Susana reparte juego

Juan Cornejo y Jiménez Barrios recuperan el esquema de poder que mejor resultado le ha dado a los presidentes de la Junta: partido y Gobierno.

Susana reparte juego
Susana reparte juego
Juan M. Marqués Perales, Sevilla

21 de junio 2015 - 06:41

Susana Díaz entraba de blanco el pasado miércoles en el palacio de exposiciones de Sevilla (Fibes) después de haber formado su segundo Gobierno y tras haber conseguido que ninguna filtración saltase a los medios de comunicación. A excepción de Antonio Ramírez Arellano, rector de la Universidad de Sevilla, cuyo nombramiento fue adelantado por este periódico, nadie había logrado confirmar más señalados y los que se ofrecieron, como los de los socialistas José Fiscal (Medio Ambiente) y Javier Fernández (Turismo), formaban parte del quinielaje, esa suerte de vaticinio en el que se mezcla la intuición y el arrojo.

Susana Díaz no pasó en San Telmo el miércoles. Ni en su casa; volvió a un lugar desconocido donde se retira a pensar, aunque esta vez se acompañó de los hombres que forman el primer círculo más del susanismo. Si Manuel Chaves confió el vasto poder que reunió como presidente andaluz, secretario general del PSOE y barón regional en tres personas situadas en el Gobierno (Gaspar Zarrías), en el partido (Luis Pizarro) y en Ferraz (Alfonso Perales), Susana Díaz ha recuperado el esquema con otros dos gaditanos, Juan Cornejo y Manuel Jiménez Barrios, a los que se suman el onubense Mario Jiménez y el manchego Máximo Díaz Cano.

Pero lo casos de Juan Cornejo y de Manuel Jiménez Barrios son peculiares porque ninguno de ellos fue un actor de primera fila en el PSOE andaluz, como sí lo era Mario Jiménez. Eran secundarios que subieron durante el mandato de José Antonio Griñán y en el corto plazo de año y medio se han ganado la no fácil confianza de Susana Díaz, que siempre soñó con este tipo de tándem, resolutivo, funcional, un grupo de escuderos siempre muy reducido que le deja tiempo para el ejercicio real del poder. Griñán fue un paréntesis en el PSOE andaluz en muchos sentidos, y una de las causas de su agotamiento prematuro fue, precisamente, que nunca logró este tipo de equipos. O los cambió tantas veces que ninguno llegó a fraguar. Comenzó con los técnicos que se trajo desde la Consejería de Economía, caso de Antonio Lozano, Carmen Martínez Aguayo y de Antonio Ávila, siguió con Mar Moreno y finalizó con Susana Díaz, mientras en el partido se le marchó Rafael Velasco y probó con una Ejecutiva "polifónica" de tantas voces que se tapaban las unas a las otras.

El miércoles. La presidenta ascendía por la escalera. Susana Díaz dará a luz a mediados del mes de julio, pero desde la campaña de las elecciones andaluzas no ha descansado. Repite que está embarazada, no enferma. Y tanto. En su casa saben que la gestación le ha dado más energía, pero la naturaleza manda, y uno de los hombres que le acompañan en esa entrada en el palacio de congresos le sustituirá durante las semanas que esté de baja. No serán muchas, va a compartir con su marido, José María Moriche, buena parte de esta primera crianza, pero Manuel Jiménez Barrios la relevará durante algunos días. Este chiclanero, al que en su pueblo y en el partido se lo conoce como Chiqui, llegó a la Consejería de Presidencia hace algo más de un año y medio. Cuando Diego Valderas dejó el Gobierno, Díaz lo elevó de consejero a vicepresidente, y así lo ha confirmado esta semana. Griñán nunca tuvo vicepresidentes y Chaves, cuando atisbó su marcha, nombró a dos: a Griñán y a Zarrías. No son nombramientos gratuitos, guardan un mensaje.

