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José Antonio Moreno Jurado. poeta y profesor

"El abandono de la filosofía nos conducirá a los estercoleros de la razón"

  • El escritor reúne todos sus estudios sobre literatura griega en 'De Bizancio a la Grecia contemporánea', un viaje intelectual concebido también como un alegato contra la ignorancia

José Antonio Moreno Jurado (Sevilla, 1946).

José Antonio Moreno Jurado (Sevilla, 1946). / m. g.

José Antonio Moreno Jurado (Sevilla, 1946) debe acumular una biblioteca incalculable en los pliegues de la memoria. Referencias extraordinarias o insólitas de libros, de narradores, de poetas. Esa mercancía salta de un modo u otro a su escritura, que nunca ha aceptado el vicio del eslogan. Sale de imprenta De Bizancio a la Grecia contemporánea. Estudios sobre la literatura griega, que viene a poner en papel un buen número de investigaciones, desde los cantos de la iglesia ortodoxa a las novelas bizantinas. He aquí una vida entregada a la literatura, una forma de sacerdocio.

-Reúne aquí toda una vida dedicada al estudio de la literatura griega moderna, tarea que asegura que haber llevado a cabo "siempre en soledad". ¿Por qué?

-Porque todos estos estudios están hechos fuera de la universidad, en casa, con maletas de libros comprados en las librerías de Atenas o fotocopiados en fundaciones o centros de investigación. Sólo son académicos en el sentido de la disciplina investigadora. La disciplina individual. La Universidad de Sevilla fue siempre reaccionaria a semejantes estudios. Estaba mal visto que alguien se dedicase al griego bizantino y al griego moderno. La única verdad estaba en los clásicos. Incluso, en mi tesis doctoral sobre Yorgos Seferis, tuve que incluir la palabra "clásica", Evocación clásica en la obra de Yorgos Seferis, para que fuese admitida.

-¿Se puede hablar entonces de que hay un desinterés académico por la literatura griega moderna?

-Desde mi tesis doctoral hasta ahora han cambiado bastante los conceptos y los miedos. Muchas universidades españolas abrieron por fin sus puertas al griego bizantino y moderno: la Complutense, Granada, Barcelona, La Laguna, Salamanca y un largo etcétera. La nuestra no, que yo sepa. Y, de la misma manera, si en aquella época se podían contar con una mano los helenistas, ahora se han multiplicado por cien. De la misma forma en que se han multiplicado las gramáticas y los diccionarios. Nosotros, nada teníamos.

-En la expedición intelectual que usted propone destaca la figura de Odysseas Elytis.

-Elytis fue el objeto de mi tesina antes de hacer la tesis doctoral. Es, por excelencia, el poeta de la luz y de las islas. Supo aprovechar como nadie, en Europa, la metáfora y la imagen surrealista sin llegar a utilizar la escritura automática. Y dejó muy atrás a los poetas españoles, franceses, alemanes, ingleses e italianos.

-Usted acompañó a Elytis en su visita a Moguer tras las huellas de Juan Ramón. ¿Qué recuerda de aquel viaje?

-Fue invitado por el Gobierno español a visitar Madrid, Barcelona, Sevilla, Moguer y Granada. Pidió a la embajada que yo lo acompañase por Sevilla y Huelva. Así lo hice, pero, antes, presentó en Sevilla, frente a un aluvión de periodistas y de poetas llegados de todas las provincias andaluzas, El sol primero, que editó en su momento la editorial Dendrónoma, con Rafael Gómez Rivera y Manuel Jurado López. Paseamos con él por las calles de Sevilla y, al día siguiente, estuvimos en la Casa Museo de Juan Ramón, en el cementerio de Moguer ante la tumba del poeta y en La Rábida. Y recuerdo que, ante las rías, me dijo con admiración: "Este cielo es el mismo cielo de Grecia".

