sevilla fc-málaga · la crónica

Una victoria estofada (2-0)

  • El Sevilla gana un viscoso partido en un minuto con dos goles gestados a la contra y se va al parón bien satisfecho.

Chup, chup, chup. Como esos guisos de las abuelas cocidos a fuego muy lento en olla de hierro colado, así gestó el Sevilla su quinta victoria de la Liga ante un postrado Málaga, reaccionó lo antes posible a la primera derrota en el imponente Wanda Metropolitano y se marcha al segundo parón de la temporada en una situación ideal, siguiendo la estela del líder Barcelona en la azotea de la tabla. Bajo el tórrido sol que ordenó Javier Tebas, el equipo de Eduardo Berizzo estofó su victoria a cámara lenta, pero dio los chispazos oportunos al contragolpe, en dos acciones que acabaron en sendos goles en apenas un minuto, del 68 al 69. Primero fue con una diabólica diagonal de Jesús Navas que acabó en un penalti muy bien forzado por Correa, transformado por Banega, y acto seguido fue en una potente carrera de Muriel, que resolvió con un seco tiro raso al primer palo.

El entrenador argentino insiste en ser más profundos dentro de ese juego de posesión y esa virtud afloró de nuevo a ráfagas, trufada de calidad, para decidir como en la noche ante el Maribor.

En la primera parte, ese fútbol viscoso se trabó una y otra vez en los fueras de juego, hasta nueve. Y bajo la insistencia, apenas hubo dos rupturas dañinas de verdad. Una de Correa en otro vistoso eslalon, mal acabada por Muriel con un tiro al lateral izquierdo de la red de Roberto (16’) y otra del propio delantero colombiano desde el extremo derecho al palo izquierdo del guardameta malaguista (34’), también mal resuelta por éste al demorar su pase a la izquierda a jesús Navas, con un ángulo mucho más abierto para el remate.

Los defectos de este Sevilla se repiten partido tras partido. El abuso del juego al pie, la tibia destreza de los posibles receptores del balón para el desmarque al espacio, la tendencia a dar un toque de más y propiciar el repliegue del enemigo... y la candidez en los últimos metros de los Correa, Muriel, Jesús Navas.

El juego aún contiene un buen manojo de peros. Pero los triunfos son el mejor atajo para que las ideas vayan calando en los jugadores y poco a poco, con la misma parsimonia con que desmadeja el juego este Sevilla, el método de Berizzo va fraguando con la inigualable firmeza que dan los puntos. Porque son ya muchos puntos: 16 con sólo 21 litigados.

Para ser fiel a sus principios, Eduardo Berizzo rotó a más de la mitad de su equipo inicial. Esta vez fueron siete los cambios en relación con la noche de Champions ante el Maribor. Sólo repetían Lenglet, Escudero, el Mudo y Correa.

No pocos opinan que este trasiego en las alineaciones, tal que un vagón en el metro de Tokio en hora punta, difumina el trazo del equipo, no lo hace reconocible. Nada más lejos de la realidad. A este equipo se le ve venir a la legua. Hasta el desnortado equipo que aún entrena Míchel vio venir ese cadencioso juego a asegurar el pase que si ya calienta la sesera del que lo ve en condiciones normales, tanto más al que lo observa a más de treinta grados centígrados, como este sábado fue el caso por la cruel arbitrariedad de LaLiga.

Navas intenta llegar a la pelota en una jugada invalidada. Navas intenta llegar a la pelota en una jugada invalidada.

Navas intenta llegar a la pelota en una jugada invalidada. / Juan Carlos Muñoz

Ocurrió que este Málaga es tan lánguido, tiene la autoestima tan a ras de suelo, que renunció a la pelea de salida. Salió Míchel con un sistema 5-3-2 con el joven Mula como compañero de andanzas de Rolan en punta. El resultado fue un inmóvil y hasta cohibido equipo al que le salvó la impericia de los sevillistas para no caer en orsay y el buen ojo del asistente ante varios que fueron milimétricos. La lesión de Ricca a los 25 minutos hizo a Míchel recapacitar, introdujo a Juanpi como volante diestro y cambió a cuatro defensas.

Pero no fue hasta la segunda parte cuando los costasoleños se animaron a salir de la cueva. Y cuando el dominio sevillista empezó a ser discutido, Berizzo movió ficha. A la hora de juego entró Banega por el Mudo y esta vez el ex interista sí fue el Von Karajan que triunfó en Nervión con Emery. Se ofreció para sacar la pelota, encaminó los ataques por los pasillos adecuados y lanzó a sus compañeros a ganar el partido a la contra.

Fue así como en dos nuevos chispazos, del dúo Jesús Navas-Correa uno y de Muriel el otro, el Sevilla acabó gestando otra victoria a fuego lento. En espera de que el ritmo llegue, los puntos dan crédito, serenidad e ilusión. Al parón van los sevillistas más que satisfechos. Chup, chup, chup...

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