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Andalucía

Muere Mauricio González-Gordon, el bodeguero que salvó Doñana

  • Figura histórica de la industria del jerez, quien fuera presidente de González Byass durante seis años, falleció ayer a los 89 años

En silencio y con discreción. Así dejó ayer este mundo, a los 89 años, Mauricio González-Gordon. El bodeguero jerezano falleció ayer. Con él desaparece no sólo una figura señera de la industria del jerez, sino alguien que hizo historia al desempeñar un papel clave en la salvación de Doñana. Fue uno de los hombres que impidió que el parque natural fuera destruido por los planes de desarrollo en los años 50.

Todos los que le conocieron destacaron ayer que ha desaparecido un hombre "sabio, prudente y, ante todo, bueno". Su muerte ocurrió alrededor de las nueve de la mañana, rodeado de su familia. El bodeguero que con mayor ahínco defendió la naturaleza, murió con 89 años; su padre Manuel María, Tío Manolo, lo hizo con 94 y su abuelo Pedro Nolasco, el hombre que más cajas de vino vendió de una punta a otra del globo, falleció con 97. Es la longevidad que proporciona el vino, que no dejó de consumir González-Gordon en una copa diaria hasta sus últimos días. La maldita operación de rodilla que le obligó a pasar por quirófano hace cinco años pudo afectar a otros órganos y fue el inicio de su declive. Pero el mazazo llegó al morir, en julio pasado, su esposa Milagro. Su hermano Jaime lo decía ayer: "En veinte días se fue apagando". Su cuerpo fue trasladado al Tanatorio de Jerez y hoy será despedido, a las 11:30, en la iglesia de San Juan Bautista de la Salle.

Todo comenzó el 18 de octubre de 1923, en Hampton Hill, Inglaterra, donde Emilia Díez Gutiérrez trajo al mundo al segundo de sus hijos, Mauricio. Era su padre Manuel María González-Gordon, marqués de Bonanza, el Pope of Sherry, hombre suficientemente conocido y respetado, a quien su esposa dio otros tres hijos: María Dacia, Luisa y Jaime. "Aprendimos a hablar inglés allí. Nuestras primeras letras eran inglesas, éramos bilingues a muy temprana edad". Su hermano Jaime recordaba ayer que Mauricio fue siempre el más preparado. "Podía hablarte hasta de las estrellas. Sabía de todo. A mí me daba sopas con honda en cualquier conversación. Y, al tiempo, el más humilde, el más sencillo".

El Mauricio de pantalones cortos comenzó estudiando con profesores particulares, José López-Cepero y Manolo Regife, para después ingresar en La Salle. Cuando acabó el bachiller en el Instituto Padre Luis Coloma ingresó en la Escuela Superior de Comercio de Jerez, donde consiguió graduarse como profesor mercantil. En 1946, se licenció en Químicas por la Universidad de Sevilla.

Un año después entró en el negocio familiar acometiendo cargos relacionados con la producción de vinos. Es un momento clave para González-Gordon, que viaja a Nueva York con once cajas de vino hasta Nueva York, y de allí hasta California. A su vuelta, hizo ver a su padre la necesidad de contar con un centro de Investigación Enológica, el primero de carácter privado en el país. Luego, la cata y selección de caldos fue para el bodeguero el trabajo gustoso del que tanto saben los aristócratas del espíritu. Miembro del Consejo Regulador durante 24 años, fue Capataz de Honor de la Bodega San Ginés de la Jara y miembro de la Gran Orden de Caballeros del Vino. En 1961 fue nombrado consejero delegado de la compañía familiar y, años después, entre 1993 y 1999, ejerció como presidente de González Byass.

En 2009 fue nombrado Hijo Predilecto de Jerez, una recompensa a toda una vida de trabajo y esfuerzo por la ciudad, la naturaleza, el negocio del vino y sus gentes. Y los títulos y reconocimientos se amontonaron: presidente de la Asamblea Local de Cruz Roja Española en Jerez de 1974 a 1988, donde le concedieron la Medalla de Oro de la Cruz Roja en 1986 gracias a los servicios prestados durante trece años. Poseía la Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco; la Gran Cruz del Mérito Agrario y la Medalla de Oro al Mérito Enológico y Premio Andalucía de Medio Ambiente, entre otros reconocimientos.

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