Andalucía

"Nuestra economía está en coma inducido"

  • José Ignacio Castillo, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, sostiene que hay que fomentar los sectores que siguen activos: el agroalimentario y su comercialización

José Antonio Castillo, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla.

José Antonio Castillo, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla. / CD

José Ignacio Castillo, catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, explicó antes de la declaración del estado de alarmas como Corea del Sur había adoptado medidas sanitarias eficaces sin dañar demasiado a su economía.

-Usted señaló hace ya tres semanas que Corea del Sur había actuado sin dañar del todo a su economía, de hecho, los primeros datos indican que no habrá un impacto grave ni en el empleo ni en las exportaciones. España, con su decreto de estado de alarma, ha metido en hibernación a su economía. ¿Es posible hacer algo en estos momentos en el asunto económico o hay que esperar a que baje la infección y actuar?

-Hibernación es una buena metáfora, pero el coma inducido es mejor, ya que la hibernación es un proceso autónomo del propio individuo que hiberna, nada que ver con la declaración del estado de alarma, que es exógena a las empresas. Corea del Sur se ha convertido en el gran caso de éxito internacional, lo que, de seguir así, previsiblemente tendrá repercusiones positivas estables a largo plazo para sus productos y empresas en los mercados internacionales. Hay muchas enseñanzas útiles en la forma en que está gestionando la crisis, como los medios de comunicación, incluido usted mismo, habéis señalado en los últimos días.

-Corea del Sur es exportadora.

-Claro, ahora podría darse la paradoja de que posiblemente la mayor amenaza para la economía coreana sean los malos resultados que, en la lucha contra el coronavirus, están cosechando otras zonas del mundo, como el Mediterráneo occidental. Un parón económico global, con un derrumbe de los mercados financieros, que empobrezca a las familias, acabará afectando precisamente más a las economías exportadoras como China o Corea del Sur. Un ejemplo más, de que en este mundo no funciona la solución Titanic, es decir, es muy difícil salvarse solo, ya que tu propio resultado depende de lo que consigan los demás. Como en el deporte, donde la competencia puede ser la mejor colaboración.

-¿Que podemos hacer a estas alturas con la producción?

-Lo que se puede hacer ahora es fomentar aquellos sectores que siguen activos, como el agroalimentario y su cadena de distribución. Por ejemplo, por múltiples razones, parece recomendable declarar la libertad total de horarios de los mercados centrales y supermercados, y aquellos otros establecimientos que siguen abiertos, siempre que se garantice el equipamiento de protección de sus trabajadores y favoreciendo la contratación de nuevos empleados, para mitigar la avalancha de ERTEs que nos viene encima. Lo que además escalonaría aún más las compras de los ciudadanos, dificultando la propagación del virus.

-¿Y el resto?

-Para el resto de sectores económicos, a los que hemos mandado al coma inducido con el estado de alarma, el plan de emergencia que aprobó el pasado martes el Gobierno, rápidamente respaldado el miércoles por el plan de compras del Banco Central Europeo, garantiza que, a corto plazo, muchas empresas y profesionales podrá seguir respirando. Pero debemos hacer todos los esfuerzos, mejorando nuestro equipamiento médico-higiénico, para que, en el menor tiempo posible, uno a uno, los distintos sectores vuelvan a la actividad, aunque sea a medio gas.

-Una de las paradojas de esta crisis global es que comenzamos a darnos cuenta de lo importante que es la gobernanza nacional. Quizás en lo económico y en lo tecnológico no hayamos mantenido unos mínimos en la retaguardia.

-Ni siquiera esta pandemia puede cuestionar las indudables ganancias económicas que ha brindado al mundo la globalización económica, buen ejemplo de ello es el desarrollo material de los países del sudeste asiático. O de cómo nuestras familias tienen acceso a todo tipo de productos de consumo a bajo coste. Pero sí que obliga a repensar la necesidad de que todo territorio o comunidad de los mismos, como es la Unión Europea, se reserve unas capacidades estratégicas industriales propias, más allá del coste económico que esta medida pueda tener. Empezando por la de insumos médicos e higiénicos. Hoy más que nunca, cobra sentido la PAC. Su alto coste, al absorber aproximadamente un 36% ó 37% del presupuesto de la Unión, es ahora la garantía de que al menos no habrá desabastecimiento en los supermercados.

