Empleo y Seguridad Social

Fátima Báñez, una sonrisa amable al empleo

  • Esta onubense fue la encargada de coordinar las 70 enmiendas que el PP presentó a la última reforma laboral; ahora estará al frente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Trabajadora incansable, amable en el trato, sonriente y muy eficaz. Así es la nueva ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, la más estrecha colaboradora de Soraya Sáenz de Santamaría durante estos últimos cuatro años y ahora uno de los brazos derechos del presidente, Mariano Rajoy.

La balanza de los nuevos ministros se ha inclinado a su favor, y en esa inclinación seguro que ha tenido mucho que ver su papel durante la tramitación en el Congreso de la última reforma laboral, pues fue la encargada de coordinar todas y cada de las más de 70 enmiendas que el PP presentó a ese proyecto.

No sólo eso. Quedó encuadrada en el equipo económico de los populares junto a Cristóbal Montoro y Álvaro Nadal, y aunque al principio se mantuvo en un segundísimo plano, poco a poco, sin estridencias, fue reclamando una mayor cuota de protagonismo. Primero en la tramitación de los Presupuestos y luego en todo lo que oliera a mercado de trabajo.

El protagonismo se lo ganó en los despachos del Congreso y en los pasillos, y colgada en todo momento del teléfono móvil, ya que ha asumido en gran parte de proyectos legislativos la negociación con otros portavoces económicos.

Si uno pregunta a los de su partido, dirán que es una trabajadora incansable y una persona de trato cordial y muy educada, y si pregunta a los diputados de otros grupos, resulta que la respuesta es la misma.

Así que como se trata de una negociadora que cuenta con la estima más alta de Sáenz de Santamaría y con el aprecio total de Mariano Rajoy, ha dado el salto a un ministerio, el de Empleo, desde el que tendrá que abordar una de las prioridades del presidente, la reforma laboral.

Es posiblemente el terreno que más ha pisado, el que mejor conoce. A sus 44 años, una de las más jóvenes del nuevo Ejecutivo, es ministra de Empleo y de Seguridad Social.

Nacida en Huelva, casada y con dos hijos, esta abogada especializada en el mundo empresarial hace unos años que decidió instalarse en Madrid junto a su familia, un presagio de lo que se ha confirmado como una carrera político-económica imparable.

Con todo, no se ha separado de su Huelva natal y sigue en contacto con uno de sus padrinos, el sempiterno alcalde de la ciudad, Pedro Rodríguez, y para que sirva de prueba basta el hecho de que ha encabezado la lista por esta circunscripción durante tres elecciones generales consecutivas, desde 2000 hasta 2011.

Y ganando las tres. Quizá enganche a la gente su simpatía y su naturalidad, y que le encanta estar de chistes y de chascarrillos con sus compañeros de partido y con los periodistas parlamentarios, y con quien se tercie. Si Montoro era el maestro y Nadal el alumno más serio, ella aparecía como la discípula de cara amable.

Junto a la propia Soraya, que siempre ha comentado maravillas de su amiga Fátima, y con José Luis Ayllón y Alfonso Alonso, llegó a formar un equipo que cuando terminaba la jornada laboral, se tomaba una caña si podía, y si su marido y sus hijos pequeños lo permitían.

Porque ella, ante todo, es una trabajadora de sol a sol que ahora llevará al Ministerio de Empleo su experiencia en el campo laboral, sus relaciones con los sindicatos y sus vínculos con la patronal. Si Rajoy ha confiado en ella para gestionar la reforma del mercado de trabajo es porque, quizá, nadie en el PP sabe mejor qué significa eso.

Fátima Báñez será la primera persona orgullosa del nombramiento, y después su familia, Sáenz de Santamaría, Mariano Rajoy y el alcalde de Huelva. Y el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, a pesar de que ha perdido en la Junta, si la consigue, a un activo de futuro prometedor. La cuestión es que Rajoy gana a una negociadora con las ideas muy claras.

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