Sevilla - Levante · la crónica

Atacar sin defensa igual a frustración (2-3)

  • El Sevilla sufre un grave parón en su progresión al caer ante un Levante que tuvo a Keylor Navas y la efectividad. Emery desanda el camino y deja a su equipo sin equilibrio y sin el poderío aéreo que lo había aupado.

Durísimo revés para el Sevilla en la trayectoria ascendente que había emprendido y primera derrota desde que su entrenador, Unai Emery, construyera al equipo de atrás hacia delante en la visita al Espanyol. El cuadro nervionense se vio superado por el Levante en el marcador, que es lo que vale, por la sencilla razón de que fue incapaz de defender, siquiera mínimamente, lo que tanto trabajo le había costado conseguir con las dos ventajas que tuvo gracias a los tantos de Coke y Rakitic. Es cierto que los blancos llegaron a esas situaciones de privilegio gracias al buen juego de ataque, a un torbellino que tuvo que superar a una pared llamada Keylor Navas, pero el fútbol se fundamenta en saber conjugar el aspecto ofensivo con el defensivo y las carencias atrás de los locales lo condujeron al desastre final. 

No es normal que un equipo que fue capaz de defender al Atlético de Madrid en el Vicente Calderón sin otorgarle posibilidades de hacerle un gol, más allá del tanto de Villa, se convierta en un grupo tan endeble en ese aspecto tan básico del fútbol. No lo es, por supuesto, salvo que el encargado de elegir a las piezas se empeñe en desprotegerlo, en quitarle todo el equilibrio defensivo que tan bien le había venido para esa escalada que lo había puesto a las puertas de los puestos de privilegio. Pero Emery, al que se le elogian las decisiones cuando acierta con ellas, pensó que no sería necesario ante el Levante protegerse en exceso. Tal vez optó por buscar la velocidad de las piezas de atrás como primera prioridad y se olvidó del poderío por arriba del conjunto de Joaquín Caparrós. 

El Levante había hecho sufrir al Barcelona en los dos duelos anteriores en las pelotas a balón parado y ayer le provocó un escarnio al Sevilla cuando éste había conseguido ponerse por delante en el marcador. Dos saques de esquina horriblemente defendidos tuvieron mucho más valor en el marcador que veinticinco minutos de un fútbol espectacular, con la pelota circulando a velocidad de vértigo y con numerosas ocasiones de gol abortadas, la mayoría de las veces, por un Keylor Navas espectacular. Después del 2-1 bastaron sendos córners para que Vyntra, completamente solo, y David Barral, anticipándose antes del rechazo de Beto, echaran por tierra todo el trabajo de ataque. Pero eso es el fútbol y valen igual los goles conseguidos de esa manera que los que llegan con regates y virguerías. Por eso no basta con atacar, por muy bonito que pueda ser para el gran público, la defensa siempre es imprescindible para construir un gran equipo. 

Pero la reflexión sobre el equilibrio, ya fuera a través de Iborra o de M'Bia, preferiblemente del ex levantinista, va más allá. Emery no sólo le quitó a los suyos fortaleza aérea en la parcela defensiva, que sería lo más trascendente, también hurtó a su tropa de uno de los aspectos que peor llevan los rivales, la estrategia en ataque. El Sevilla tuvo una infinidad de jugadas a balón parado, pero esta vez sólo Fazio parecía la vía para tener una opción clara de remate. Es evidente que David Navarro, Vyntra y compañía tenían muchas menos preocupaciones en este sentido. 

Dicho todo lo anterior, conviene encauzar el relato de los acontecimientos. Emery apostó por una pareja en el medio centro integrada por Carriço y Rakitic. Era la manera de introducir en el equipo a Pareja, un central no excesivamente alto, para que el resto de los componentes del once fueran los mismos que tan buena impresión habían dejado en la última comparecencia casera contra el Getafe, incluidos Gameiro y Bacca como delanteros. Y el Sevilla salió con fuerza, con intensidad, con mucho ímpetu. La anticipación era continua y el Levante se veía acorralado desde el minuto uno en las cercanías de su área. Las oportunidades, sin ser clarísimas, sí empezaron a llegar a través de Rakitic o Vitolo, pero los remates serían inocentes hasta que Coke sorprendió con un balón bombeado para superar al adelantado Keylor Navas. 

El Sevilla había conseguido lo más difícil cuando está enfrente el Levante, ponerse por delante antes de la media hora del partido. En teoría, el manual pide a partir de ese momento serenidad, saber dominar la situación, administrar la ventaja y sacar provecho de la obligación del equipo de Caparrós de salir, por fin, de su cueva. Pero la acción previa al empate dictamina todo lo contrario. Una infinidad de peones del Sevilla va a tope para robar en las cercanías del área rival, casi lo consiguen, es verdad, pero la pelota sale de allí y resulta que David Barral está en uno contra uno frente a Fazio. El atacante tiene sus méritos y el argentino peca de inocente. Penalti y empate. 

El cuadro de Emery sufrió con ese primer golpe y hasta vagó en el tramo previo al descanso, pero no tuvo mayores daños y se repuso, vaya si lo hizo, en el intermedio. A partir de ahí, el Sevilla fue un torbellino, realizó un fútbol de ataque de gran nivel y tuvo infinidad de oportunidades clarísimas, incluido un penalti estrellado por Rakitic en el poste, pero Keylor Navas, impresionante, se interpuso en el camino de los blancos. Hasta que Rakitic se sacó la espina del error de la pena máxima y logró el dos a uno. 

Otra vez por delante, de nuevo la situación ideal, pero entonces se vieron las debilidades que habían provocado la decisión de Emery, salvo que existiera algún problema físico, de no contar con Iborra. El Sevilla lo echó todo a perder y diez minutos después del uno a dos ya estaba dos a tres en el marcador. Bastó con eso, con dos saques de esquina bien ejecutados y horriblemente defendidos, pero es que el fútbol es atacar y defender, no se olvide jamás, y optar por la vía más bonita, la ofensiva, sólo sirve para cosechar el aplauso final, nada más. Lo único que queda para quien pierde así es cero puntos y frustración.

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