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Tarde de cucañas en Triana

  • El tradicional concurso sobre el río y la representación de la obra de teatro 'Lisístrata' en el Altozano marcaron el primer día de la Velá de Santa Ana

 "Andar de lado, salir fuerte y no mirar el tronco". Ése es el único secreto para alcanzar el banderín y proclamarse ganador de la cucaña para Iván Bordallo, de 17 años y criado en el barrio de Las Letanías. Él fue ayer el primero de los cucañeros en recorrer los escasos diez metros que le separaban del premio antes de caer al agua. En Triana no hay Velá sin cucañas ni cucañas sin algún chapuzón y ayer hubo mucho de ambas cosas.

Cerca de las siete de la tarde, con casi una hora de retraso sobre el horario previsto, daba comienzo ayer la primera tarde de cucañas en la Velá de Santa Ana. En la calle Betis, donde algunas casetas empezaban a recibir a sus primeros clientes, abrazos y reencuentros entre viejos rivales en el arte de la cucaña. Entre ellos, Óscar Vega, un trianero de 29 años que pese a vivir ya fuera del barrio vuelve cada año a probar suerte. "No es por el dinero, sino por la emoción de coger la bandera y que todo el mundo te aplauda". En esta ocasión quisieron probar suerte también su hermano y su sobrino mientras el resto de la familia los animaba y aplaudía desde los bancos que discurren por Betis.

 

Para Óscar, con éste, son ya 20 los años que lleva participando en esta costumbre "que es tan antigua como la Velá" y a la que cada año se van sumando nuevas promesas. Es el caso de José Antonio Vaca, de 15 años. "Vengo de San Juan de Aznalfarache con mis amigos a probar suerte por primera vez", contaba antes de que la barcaza de Lipasam sobre la que se sostiene el tronco atracara frente a la primera zapata del río, donde se disputa el concurso. 

 

En la cucaña "no hay muchas reglas", cuenta Alberto Fernández, que "participaba con un grupo de amigos cuando era joven" pero que "nunca" llegó a conseguirlo. Ahora sólo viene como público pero advierte que ahora -como antes- "sólo hay que conseguir no resbalarse". 

 

La tradición de la cucaña se remonta al siglo XVI y fue Nápoles la primera ciudad en tomarla para sus celebraciones. La de Triana -como la de algunas fiestas de Santa Cruz de Tenerife- se hace en horizontal "de toda la vida" -en algunos pueblos de Cádiz o Toledo es vertical-, pero ha ido evolucionando con el paso de los años. Antes se daba un jamón -que siempre caía al agua- y ahora el premio son 35 euros para los jóvenes y 40 para los adultos. Cambian también las caras -"casi ningún cucañero es ahora de Triana", lamentan algunos vecinos- y la grasa con la que se unta el tronco para hacerlo más resbaladizo. "La que usamos desde hace mucho tiempo nos la regala Persán y es biodegradable para que no contamine nada el río", cuenta Lola Cebado, que lleva 12 años organizando desde el distrito las cucañas para la Velá.

 

Durante varias horas, niños y mayores fueron probando suerte mientras la tarde iba atrayendo hacia la orilla del río turistas, curiosos y vecinos -algunos cargados de sillas de playa para no perderse detalle- que regalaban ovaciones a los ganadores y aplausos de ánimo para las víctimas que caían al agua sin lograr alcanzar su objetivo.

noche de espectáculo 

 

En su primer día, la Velá de Santa Ana acogió la tradicional cucaña, pero también fue testigo de algunas novedades. Por primera vez, el escenario instalado en la Plaza del Altozano acogía la representación de una obra de teatro y lo hacía a cargo del grupo Entenguerengue y la compañía Viento Sur. La obra elegida fue Lisístrata y desde un rato antes el público se concentraba en torno a la plaza para no quedarse sin sitio. 

 

Otra novedad este año en la Velá es la exposición que la Asociación de Pintores de Sevilla y otras Artes han instalado en Paseo de la O. Ayer, su presidente, Alberto de la Calle, explicaba que el objetivo es "convertir la orilla del Guadalquivir en un espacio para el arte" como ocurre en otras ciudades como París y "la Velá es una buena oportunidad para dar a conocer esta idea" que ya desde hace meses se pone en práctica aunque sólo los fines de semana. Hasta el lunes, hilanderas, pintores o ceramistas muestran hasta la medianoche sus trabajos.

 

Esta tarde, más cucañas, más actuaciones y más noche de caseta en Triana, donde la fiesta continúa hasta el lunes, día de Santa Ana, a la que se rinde culto cada año como si fuera el primero.

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