Análisis

juan antonio solís

La cruz de la moneda

El modelo del Sevilla no se agota, pero a la afición le cansa tanto ídolo de quita y pon

Sampaoli, en sus universos paralelos -si lo prefieren, pueden partir por la mitad esta última palabra- cree haber situado al Sevilla en el mapa mundi futbolístico. Por supuesto que sí, genio, toda la plata que llegó desde la ría de su país desde hace cinco siglos no pagaría sus servicios.

Mejor un punto y aparte, que no son pocos los que se molestan por las mofas a este personaje. Hablemos mejor de la factura, cada vez más gravosa, que está pagando año tras año el Sevilla para su consolidación en la nobleza continental. Ese pago no figura en el libro de cuentas porque su naturaleza es mucho más delicada que el vil metal. Anida en el corazón de todos los sevillistas: la sensación, cada vez más acusada, de que los referentes son demasiado efímeros.

¿Imaginan un restaurante sin chef en nómina, que cada temporada variara toda la carta para confusión de sus satisfechos comensales? El Sevilla va camino de eso. Rotular una camiseta, con lo carísimas que son, con el nombre del ídolo es ya un deporte de riesgo por Nervión.

Un club tiene unas señas sagradas: los colores, el escudo, la bandera, el himno, a veces el estadio. Y junto a las leyendas, conviven los ídolos de carne y hueso. Los que firman autógrafos a los pequeños y van a las peñas a repartir felicidad. Está ocurriendo en el Sevilla que su modelo, ese "Vender para crecer", está desgastando esa empatía entre el aficionado y sus referentes sobre la hierba, algo nuclear en la rutina de un club. El personal no ha empezado a disfrutar el cuarto puesto y los 72 puntos y ya padece un temor crónico, esta vez con N'Zonzi y Vitolo.

La gente se cansa de revoluciones estivales con 14 salidas y 15 entradas. De ídolos con caducidad que ni los yogures. Sabe que los ciclos son inevitables, pero exige que el trazo definido del club sea el trazo definido de un once.

Y si los entrenadores que triunfan no se marchan más por la gatera, lo bordamos ya.

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