ERA como una avanzadilla verdiblanca. Ayer salió de Sevilla, junto a la estatua del Cid Campeador, una singular expedición. Un autobús con 55 viajeros que hicieron escala en Salamanca para rendir viaje en Santiago de Compostela en el año Jacobeo. A Salamanca viaja el Betis el próximo fin de semana para reeditar a orillas del Tormes el ascenso que hace 16 años consiguieron en Burgos, a orillas del Arlanzón, donde también el Cid tiene su estatua. Sus precursores hacen el camino con el mejor de los introductores, Antonio Bustos, que ya comprometió a los anfitriones a que mañana haya misa del Peregrino con botafumeiro, ceremonia religiosa en la que se le hará entrega al arzobispo de Santiago de Compostela, Julián Barrio Barrio, de la insignia de oro del Curso de Temas Sevillanos.

Monseñor Barrio hace honor a su apellido. Se mete en las entrañas de los problemas cotidianos de su diócesis. Le tocó una difícil papeleta: sustituir en los dominios del Apóstol a Rouco Varela, controvertido arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal. Julián Barrio es un zamorano de un pueblo llamado Manganeses de la Polvorosa que estudió Geografía en Oviedo y Teología en Salamanca. Tiene curiosos nexos con Sevilla: San Fernando también nació en la provincia de Zamora. El arzobispo de Santiago vino al mundo el día de la Virgen de los Reyes de 1946. Y ejerce la misión arzobispal, nombrado en 1996 por Juan Pablo II, en Santiago de Compostela, ciudad donde se ordenó sacerdote el cardenal Carlos Amigo Vallejo.

El viaje del Curso de Temas Sevillanos está lleno de guiños al pasado. En Salamanca, su primera escala, en una Universidad que llegó a tener como rector a Miguel de Unamuno, se estrenaron como jóvenes catedráticos dos de los nombres con más prestigio de la Universidad hispalense: Manuel Clavero Arévalo, que tuvo en la capital salmantina entre sus alumnos a Adolfo Suárez, que lo haría ministro, y al fiscal Alfredo Flores, y Francisco García Tortosa, catedrático de Filología Inglesa y traductor del Ulises de Joyce. Hay un tercer hombre que no es catedrático pero tiene su cátedra: Rafael Gordillo Vázquez marcó en Salamanca su primer gol oficial con el Betis en la temporada 77-78.

En Santiago, a la expedición encabezada por Antonio Bustos se le añadirán otros integrantes del Curso de Temas Sevillanos que están de vacaciones por el norte. En el viaje de regreso, pasarán por Astorga, joya de la arquitectura de Antonio Gaudí, y por León. En la antigua capital del reino, venerarán a San Isidoro en la basílica donde está enterrado el autor de las Etimologías. Un obispo visigodo nacido en Cartagena que es patrono de Sevilla, que lo recuerda con una hermandad, una parroquia, el instituto más antiguo de la ciudad (en el San Isidoro de la calle Amor de Dios estudió Severo Ochoa) y una calle en la que Fausto Velázquez tiene su estudio y donde pinta mientras ve los partidos de Nadal.

Los expedicionarios disfrutarán del verbo docto y abigarrado de Antonio Bustos. Con el que ha pronunciado en Pilas, ha llegado a los cincuenta pregones rocieros, sólo superado por Juan de Dios Pareja-Obregón, Demóstenes de Gines. Bustos ha pregonado la Semana Santa de media Andalucía y de plazas tan difíciles como Cartagena (la patria de San Isidoro y San Leandro, iconos en el escudo del Sevilla), Zamora, Valladolid o Benavente. Todas, menos la de Sevilla, la ciudad que pregona todos los días sin necesidad de atril ni boato. El 8 de marzo de 2008, el mismo día que Antonio Burgos pronunciaba en el Maestranza el pregón de la Semana Santa de Sevilla, Antonio Bustos hacía lo propio con la de Cádiz. El día que Zapatero renovó su mandato presidencial en las urnas. Y la última vez que Chaves se presentó a unas elecciones autonómicas.

Los participantes en el curso de Temas Sevillanos recorren a lo largo del año diferentes escenarios de la ciudad, desde el Alcázar al Ateneo, desde el Casino Militar a la Real Maestranza. Ahora van un poco más lejos. Y harán un trabajo de campo sobre el Pórtico de la Gloria. Hermosa metáfora de este viaje iniciático.