Andalucía

En el plató de la Audiencia Provincial

  • La tonadillera Isabel Pantoja despliega en el juicio por presunto blanqueo de capitales una estrategia de defensa principalmente enfocada a minimizar el impacto de esta causa en su imagen de personaje público

Seria, enhiesta y doliente. La tonadillera Isabel Pantoja, juzgada desde el 1 de octubre en la Audiencia de Málaga por presunto blanqueo de capitales, interpreta su último papel. Cinco años y medio después de que fuese detenida en una investigación derivada del caso Malaya, la artista tiene que afrontar su paso por el banquillo de los acusados. Sin embargo, ha desplegado una estrategia en la que pesa más la exposición pública que la defensa jurídica. Todos los detalles apuntan en la misma dirección: desde su indumentaria de colores fríos y el peinado tirante hacia atrás hasta la negativa a responder las preguntas formuladas por la Fiscalía Anticorrupción.

El juicio se ha convertido en una fuente inagotable de recursos para los programas del corazón. Es la primera vez que se llenan tantas horas de televisión gratis. Y cualquier gesto vale: si Pantoja llora; si, además, llora precisamente en el momento en que está siendo abuela. Si besa o no una imagen religiosa antes de bajar del coche, si sonríe o si no. Y la acusada lo sabe. Ese es el trasfondo que parece haber justificado que se negara a responder al Ministerio Público, que le pide tres años y medio de cárcel y una multa de 3,6 millones de euros por un delito continuado de blanqueo de capitales. Es la manera más eficaz de controlar el guión y no tener que verse obligada a hablar de sus amores y desamores con el ex alcalde de Marbella Julián Muñoz, y de su rival en aquellos lances, la ama de casa y esposa del regidor también imputada por blanqueo, Maite Zaldívar.

Controlar el guión también le permite sacudir previamente la caspa. Por eso, y aunque no tenga relevancia jurídica, contó que conoció a Muñoz en una cena en la que también estaba Beatriz de Orleans y que la relación entre ambos no se formalizó hasta las fiestas de El Rocío de 2003, cuando él se presentó en su casa con su abogado y el documento que certificaba que había presentado una demanda de divorcio. Y así llegó a la escena del era yo: "Era yo quien le daba [el dinero], era yo quien lo mantenía; yo quien le dio trabajo". Y ahí está también el mensaje para el tribunal: no pudo blanquear dinero del ex alcalde Julián Muñoz porque cuando salió de la Alcaldía forzado por una moción de censura tuvo que darle cobijo y prácticamente alimentarlo.

Sin embargo, controlar el guión y eludir a las acusaciones le resta la posibilidad de que el tribunal valore la consistencia y credibilidad de sus respuestas. Pantoja podría haber explicado a la Fiscalía, por ejemplo, cómo adquirió y financió el chalé de La Pera y con qué personas de la promotora Aifos negoció la compra de un apartamento en el hotel Guadalpín por el que, según contó a su abogado, pagó en efectivo cerca de 350.000 euros, producto de su trabajo, que guardaba en metálico.

La Fiscalía Anticorrupción mantiene que la artista ayudó a reintroducir dinero obtenido por Julián Muñoz en tejemanejes oscuros en el Ayuntamiento de Marbella y que esos fondos son los que le permitieron abordar estas inversiones y emprender un negocio ganadero. Es más, ya en la fase testifical el jefe del grupo tercero de blanqueo de capitales de la Udyco Costa del Sol que investigó el caso Malaya recordó que las pesquisas en torno a Muñoz, Pantoja y Zaldívar que han concluido con diez personas sentadas en el banquillo comenzaron después de que se hallaran en un trastero de Juan Antonio Roca una carpeta de color naranja en la que figuraban las iniciales JA, MZ e IP junto a la leyenda hotel Guadalpín. En el interior de la carpeta encontraron unas facturas de la estancia de Maite Zaldívar en este establecimiento y copias del contrato de compra venta del apartamento de la tonadillera en ese complejo.

Pero las oportunidades que presenta el banquillo como fuente involuntaria de alimentación para el negocio rosa tampoco han pasado desapercibidas fuera de la sala de vistas. La última incorporación ha venido de mano del chófer de un promotor que en marzo denunció en los juzgados de Marbella que él, personalmente, había visto a su antiguo jefe entregar 1,2 millones de euros a Julián Muñoz a cambio de una permuta urbanística. La denuncia indica que las entregas del dinero en metálico se efectuaron entre mayo y agosto de 2003 en el Ayuntamiento de Marbella, en la sede municipal de urbanismo y, en dos ocasiones, en el chalé de La Pera que ya compartían el ex alcalde y Pantoja.

El juzgado de Marbella decidió archivar la denuncia, aunque el denunciante y la Fiscalía recurrieron el sobreseimiento, que todavía no se ha resuelto. El Ayuntamiento de Marbella ha instado al tribunal a que admita el testimonio de este particular en este caso por blanqueo de capitales. Mientras tanto, hay fuentes que afirman que el denunciante ya tiene un agente que trata de introducirlo en el negocio rosa.

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