-En uno de los estudios analiza la influencia de Lorca y Alberti en la poesía de Elytis e, incluso, destaca los paralelismos entre la Generación del 27 española y la del 30 griega. ¿Cuáles son esas conexiones?

-Más que el origen, intenté investigar los paralelismos y las diferencias entre las dos generaciones literarias. Un estudio comparativo entre las corrientes poéticas y las desviaciones de cada una. Es verdad, sin embargo, que en 1943 bajo la ocupación alemana Elytis y Gatsos se reunían en distintas cafeterías de Atenas para hablar de Lorca. No por la profundidad de su pensamiento, sino por la cercanía a los caracteres del pueblo, que ellos pretendían asimilar en cuanto conciencia colectiva. Elytis tradujo ocho poemas de Lorca a través de traducciones francesas y Gatsos tradujo por entonces Bodas de sangre. Con tanto éxito, por cierto, que su versión sigue subiendo a los escenarios griegos con frecuencia. Lorca influyó en algunos, escasos, giros expresivos en Elytis, pero tuvo verdadera influencia en el Amorgós de Gatsos.

-No es el único punto en común entre ambas literaturas... Usted dedica un capítulo al interés de Nikos Kazantzakis, el autor de Zorba, el griego, por España.

-Kazantzkis fue siempre un autor inquieto, todo le interesaba, todo le fascinaba, visitó muchos países, abandonó su comunismo radical tras la subida de Lenin al poder. Y visitó España en 1932, donde pudo conocer a Juan Ramón Jiménez y a los poetas del momento. Tuve la oportunidad de fotocopiar, en la Casa Museo de Juan Ramón Jiménez, las revistas que Kazantzakis le envió con traducciones de Juan Ramón, Machado, Unamuno y Salinas. Lo curioso de todo esto es que, al paso del tiempo, ya en 1956, Kazantzakis perdió el Nobel, frente a Juan Ramón Jiménez, por un voto de diferencia. Y, desde luego, como ocurrió con los poetas de los años 30, estaba fascinado por las pinturas de El Greco. Los tercetos a España, que edité en Huelva, sólo recogen tres poemas de los 21 que estaban incluidos en su libro Tercetos de 1960.

-También dedica un estudio breve a la visita a Sevilla en 1931 de Kostas Uranis, que califica de "riesgo" y de "sorpresa". ¿Por qué?

-Más que a la visita, me refería a su visión de España. Es verdad que Uranis hizo un recorrido por España en 1931, pero no podemos descartar otros viajes y otras fechas, puesto que fue cónsul en Lisboa desde 1920 hasta 1924. Recogí únicamente en Paseos por Sevilla tres artículos que se referían concretamente a nuestra ciudad. Y cuando hablaba de riesgo y sorpresa era porque teníamos delante de nosotros la manera de ver de un griego, no la de un francés, con su continuo desdén por el olor a aceite de las freidurías, ni la de un inglés, siempre trascendente o altivo.

-Es sorprendente, al menos, el título de uno de los artículos de Uranis: "Las gheisas de Sevilla".

-Me parece una comparación desafortunada. Las muchachas que vienen de cualquier parte a Sevilla para aprender a bailar, dice el autor, "lo consiguen sacrificando el resto de su virginidad". Y las que no triunfan corren aún peor suerte. Pero nada tienen que ver con las gheisas. Son situaciones muy diferentes.

-¿Qué opina del papel menor de las Humanidades en el estudio de los niños y los jóvenes españoles?

-Es el papel de la ignorancia. Grecia y Roma constituyen nuestro verdadero patrimonio: la lengua, el arte, el pensamiento. Lo que somos, en definitiva. Y el abandono de la filosofía nos conducirá a los estercoleros de la razón. Mi padre y mi madre sólo me dejaron en herencia mi lengua, ni casas ni fortuna. Pocos lo comprenden. Y terminaremos cantando por las calles, aunque con los portátiles bajo el brazo, aquel verso de Persio: "¿Quién no tiene orejas de burro?".

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