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José Morales, padre de Maloma: "Volver a verla ha sido todo un impacto"

José Morales, padre de Maloma, este martes en Almensilla.

José Morales, padre de Maloma, este martes en Almensilla. / Fermín Cabanillas / EFE

José Morales no pudo despedirse de su hija Maloma cuando, como denunció en su día, fue secuestrada por su familia en el Sahara en 2015, por lo que volver a verla siete años después y que haya decidido quedarse a vivir en su casa de siempre ha supuesto "todo un impacto".

Lo explica en una entrevista con Efe en Almensilla, localidad sevillana cercana a Mairena donde la joven, que ahora tiene 28 años, está viviendo con su marido, un saharaui de 33 años, sus tres hijos de 5 y 4 años y cuatro meses, y su madre, y donde "quiere vivir tranquila, hacer borrón y cuenta nueva y comenzar una nueva vida lejos del Sahara".

Su historia saltó a los medios de todo el mundo cuando su padre denunció su secuestro por parte de sus propios hermanos el 12 de diciembre de 2015, cuando había viajado para ver a su madre, que estaba enferma, con la intención de volver.

A la joven, que se iba a preparar unas oposiciones para ingresar en la Policía Nacional, le retuvieron el pasaporte español, que le fue devuelto por la mediación de la embajada en Argel, y ahora, ya en Sevilla de nuevo "no habla mucho del tema, quiere estar tranquila, hacer su nueva vida junto a su marido y sus hijos".

José concreta que tuvo noticias "hace meses" de que su hija quería regresar, sobre todo porque "veía a Mari Carmen -su mujer- hablar mucho con ella por Whatsapp", a veces sin motivo aparente, "solo por darle los buenos días o las buenas noches".

Su esposa, "que se pasaba horas llorando", cambió el talante con el paso de las semanas, y en abril pasado se comenzó a rumorear que Maloma regresaría, lo que sucedió en junio, aunque se ha conocido ahora, "cuando ya todo se ha normalizado y ella está asentando su vida de nuevo donde ha crecido".

Para este hostelero sevillano, su vida ha dado un vuelco total. "Me he encontrado de pronto con una hija y tres nietos -los niños llevan su apellido- y en casa hemos pasado de llorar todo el día a ser felices", lo que asevera sobre todo al hablar de la pequeña de cuatro meses, al tiempo que recuerda que la entrevista tiene que terminar pronto, porque a las dos de la tarde tiene que recoger en el colegio a los dos mayores, que fueron escolarizados nada más llegar.

Maloma, según dice, prefiere estar alejada un tiempo del foco informativo, "y vivir tranquila", y en estos momentos se está preparando para trabajar en el sector de la alimentación, al tiempo que se gestiona toda la documentación para que la estancia en España de la familia sea “normal en todos los sentidos”.

Esa normalidad pasa por no dar demasiadas vueltas a lo que pasó en el Sahara en los últimos siete años, incluida su boda por sorpresa el 4 de marzo de 2017 con su actual marido, vecino de una de las cinco wilayas (municipios) de los campamentos, llamada Auserd, situada a unos 40 minutos de Smara, donde vivía la joven.

Sí explica José que una de las razones que le han llevado a volver a Sevilla es que su hijo de cuatro años tenga los mejores cuidados médicos para controlar el asma que sufre, que "allí lo tenía ingresado en el hospital sin mejorar, y desde que está aquí no ha tenido ninguna crisis, solo está pasando los controles médicos normales de cualquier niño con su pediatra".

Con todos estos condicionantes, la familia sevillana de Maloma prefiere no pensar en qué pasó, "porque la verdad la sé yo y la sabe Margallo -exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación-", y ahora se centra en cuidar a sus nietos y no presionar a su hija, que se fue de su casa con vaqueros y ha vuelto con un pañuelo cubriéndolo la cabeza, "pero todas las decisiones, incluso en eso, que quiera tomar, las tiene que tomar libremente".

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