Miguel 'Michi' Primo de Rivera Oriol . Comunicador.

"La asignatura 'hablar en público' debería estar en todas las aulas"

"La asignatura 'hablar en público' debería estar en todas las aulas"

"La asignatura 'hablar en público' debería estar en todas las aulas"

-Tengo ronquera primaveral. Ya que la voz es su medio de vida, ¿sabe de algún remedio casero?

-La piña natural. Precisamente me la recomendó el paisano y tenor Ismael Jordi. Y desde entonces la tomo a menudo. Pero sobre todo, hidratación.

-Ya en serio. ¿Se considera un tipo con suerte?

-Creo que tengo suerte, no me puedo quejar. Suerte por la familia en la que he nacido y por los amigos que tengo. Hago repaso de mis 51 y puedo decir que hago lo que quiero porque profesionalmente me dedico a algo que me encanta que es hablar en público. Soy showman, animador, maestro de ceremonias y asesor de una empresa de marketing y comunicación. Y bueno, hago otras cositas divertidas como ser imagen de unos resorts de lujo en Maldivas y Tailandia. Y mi faceta de comunicador la aplico mucho también al mundo solidario.

-Cumple 15 años desde su primer contrato como presentador de un acto. Y fue precisamente en Jerez, del Mundial Ecuestre de 2002. Haga balance.

-Presentar eventos lo he hecho desde pequeño, sobre todo benéficos. Con 20 años presenté el 40 aniversario de Unicef en el Teatro Español de Madrid, con Tip como copresentador, una persona maravillosa. Pero hubo un salto, desde 2002 hasta 2008, en el que toqué otros palos de las relaciones públicas y comunicación empresarial. Fue entonces cuando decidí que lo que me gustaba era esto de hablar en público.

-También estuvo en televisión un año con Ana Rosa Quintana.

-Era colaborador una vez a la semana. Me conoció en una gala benéfica en el Palace. Fue como una mili, aunque no era del todo mi sitio, no pasaba la línea que quizás querían. Comentaba desde Gran Hermano hasta temas como los toros en la calle o sobre música. No he vuelto a la tele con esa continuidad. Lo mío es más el directo.

-De todas las cosas que es usted, también es un gran improvisador.

-Dentro de mi faceta como comunicador doy también cursos puntuales de hablar en público y uno de los consejos que doy es que hay que preparase bien la presentación. Y puede parecer una obviedad pero hay que ensayar hasta las improvisaciones. Pero cuando el registro es más informal, caben más cosas. Lo importante es ver la reacción del público, es lo que te alimenta en el escenario.

-¿A quién le daría un cursito de hablar en público?

-A todo el que quiera, pero hay grandes directivos de multinacionales que hablan tan mal... Mejor no digo nombres. He ayudado a mucha gente a perder el miedo a hablar en un momento concreto. Creo que hablar en público es una asignatura que se echa de menos en las escuelas. Debería estar en las aulas.

-Aunque usted se reconoce como un "gran tímido".

-Sí. Lo digo y la gente no se lo cree. El escenario me transforma, fuera de él soy simpático, pero muy tímido. Cuando me subo al escenario me vengo arriba, es el nervio parecido a cuando has conocido a alguien importante en tu vida. Me encanta esa sensación.

-Y encima toca el piano, la caja, canta...

-Sí, llevo tres años dando clases de canto con niños en una escuela en Madrid. Y bueno, canto en cositas sin importancia, pero canto. Aunque me encantaría hacer un proyecto con una Big Band, es algo que de verdad sueño.

-¿Qué diría el general Primo de Rivera de usted hoy y su faceta de showman?

-Los tiempos cambian, pero estoy convencido de que tanto mi bisabuelo como mi padre estarían muy orgullosos de lo que hago. Mucho de lo que tengo es heredado de ellos, ya que fueron grandes oradores.

-¿Qué etiqueta le gustaría quitarse?

-Hay una que creo que me ha afectado en mi carrera profesional audiovisual que es el apellido. En ciertos sectores porque cuando decidí dar ese cambio de vida en 2008, me recorrí productoras y no me miraban ni a la cara. No me pienso quitar el apellido, como me han llegado a sugerir. Y otras etiquetas..., pues no sé, no me gustaría que me vieran como no soy.

-Lleva a Jerez muy a gala.

-De mis nueve hermanos yo soy el primero nacido en Jerez y desde el principio he tenido grandes amigos aquí. Soy además presidente de Jerezanos en la Diáspora, por algo será (ríe). Y aunque nos fuimos a Madrid cuando yo tenía seis años, cuando mi padre acabó la Alcaldía en Jerez en 1971, las fiestas siempre las pasaba aquí y los veranos en El Puerto. Y casualmente mi primer trabajo profesional lo encontré en Jerez Es una ciudad que llevo en el corazón.

-¿Se jubilará usted en un futuro en el Sur?

-Esa pregunta es muy de Jerezanos por el mundo (risas). Pues en algún momento tendrá que dejar de hablar y callarme, y quizás me instale aquí.

-¿Qué le queda por demostrar en sus presentaciones?

-Cada presentación para mí es un reto, ya que por lo general siempre cambian aunque haya presentado varias veces lo mismo. Bueno, me quedan un montón. Ya irán saliendo.

-¿Algún referente?

-Mi abuelo Antonio Oriol, que fue secuestrado por los Grapo. En el postsecuestro nos dio una lección de humanidad. Y mis padres, que han orientado a nueve hijos, ¡imagínese!

-¿Qué cosas le dejan mudo? ¿De qué no hablaría nunca?

-Las injusticias me enervan. No hablo de lo que no sé, tampoco hablo de política. Sí me gustaría hablar más de lo que se puede hacer por los demás.

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