Sevilla

Más de 10.000 jóvenes desafían la ley ‘antibotellón’ en el campo de la Feria

  • La masiva afluencia de público obligó a cerrar una gasolinera, la avenida Alfredo Kraus y el parque de los Príncipes · Varios jóvenes tuvieron que ser hospitalizados después de sufrir intoxicaciones etílicas

Desde las cuatro de la tarde de ayer, miles de jóvenes con botellas de alcohol bajo el brazo cogieron los autobuses y el Metro para dirigirse a los terrenos de la Feria, donde se había convocado una macrobotellona para celebrar el inicio del curso. Este evento, junto con la fiesta de la primavera, se está convirtiendo en una celebración tradicional de los actos universitarios pese a que desafía a la ley que prohíbe beber en la calle desde hace tres años. La fiesta se desarrolló sin incidencias graves, con la excepción de algunas calles cortadas y varias intoxicaciones etílicas sufridas por jóvenes estudiantes, que tuvieron que ser trasladados por los servicios de emergencias sanitarias a distintos hospitales de la ciudad.

Según explicaron a este periódico fuentes policiales, alrededor de 10.000 personas participaron en esta fiesta en el recinto ferial, en una de las fiestas universitarias con mayor afluencia de público de los últimos años. El masivo seguimiento de la convocatoria realizada a través de e-mails y redes sociales de internet como Facebook y Tuenti obligó incluso a la Policía a cortar el tráfico en la calle Alfredo Kraus y a cerrar el parque de los Príncipes y el surtidor de gasolina próximo a la Jefatura de Policía de la avenida de Blas Infante por motivos de seguridad. A la hora de cierre de esta edición, aún había decenas de jóvenes en la explanada de Los Remedios, que estaba completamente cubierta de basura.

En las primeras horas de la botellona, entre las cuatro y las cinco de la tarde, todavía no había llegado la gran masa de estudiantes. A esa hora, un joven bailaba abriendo los brazos como si fuera un avión y todavía pocos presentaban síntomas de tener la capacidad cognoscitiva temporalmente limitada. En general, los primeros jóvenes que llegaron a la macrobotellona se mantenían serenos, por el momento, intentando conseguir hielo para las copas y buscando un lugar bajo los árboles de la avenida Alfredo Kraus para resguardarse del sol, lo que provocó que la calle tuviera que ser cortada y el recinto de la Feria precintado.

El evento cogió desprevenidos a la Policía Local y al Ayuntamiento, que no tenían constancia de la celebración. Algunos agentes de la Policía explicaron que no esperaban “encontrar tanta gente” cuando llegaron a la explanada de Los Remedios, donde tampoco se había programado ningún tipo de dispositivo especial ni de servicio de limpieza.

A medida que la tarde transcurría, los jóvenes fueron llegando masivamente y el alcohol comenzó a hacer efecto. A las seis y media, la Policía Local contabilizó a unos 5.000 jóvenes y pasadas las nueve, unos 10.000. Esta cifra supone una de las convocatorias más secundadas de los últimos años, pero se mantiene lejos de la cantidad de jóvenes que pretendían reunir los organizadores, que, en sus mensajes a través de las redes sociales, manifestaban su intención de congregar a más de 30.000 personas.

La mayoría de los asistentes fueron estudiantes universitarios y sus motivaciones para participar en la botellona eran tan sencillas como “pasar un buen rato” o socializarse “conociendo a gente nueva”. No obstante, algunas de las participantes, como Lourdes García López y Celia Canchado, aunque parecían estar pasándolo bastante bien, se quejaban de que esta fiesta no fuera algo “oficial” y de que el Ayuntamiento no hubiera montado urinarios públicos. Además, contaban que no les gustaba “especialmente el ambiente”, aunque ellas fueran parte del mismo, y que se marcharían a casa “cuando anocheciera”, aunque ya no había luz.

Finalmente, a partir de las nueve, los jóvenes comenzaron a marcharse del recinto, algunos a sus casas y otros a continuar la fiesta en la plaza del Salvador. Largas colas de jóvenes se formaban en las estaciones de Metro, donde algunos de los participantes en el festejo masivo amenizaban cantando rumbas.

La fiesta motivó la indignación de los vecinos, que, a través de la plataforma cívica Por el Derecho al Descanso, criticaron el “escándalo” causado por los jóvenes y pidieron la construcción urgente del complejo Seviocio.

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