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Susana parte en la primera línea

  • Aunque Griñán se haya consolidado como el líder del PSOE andaluz, su edad hace previsible un recambio a medio plazo, posiblemente después de las elecciones autonómicas

EL liderazgo de José Antonio Griñán en el socialismo andaluz apenas admite dudas, pero todos, en su partido y en buena parte del entorno económico y político de la Junta, se preguntan quién será el sucesor del presidente. Después de haber sido erróneamente amortizado en unas elecciones en las que Javier Arenas lo iba a desalojar de la Presidencia y tras perder un congreso federal en el que su gente apoyó a la derrotada Carme Chacón, Griñán es hoy el socialista con mayor poder de votos del país. Lo escucha Rubalcaba, ocupa el puesto del histórico Ramón Rubial en la sede de Ferraz y nadie le discute su puesto. Sólo cuenta con un problema, no achacable a su persona, sino a la propia naturaleza. Tiene 67 años, y rondará o estará en los 70 cuando convoque nuevas elecciones autonómicas, de ahí que sin que haya un debate abierto, más temprano que tarde su partido se instalará en el asunto de su sucesión y, de momento, no hay nombre mejor colocado que el de Susana Díaz. Es así.

Nadie tiene prisas en el PSOE por contestar a esta incógnita, entre otros asuntos porque casi todos dan por hecho que Griñán se presentará a la reelección de no mediar una causa mayor, pero mientras el tiempo pasa, no hay dudas de que su consejera de Presidencia, la citada Susana Díaz, de 39 años, está ocupando el hueco que ni Antonio Ávila, hoy consejero de Economía, ni Mar Moreno, de Educación, pudieron llenar cuando fueron los segundos de los primeros Gobiernos de este presidente.

Cuando Griñán y su influyente entorno sacaron a Susana Díaz hace algo más de un año de la sede socialista de la calle de San Vicente, donde era la secretaria de Organización y se paseaba por sus despachos como un elefante en una cacharrería, y él le ofreció la Consejería de Presidencia, algunos creyeron que esta sevillana -criada, políticamente, en la escuela de cachorros que son las Juventudes Socialistas- terminaría por difuminarse en el Ejecutivo. Han bastado, sin embargo, estos pocos meses para comprobar que esta mujer esconde la paradójica particularidad de ser dura como un martillo y permeable como una esponja para aprender cómo funciona el sigiloso mundo del poder. Con un pasado áspero en la vida interna del PSOE andaluz, donde ha cambiado varias veces de bando aunque casi siempre ha terminado cayendo en el ganador -ésa ha sido su virtud-, es en Presidencia donde se ha consolidado como aspirante, aunque sea a base de no cometer errores, que no es poco en política y mucho menos ante una opinión pública muy refractaria ante personas que, como ella, siempre han vivido de eso: de la política.

Según esta previsión, la más extendida en el PSOE, Susana Díaz seguiría en el Gobierno hasta que Griñán, por sí mismo, decidiera retirarse de la primera línea de la gestión; Mario Jiménez, compañero de la primera en Juventudes Socialista y actual vicesecretario del PSOE andaluz, aspiraría a un puesto importante en la Ejecutiva federal socialista en un camino en el que estaría apoyado por el presidente de la Junta. Aunque el nuevo secretario general del PSOE federal se elegirá, por primera vez, en unas elecciones primarias y, por tanto, cada militante poseerá un voto secreto, se da por hecho que la federación andaluza, la más importante del país, será una de las decisivas. Desde Andalucía se ha amagado con presentar a Mario Jiménez a estas elecciones internas, aunque lo más probable es que forme parte de una nueva dirección donde el líder sea otro.

Por lo que respecta al propio Griñán, una retirada de la Presidencia de la Junta no tiene por qué significar su despedida de la política. De momento, es el presidente del PSOE federal, que no es poco, y en este cargo podía seguir permaneciendo una vez dejada la gestión andaluza. Griñán ha descartado ser candidato de su partido en las elecciones generales y parece poco probable que dé el paso para luchar por la Secretaría General: más bien, mantendrá la capacidad de influencia que le otorga haber resistido en Andalucía a la marea azul del PP.

Susana Díaz ha acumulado en estos meses un buen bagaje en la gestión política con la que suple la falta de formación profesional que le achacan sus detractores. Licenciada tardía en Derecho, Díaz ha dejado de dar clases de inglés a causa del trabajo que acumula en su puesto. Es cierto que muchos sábados y domingo pasa por su despacho de San Telmo e invierte bastantes horas de la noche trabajando en su casa de Triana. Sus enemigos cuentan -quizás se trata de una leyenda urbana- que Griñán le aconsejó una serie de lecturas y de visionado de películas para ganar fondo cultural. Si esto es cierto, seguro que Susana, como buena esponja, no ha perdido el tiempo.

Díaz fue la que se ocupó de la negociación del pacto de Gobierno con Izquierda Unida, ha alcanzado un buen grado de coordinación con los consejeros del gabinete andaluz, mantiene una interlocución con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que no es, precisamente, mala, y sobre todo no representa amenaza alguna para Griñán. Ninguno tiene prisas, el tiempo corre a su favor, y Susana Díaz lo aprovecha.

Varios dirigentes del PSOE andaluz, algunos cargos públicos y anteriores líderes socialistas coinciden en este análisis. Quizás el principal inconveniente de Susana Díaz sea, precisamente, su propio partido: había pisado a demasiada gente durante sus meses como secretaria de Organización, cuando se convirtió en la ejecutora de la eliminación del chavismo, pero la salida de la sede de San Vicente le ha venido bien. La ha suavizado. Gracias a un cambio de actitud, posiblemente estratégico, y al control de la Administración autonómica que le da su puesto en el Palacio de San Telmo, ha ido ganando apoyos en el partido en toda Andalucía: en Sevilla logró ser elegida secretaria provincial; en Cádiz, superó al último bastión de los fieles a Chaves; en Córdoba la apoyan; también en Almería y, en Huelva, contará con las simpatías mientras Mario Jiménez siga siendo su aliado. Sólo Jaén sería una incógnita, aunque esta provincia raras veces no ha sabido adaptarse al poder.

Sin embargo, el factor fundamental será el propio Griñán. Él es quien ha superado su crisis de liderazgo, y es el que pondrá a este partido detrás de quien él señale como sucesor. En los últimos meses, el presidente se ha dedicado a hablar con muchos viejos dirigentes del PSOE, personas como Ángel López, ex presidente del Parlamento andaluz, o Enrique Linde. Griñán tiene todas las provincias bajo control -Málaga, especialmente- y, al final, cuando él adopte su decisión personal, conducirá al PSOE hacia su camino preferido.

Correo del ex director de Vitalia donde se refiere a la maquinaria valenciana; al lado, la interpretación de la Guardia Civil sobre el ministro Miguel Arias.

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