituto de Barcelona con un nombre tan literario como Joan Fuster. Como suele ocurrir en la mayoría de los relatos, se combinan los hallazgos literarios y los nuevos recursos estilísticos propios de una generación timbrada por las novedades con clamorosos errores gramaticales y ortográficos. En uno de los relatos, los fallos de acentuación se producen cuando el desenlace tiene lugar en la clase de Lengua y Literatura. En otro, su autor muestra dominio del inglés y del francés en la transcripción de canciones en esos idiomas y muestra una indigencia absoluta en el dominio del español. La asignatura pendiente.

Una de las novedades es la incorporación del universo clásico y mitológico a las nuevas historias. En el relato titulado Clitemnestra, Agamenón es engañado sentimentalmente por su jefe de marketing. En el titulado La Casa Azul hay ecos de Corín Tellado y Flaubert y el binomio fundamental de toda literatura: el amor y la muerte. Freud puro.