Impasible es el nombre de la última operación de la Guardia Civil contra el contrabando de droga en Andalucía. Ni la actual situación de pandemia sanitaria por la Covid-19 frena la actividad delictiva, como se viene demostrando con las últimas actuaciones de los Cuerpos de Seguridad del Estado.

En esta ocasión, la Guardia Civil ha desmantelado una organización criminal que introducía y distribuía grandes cantidades de hachís por las costas de Málaga y Cádiz y ha detenido a sus 36 componentes. También se han incautado 3.150 kilogramos de hachís, una embarcación y 11 vehículos, seis de ellos sustraídos, así como sistemas de telecomunicaciones de última generación.Fue el pasado mes de marzo cuando agentes de la Guardia Civil comenzaron la investigación Impasible al detectar una embarcación no identificada navegando frente a la costa de Manilva, en la provincia de Málaga. Tras establecer un dispositivo para su intervención los agentes intervinieron en esta embarcación cinco fardos de hachís con cerca de 150 kilogramos y un todoterreno. Se detuvo a 21 personas.La Guardia Civil, con la información obtenida a raíz de este operativo, consigue intervenir, a continuación, en las localidades de Estepona (Málaga) otros 42 fardos de hachís con 1.260 kilogramos, seis vehículos y arrestar a tres personas. Mientras que en el municipio de Barbate (Cádiz) se incautaron de 55 fardos de hachís con 1.650 kilogramos, tres vehículos y numerosos dispositivos electrónicos, así como siete detenidos.

Organización especializada

Alijo de droga transportada en camiones.

Pero la investigación ha continuado, de forma que se ha logrado identificar a todos los miembros de la organización y fueron detenidos otros cinco componentes de la banda quedando así completamente desarticulada, según ha informado la Guardia Civil.Esta organización estaba altamente especializada y jerarquizada manteniendo el jefe de este grupo criminal a un lugarteniente en cada provincia donde operaban.Además, ha explicado la Guardia Civil, los componentes de esta banda tomaban numerosas medidas de seguridad, restringiendo el uso de comunicaciones privadas, utilizaban vehículos lanzadera para los desplazamientos, así como vehículos como señuelo para interponerse entre los vehículos policiales y otros para el traslado específico del hachís en los que llevaban instalado un dispositivo para proyectar polvo contraincendios a los vehículos policiales, en caso de huida.