El otro hombre que acompaña a la presidenta es Cornejo, también gaditano, de Medina Sidonia, localidad de la que fue alcalde. Los dos nacieron en la segunda mitad de los años cincuenta, aunque Susana Díaz ha dicho en alguna ocasión que le doblan la edad, y los dos pertenecían al Colectivo Janda, un grupo de socialistas escindido de la llamada Casa de Alcalá, a la que pertenecieron Luis Pizarro y Alfonso Perales, el último dúo de Chaves. Las disputas del PSOE gaditano había colocado a un lado y a otro a dos personas nacidas en Alcalá de los Gazules: Luis Pizarro y José Luis Blanco, ex consejero de Medio Ambiente. Cuando Pizarro le dimitió a Griñán como consejero de Gobernación en protesta por la destitución del delegado del Gobierno, Gabriel Almagro, José Luis Blanco dio el paso definitivo: colocó como sustituto a Manuel Jiménez Barrios, uno de sus hombres. Hacía tiempo que Blanco se había convertido en uno de los dirigentes que más apoyaba a Griñán en contra del liderazgo tardío de Chaves, y esa alianza se trasladó después a Susana Díaz. Blanco es hoy presidente del Puerto de Cádiz, y entre sus hombres también estaba Juan Cornejo.

Susana Díaz ha conseguido lo impensable: poner de acuerdo a los socialistas gaditanos detrás de un mismo líder. Una vez que se hizo con el apoyo del grupo de José Luis Blanco, sólo le quedaba hacer las paces con Francisco González Cabaña, aunque en realidad ambos, junto a Manuel Jiménez Barrios y Juan Cornejo, habían formado en los años noventa un grupo que se llamó Colectivo Janda, que nació con el nombre de renovadores, críticos con aspiraciones institucionales, para oponerse, básicamente, a Manuel Chaves y a sus hombres en la provincia. González Cabaña ha sido siempre un enfant terrible de la política gaditana, un tipo inteligente, de verbo y pluma audaces, que rindió sus armas ante Díaz para después reconciliarse con Jiménez Barrios y Cornejo. Digamos que la secretaria general del PSOE gaditano y próxima presidenta de la Diputación, Irene García, es de Cabaña, y lo era de Griñán, y Jiménez Barrios, que es presidente del PSOE, es más de Susana Díaz, en un equilibrio tenso que un día puede romperse.

Si Jiménez Barrios fue un exitoso alcalde de Chiclana durante una decena de años, Juan Cornejo lo fue durante siete de Medina Sidonia. Cornejo saltó a la política cuando Benalup-Casas Viejas se independizó de su pueblo, era un profesor contrario a que los segregados se llevasen buena parte del término municipal. Fue director general con José Luis Blanco en Medio Ambiente y, posteriormente, con Alfonso Perales en Gobernación. Es un negociador correoso, un secretario de Organización de manual, rocoso y secundario, que sigue yendo a dormir todas las noches a su pueblo, una característica muy propia de los dirigentes procedentes de la comarca gaditana de la Janda. Pizarro, por ejemplo, también fue un asiduo de los peajes del Cerro del Fantasma. Jiménez Barrios tiene un perfil más institucional, es el tipo de persona con el que es difícil enemistarse, aunque ambos cuentan con detractores en la provincia de Cádiz.

Susana Díaz cierra el círculo con una persona distinta: Mario Jiménez, compañero de andanzas en las Juventudes Socialistas y su viejo competidor como delfín de José Antonio Griñán. Se le suponía cierta rivalidad, aunque lo destacable es que la presidenta no haya prescindido de él a pesar de que, por edad, competían desde el mismo lugar de la salida. Jiménez es un portavoz parlamentario bronco, un negociador en exceso duro, aunque se ha mantenido en la primera fila del susanismo con una lealtad no fingida. Este primer círculo se cierra con una sombra: Máximo Díaz Cano, tan importante como discreto. Este manchego, de La Solana, llegó a Andalucía de la mano de Griñán. Consejero con José Bono y gobernador civil de Cuenca, Díaz Cano dirigió la campaña electoral de Carme Chacón cuando se enfrentó a Alfredo Pérez Rubalcaba. Su papel en estos tres últimos años es sustancial, tanto en el Gobierno, es el secretario general de Presidencia, como en el PSOE federal, donde ha ejercido de introductor de Díaz en todas las comunidades autónomas y, en especial, en Madrid.

stats