-Las plataformas virtuales son casi todas de fuera.

-Es indudable que Europa ha minusvalorado el nuevo modelo de negocio que ofrecen las plataformas virtuales. Más aún cuando esta crisis servirá para acercar a los consumidores en mayor medida a las indudables ventajas de los mercados virtuales, incluso a las personas de mayor edad. Lo que previsiblemente aumentará las cuotas de mercado de las plataformas tras la crisis, dejando obsoleta la hasta ahora muy optimista previsión que afirmaba que el 30% de la actividad económica se concentraría en las mismas para 2025.

-No sé si en la literatura económica hay experiencias de este coma inducido del que usted ha hablado. ¿Cómo se despierta al enfermo? 

-Desgraciadamente, no hay experiencias previas comparables. Las secuelas serán importantes, y mayores cuanto más dure la crisis sanitaria. Peor hay que empezar a estudiarlas ya, una vez se garanticen los suministros de insumos médicos. De la misma forma que un año antes de la conclusión de la Segunda Guerra, tanto en Atlantic City como Bretton Woods, se desarrollaron las medidas económicas que había que tomar tras las misma. Dibujar un escenario tan complicado exigirá el trabajo coordinado de expertos y agentes sociales, bajo el liderazgo de nuestros políticos.

-Preocupa especialmente en Andalucía el sector turístico, es posible que el miedo al viaje dure más que la enfermedad.

-El en el sector turístico la vuelta la normalidad es aún más complicada. El transporte aéreo es el principal insumo de la industria turística, insustituible para el caso del turismo internacional e incluso para el nacional insular. Primero, hay que ayudar a las aerolíneas, con un coma inducido específico, como ya ha anunciado el Gobierno norteamericano, ya que, en general, se encuentran en situación de quiebra técnica.

-¿Se acabará el miedo?

-Sobre lo que pasará después, sí tenemos una experiencia previa en parte asimilable, el 11-S. El miedo a coger un avión, tras ver en nuestras televisiones como se convertía en un arma terrorista, sólo se superó cuando se incrementaron, con éxito, las medidas de seguridad en los aeropuertos. Para que el transporte aéreo vuelva a la normalidad, cuando se levanten las restricciones actuales tras las que se han parapetados los países, es necesario que el pasajero considere que la probabilidad de infectarse en un avión, no digamos en un barco de cruceros, no es significativamente superior a la quedarse en tierra. Mascarillas, guantes y desinfectante serán elementos frecuentes de su neceser de viaje y habrá que dar garantías de que los sistemas de refrigeración cerrados de las cabinas contribuirán a la no propagación del virus.

-El Gobierno ha blindado a las empresas del Ibex de las opas. También dijo que el mercado estaba para comprarlas, por su bajo valor, claro. ¿Y las operaciones en corto?

-Sí, ambas restricciones son un acierto. Ya llevábamos semanas avisando del peligro de un desplome de la Bolsa española, que a diferencia de la de otros países desarrollados, ni siquiera han sido capaz de batir sus máximos históricos en el periodo de expansión que hemos vivido, entre otras razones, por la escasa presencia de empresas de base tecnológica o de plataformas, como usted antes señalaba. Por ello, tras el desplome del Ibex 35 se había multiplicado el riesgo de ver como alguno de sus cuartes generales cambiaban de continente. La literatura económica es fecunda sobre los múltiples efectos beneficiosos que tiene para un territorio la ubicación de esos cuarteles generales, ya que generan miles de puestos de trabajo bien retribuidos, multiplican las conexiones aéreas o la calidad del sistema educativo, por citar sólo unos ejemplos. Proteger los existentes y atraer nuevos, siempre debe ser una prioridad de todo Gobierno.

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